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martes, 15 de abril de 2008

ISOLA




No finjas recorrer el veneno,
no finjas conocer la plata inmaculada
de este lago hecho de espejos
hacia el que se extiende, retorcida,
cualquier garra; hoy nace una pálida frontera
semejante a la cicatriz del pan,
hierro que va por delante
como bermejo arañazo del tiempo,
sombra de un cuchillo antropófago
sobre el sagaz perfil del sol.
No finjas desterrar tu corazón,
no finjas esa rabia espesa
que atormenta a los hombres
ni asciendas de la dulce muerte
de un modo distinto al anhelo;
cómo surgirá entonces tu cuerpo,
si no como la blanda boca
enlodada del náufrago.
El aire rejuvenecerá
tus pulmones ahogados
con la justa melancolía,
el aire saciará el dolor alado
arrojándote a las olas-crepúsculo,
el iris de sal descansará sobre la arena
que se agita en algún rincón desierto,
absorta en su profundidad sin lágrima.
La vida desnuda, desprovista de belleza
en esta isla ha de bastarte,
despídete del labio, de la urgente auriga.
No finjas admitir que este placer duele,
no finjas nunca más sobre el misterio,
pues cada uno habrá de responderse un día
mientras desliza su camino de tristezas.

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