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sábado, 30 de julio de 2011

EL LIBRO MÁS PEQUEÑO DEL MUNDO


Se trata de esta Biblia de cinco milímetros, ideal para cortos de vista y nostálgicos del microfilm. Puede ponerse en el atril diseñado a juego, camuflarse en la biblioteca de la casa de muñecas o depositarse bajo el colchón, junto al guisante del cuento. Todo sea por cumplir con el dicho: el saber no ocupa lugar.

jueves, 28 de julio de 2011

EL INFINITO SEGÚN GIACOMO LEOPARDI


En mitad de un siglo convulso, el gran pensador y versificador italiano del XIX, el Poeta con mayúsculas, forjó en sus Cantos (1831) uno de los conjuntos poéticos más bellos en esa lengua mediterránea y hermana. Allí, en Italia... es un clásico. Entre los aciertos que habitan en los Cantos destaca este idilio (composición pastoril descendiente de Teócrito y Virgilio) titulado El Infinito. Os lo dejo en italiano y castellano, y además, como regalo, lo escucharéis, en su lengua original, recitado por el actor Vittorio Gassman. Todo un lujo, ¿no?

L'INFINITO -IDILLIO I-

Sempre caro mi fu quest’ermo colle
E questa siepe, che da tanta parte
Dell’ultimo orizzonte il guardo esclude.
Ma sedento e mirando, interminati
Spazi di là da quella, e sovrumani
Silenzi, e profondissima quiette
Io nel pensier mi fingo; ove per poco
Il cor non si spaura. E come il vento
Odo stormir tra queste piante, io quello
Infinito silenzio a questa voce
Vo comparando: e mi sovvien l’eterno,
E le morte stagioni, e la presente
E viva, e il suon di lei. Cosí tra questa
Inmensità s’annega il pensier mio:
E il naufragar m’è dolce in questo mare.

LEOPARDI, G. I Canti (1831), Canto XII

EL INFINITO -IDILIO I-

Siempre amé este yermo monte,
y este promontorio, que me oculta

la visión del último horizonte.
Mas sentado, contemplando

los interminables espacios lejanos,
los silencios sobrehumanos y su profundísima quietud,
se extravía el pensamiento,
hasta casi liberar mi corazón del miedo. E igual que el viento

susurra entre estas plantas,
en el infinito silencio mido mi voz:
y me subyuga lo eterno, y las estaciones muertas,
y la presente y viva, con toda su sonoridad.
Así a través de esta inmensidad se ahoga el pensamiento:
y naufragar en este mar me es dulce.


LEOPARDI, G, Cantos (1831), Canto XII


En Youtube.

martes, 26 de julio de 2011

LOS POETAS (RELOADED)


Trazos azulencos de lamé, sobre los vidrios. Una síncopa esperpento en los tinteros: restos héticos, amoratados puentes, pedazos de ciudad esparcida aquí y allá bajo ángulos e hileras imposibles, miniaturas asombradas ante la imperfección de las probóscides. Pero hay dedos tan livianos que urden de palabras el líquido, órbitas violentas que pulsan como trampolín ambas orillas. Todos los poetas son tan hoscos y exactos que a menudo los caminos, surcados por una desproporción en los versos, pierden la orientación y se extinguen. Ninguno arrebata al vacío el instante. Yemas que sostienen élites, atriles, delirios suculentos. Hemistiquios que se inflaman con el viento, a cuyo grito atroz acude el buitre. A lo lejos la lección ingrávida del tiempo, a lo lejos, con ese aspecto huero y desboscado. Álbumes sonoros, fragmentos, violadores del secreto. Acaso hay en tu esperma barroquismos cartesianos, acaso sólo sombras que incomodan a los pueblos, sólo voces que se exprimen, tan anchas como un brazo de mar, como una pierna que se expande en la pausa de los días, de los libros. Remontando la corriente, elevándose sobre la marea uniforme, a veces basta una página para arrasar tanta calma.

