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viernes, 15 de enero de 2010

METAMORFEO


A menudo la realidad se esconde tras un muro insuficiente. Algo que no está. Que desconozco. Calculad las esquirlas que perturban ahora al cosmos. Fui tras los bueyes. Volvían al redil de los días transformados en héroes hieráticos, abatidos, que ya no luchaban por elevarse hacia las praderas del sueño, lánguidos entre los brotes agraces.
Marché, junto a un recio arriero que agitaba el rudo pie sobre el pescante, y codo con codo engullimos nuestras óperas confusas y herméticas. Canciones del camino, solaz del viajero. Bota al aire, hilo líquido percutiendo el labio. Coronamos con urgente fusta las espaldas esquivas, los lomos encrespados por la carga y los glóbulos insondables con que nos miraban, ajenos ya a cualquier propuesta.
Volvió la núbil noche. Roja espuma, batiente, la última soledad del astro se lanzó al vacío. Nunca lo supe. Recurrí a la violencia apaisada de un libro, sacudí los párpados sedientos, busqué y corrí (¡corrí!), la cerviz descabellada, hocicando y blandiendo el badajo busqué, entre neones y asfalto, hasta que las luces de la ciudad se desvistieron y un realismo sucio me señaló desde el espejo:

A menudo te escondes –me dijo- en otro tiempo.


1 comentario :

  1. Muy interesante,me costo leerlo y releerlo púes por ser español hay palabras que no conozco bien,pero su esencia es fuerte,muy bello.

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