Sobre los córvidos, un vuelo de fachadas aparentes. Alas de intermitencia y despertares hídricos repercuten en un patio sin nubes, cuyos muros se han arrastrado alguna vez antes. La transparencia se hace dueña de la carne, proclama su asombrosa verbalización, crece hasta encontrar su salida, no muy lejos de aquí. Y los callejones se estudian uno a uno los espasmos con aire de navajas siderales, y al volver de cada espíritu miden su furia en las esquinas, alboroto de pinzas, se arrebatan el resuello en los portales y las aristas que crujen como sábanas al viento, como praderas blancas atrapadas por un pecho, por un centímetro arquero que aborrece la victoria, por una cuerda que cuelga de lado al lado, advirtiéndonos: ¡Oh, atento, siente de inmediato! La sombra que amamanta nuestro desastre de humedades pudiera ser sorprendida. Acaso transistores se inmiscuyan en la muerte cualquier noche. Mira fuera. Hay luz en las ventanas. Y hay voces. Hay voces en alguna habitación lejana.
Poema del día: "El primer día sin mi padre", de Tatiana Grosu (Moldavia,
1999)
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No recuerdo cómo fue.
Ni siquiera sé desde cuándo debería contar
dos días acostado en una caja de madera
en la habitación donde nadie ha vivido desde enton...
Hace 8 horas
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