viernes, 22 de julio de 2011

ONLY YOU


Digámoslo sin rodeos. Mañana sábado (23 de julio de 2011), después de diecinueve años en activo, cierra sus puertas el mítico Only You (c/ Dos de mayo, 6, en pleno corazón de Malasaña), un rinconcito de la ciudad que ha sido el gran referente para unas cuantas generaciones. Lo fue (y aún lo es) para mis amigos, y también para mí. Cuando comenzamos a zascandilear por el barrio a mitades de los noventa nos debatíamos entre los tambores infernales de la plaza y el sonido del Only You. Entre los kalimotxos en cartón de vino cortado y los kalimotxos a la mora y la canela que con manos expertas preparaba (y prepara) Salva, santo y seña del local. Algo nos fue arrastrando a la calle breve y algo empinada. En efecto, aún huele a canela en la entrada, a cera derretida acumulada (pero menos), y a veces a incienso. Pero si algo desprenden aquellas paredes es rock n' roll.


Para muchos de nosotros el Only You es un lugar iniciático, un centro de aprendizaje musical inesperado y definitivo. Con los vinilos, los cds que Salva pinchaba entre copa y copa aprendimos de los Rolling, los Beatles, los Who, los Doors... descubrimos o redescubrimos a Led Zeppelin, a Dylan, a Pink Floyd, a tantos otros monstruos del rock de los 60 y 70... a veces, cada vez más, mezclados con bulerías, con Paco de Lucía, con música andalusí, con Albert Pla o con Mozart, según le diera al incansable y casi siempre sonriente Salva. Gran parte de nuestros gustos musicales se los debemos a él.
Pero hay más. Había viernes y sábados de lleno hasta la bandera en los que se producía, bajo el hipnótico influjo de la música, una suerte de hermanamiento colectivo, de camaradería entre aquellos desconocidos agolpados en el templo del rock. Al final Salva tenía que mandarnos literalmente "a la puta calle", porque raramente nos queríamos ir. Hubo veranos en que incluso acudíamos a diario para conversar, algo más tranquilos, y darle a las partidas de ajedrez. En el Only You hay amores pasados y amores empezados. Tengo amigos que conocieron en el Only You a sus chicas.
Ahora que vamos creciendo el Only You era el lugar para volver y encontrarte a ti mismo, el sitio al que agarrarse ante la voracidad de esta ciudad cambiante. Por eso nos apena tanto su despedida. El propio Salva le quita hierro al asunto. La vida sigue y a otra cosa. Él seguirá en el Remember.
Mañana sábado (23 de julio de 2011), después de diecinueve años en activo, cierra sus puertas el mítico Only You (c/ Dos de mayo, 6, en pleno corazón de Malasaña). Mañana sábado sonará probablemente por última vez, en la hora del final, el clásico de los Platters que da nombre al local. Aún tenéis una oportunidad para llenarlo de nuevo, para conocer lo que es bueno. Hasta pronto, Only You, buen destino.

