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domingo, 11 de mayo de 2008

GRACE



Fui secuestrado por la voz de Jeff Buckley una tarde de 1994, far far away, en un programa radiofónico de Nuevas Músicas. Recuerdo esa melodía, interrumpida una y otra vez por los comentarios de un enfervorizado locutor que se desmadejaba en elogios rimbombantes y excesivos. Al principio no era capaz de encajarle una cara a esa voz. Sólo sabía que se trataba del hijo de Tim Buckley (al que tampoco conocía en ese momento) y que deambulaba por los senderos del rock, a pesar de que el primer tema que se abalanzaba sobre mis oídos era nada menos que la versión de un clásico de Leonard Cohen, “Hallelujah”. Pero todo lo accidental y externo quedaba dominado, atomizado, por… esa voz.
Tres años después el programa comenzaba con un locutor en silencio y la repetición íntegra, desprovista de palabras y preámbulos, de la misma canción. Al llegar a su fin se anunció la muerte del cantante. Había tocado en Memphis con su grupo y cuentan que estaba en la orilla del río Wolf con un amigo, escuchando “Whole lotta love”, de Led Zeppelin, cuando de repente le vino el impulso de sumergirse en el agua. Mientras Buckley nadaba, su amigo giró para subir el volumen y cuando se volvió, ya había desaparecido. Su cuerpo fue encontrado cinco días después río abajo; pudo ser identificado por el característico piercing que llevaba en el ombligo. Tras una breve explicación, el locutor volvió a enmudecer y durante la hora siguiente sonó al completo Grace. Esta vez experimentaba dentro una mezcla de estupor y soledad impropia de mí, tan poco dado a la mitomanía. Todavía no he comprendido esa sensación, que no se produjo, por ejemplo, por la muerte de Kurt Cobain o de otros personajes a los que admiro. Inexplicable, salvo por la acción reveladora de esa voz: la belleza siempre es efímera.
Bueno, como siga así me voy a parecer al locutor del que he renegado más arriba. Centrémonos, pues. Hablemos de Grace:
Es el álbum debut de Jeff Buckley, único disco de estudio completo, fue publicado en el 94 y le ocurrió lo que les suele ocurrir a algunos discos de culto, no se comió una rosca en cuanto a ventas, pero recibió el reconocimiento de la crítica y la estima de otros músicos como Jimmy Page, Robert Plant, Thom Yorke, Bob Dylan o Paul McCartney. El propio Thom Yorke o grupos como Muse citan la influencia de Buckley en su música y a su vez este hacedor profesional de covers ha sido versionado por artistas como Jamie Cullum (“
Lover, you should've come over”). Después de su muerte el disco aumentó en número de ventas. De hecho, yo no lo tuve en mi poder hasta el 2000, bordeando el nuevo milenio. Es algo normal, según parece.
Lo que no es normal es la enorme calidad de un disco, de principio a fin. Vuelvo a aquella tarde radiofónica y repaso los temas: la voz que fluctúa entre distintas velocidades y ritmos cambiantes de guitarra y batería en “Mojo Pin”, desbordante y road movie soundtrack en “Grace”, popera en “The last goodbye”, lírica sutil y casi clásica en “Lilac wine”, cerrojo de crooner outsider en “Lover, you should've come over
” o superadora del mismísimo Cohen en la omnipresente “Hallelujah”.
Como siempre digo, una joya imprescindible. Os dejo el video de “Grace”. Y a disfrutar de la voz.





4 comentarios :

  1. joder, que bueno el puto Jeff Backley.
    Genial, uno de esos artistas que consiguió publicar más discos muerto que cuando estaba vivo.

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  2. Y que lo digas. Es lo que tiene de vez en cuando esto del artisteo. No te comes una rosca en vida y luego...
    Pregúntaselo a Van Gogh...

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  3. Ay, mi amor, uno de mis discos preferidos... Lover you should've come over, una de las bandas sonoras de mi vida...

    ¿Sabes que Jeff Buckley murió el día después de mi 21 cumpleaños?

    Te quiero, wapo, linkeao tás

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  4. Y llega a unas octavas como su padre. Excepcioanl.

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