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jueves, 10 de julio de 2008

MELLOW GOLD

1994. Cuando el jovenzuelo veinteañero Beck Hansen lanzó al aire su famoso single “Loser” no sabía que aquello le convertiría en todo un icono de su generación. Miles de adolescentes entusiasmados adoptaron como himno propio ese “so why don’t you kill me?”. Pero este extraño habitante del planeta Los Ángeles ocultaba algo más debajo de su música.
Como ha ido demostrando con los años y los discos, Beck se resiste a cualquier estereotipo: ni perdedor resignado, ni divinidad indie con cara de niño y pelo sucio, ni retromoderno de pantalones acampanados. Quizás cumpla todos los tópicos a nivel funcional, pero si de lo que hablamos es de música, no hay duda de que este alquimista sonoro tiene madera de genio. Navegando entre diversos estilos, ávido degustador de de folk, blues, rock, hip-hop e incluso de bossa-nova, multiinstrumentista redomado, mister-sampler, Beck suena a veces a Dylan y otras a George Harrison, a Kurt Cobain o John Cale, a Moby o White Stripes, pero casi siempre a sí mismo.
Mellow Gold fue su álbum debut, y además de incluir el ya comentado y pegadizo “Loser” (la primera vez que lo oí fue en el Tupperware y creo que todavía estoy bailando a su endiablado ritmo-drum) nos regala temas de cantautor atormentado y acústico (a juego con guitarra amiga) como “Pay no Mind” o “Blackhole”, trucos y virguerías con las mezclas como “Soul Suckin Jerk" y “Sweet Sunshine” o demencias como este “Beercan”, inolvidable.
Os dejo el video, en la línea del tema, y del personaje… y de la hora… y de la estrategia.





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