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lunes, 30 de junio de 2008

LA LUNA INCALCULABLE


Puedo descubrir lo que no muta
algunas noches, atento a los resquicios.
El destino de la luna es un absurdo,
incomprensible paisaje sin vida.
En un valle sin lágrimas ni sufrimiento.
Si en este mundo hubiera un ojo
todo astro crecería incalculable.
Revistado, el polvo blanco forjaría respuestas,
el oblongo cerco espectral engendraría
nuestros sueños.
Vaga atmósfera, ligereza,
si en este mundo hubiera.
Inventarse un éxodo propio del hombre
atravesando el cielo hidrógeno,
contarle a los chicos milongas místicas,
leyendas plateadas en bandeja de sangre,
abalanzado una vez más sobre la nada,
en un intento crepuscular, superviviente.
La luna pende como un globo sujeto
a mi muñeca con un cable.
Cuando viajo puedo descubrir lo que no muta,
atento a los resquicios de la noche.

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