jueves, 21 de julio de 2011

REVEAL


Reveal (Warner Bros. 2001) salió a la luz cuando R.E.M. ya llevaba más de veinte años sobre los escenarios. Mucho después de que Michael Stipe (líder y voz de la banda) abandonara los pelos largos para lucir su ya mítica cabeza afeitada. A diez años del bombazo que supuso aquel Out Of Time (1991) que incluía la proverbial e irreverente "Losing My Religion". Al final de una década de éxito internacional masivo que nos regaló pop y rock y mandolinas en discos como Automatic For The People (1992), Monster (1994) o New Adventures in Hi-Fi (1996). Persiguiendo el toque electrónico de Up (1998). Último golpe de riñón antes de la recopilación In Time: The Best of R.E.M.(1988-2003)(2003). Al comienzo del siglo XXI.
No es que haya sido el disco más laureado de su carrera, desde luego. Sobre todo e inexplicablemente en los Estados Unidos. Ni se trata de la última novedad recién parida. No es nada de eso pero a mí me gusta como al principio.
Me hace gracia el ritmo fagocitante que tiene ahora la industria cultural: lo que hoy se estrena mañana será viejo y tendrá que dejar paso, sin reflexión, al siguiente producto efímero. Pasa con la música, pero también con el cine, la televisión y con la literatura. Hasta con las neveras. Cuando a la MTV se le ocurre poner algún vídeo de la pasada década lo suele clasificar como "clásico" (y no digamos nada si el vídeo es del pasado milenio). Se me cae el alma que no tengo a los pies pensando en cómo me calificarían a mí los de la MTV (¡carcamal, antigualla, viejo treintañero!). Queremos carne fresca. O nos sugieren que es eso lo que deberíamos desear.
En fin, que en este punto es cuando vuelvo a Reveal para disfrutar de su claridad sonora y algunas píldoras de profundidad (grandes letras) dulcificadas por la melodía (del rock alternativo al pop-rock no resignado, para el que quiera entenderlo). Después de reencontrarme con "Imitation of Life", primer sencillo de Reveal, en la susodicha televisión musical. Etiquetado. Clásico (en este baremo los Rolling o los Beatles deben ser una especie de momias conservadas en formol y Beethoven un simpático San Bernardo).
El vídeo realizado por Garth Jennings me sorprendió la primera vez. Una maravilla de sincronización. No podía comprender cómo se hizo. Luego me enteré de que la grabación de toda la secuencia (extraña fiesta de cumpleaños con jardín y piscina) constaba de un único plano de veinte segundos, editados luego mediante técnicas de montaje digital en avance y retroceso y pan & scan (ampliación y movimiento panorámico de la imagen para el reencuadre). El resultado es, sin embargo, tan perfecto (sincronización de rostros con partes de la canción, movimientos, etc) que parece imposible, por mucha planificación milimétrica que se llevara a cabo durante el rodaje. Sólo por eso vale la pena conocerlo, o revisarlo, como queráis, hoy, ahora, en el 2011, diez años después, porque los ojos siguen moviéndose a toda velocidad bajo los párpados en determinadas fases de nuestro propio sueño. Pero la letra tampoco tiene desperdicio. Queremos carne fresca. Venga, venga, nadie puede verte llorar.
PD. Atención al detalle del mono tocando el ukelele en los brazos de Peter Buck, dueño de la guitarra, el banjo y la mandolina.
Música de Mills / Buck / Stipe
Voz: Stipe



En Youtube.

IMITATION OF LIFE

Charades, pop skill
Water hyacinth, named by a poet
Imitation of life
Like a koi in a frozen pond
Like a goldfish in a bowl
I don't want to hear you cry

(chorus 1)
That's sugarcane, that tasted good
That's cinnamon, that's hollywood
C'mon, c'mon, no one can see you try

You want the greatest thing
The greatest thing since bread came sliced
You've got it all, you've got it sized
Like a Friday fashion show teenager
Freezing in the corner
Trying to look like you don't try

(chorus 1)
That's sugarcane, that tasted good
That's cinnamon, that's hollywood
C'mon, c'mon, no one can see you try

No one can see you cry

That's sugarcane, that tasted good
That's freezing rain, that's what you could
C'mon, c'mon, no one can see you cry

This sugarcane
This lemonade
This hurricane, I'm not afraid
C'mon, c'mon, no one can see me cry
This lightning storm
This tidal wave
This avalanche, I'm not afraid
C'mon, c'mon, no one can see me cry

(chorus 2)
That's sugarcane, that tasted good
That's who you are, that's what you could
C'mon, c'mon, no one can see you cry

That's sugarcane, that tasted good
That's who you are, that's what you could
C'mon, c'mon, no one can see you cry

martes, 19 de julio de 2011

CARONTE, UN RELATO DE LORD DUNSANY


Providence Rhode Island School of Design 25.082 del pintor de las cañas (ARV2 1376,5; Add2 371; BADN 217675). Fuente: Pinchar aquí.

Un inquietante relato de Lord Dunsany (antecesor literario del primer H.P. Lovecraft) sobre el viejo mito del barquero. El final, demoledor.

Caronte se inclinó hacia delante y remó. Todas las cosas eran una con su cansancio.
Para él no era una cosa de años o de siglos, sino de ilimitados flujos de tiempo, y una antigua pesadez y un dolor en los brazos que se habían convertido en parte de un esquema creado por los dioses y en un pedazo de Eternidad.
Si los dioses le hubieran mandado siquiera un viento contrario, esto habría dividido todo el tiempo en su memoria en dos fragmentos iguales.
Tan grises resultaban siempre las cosas donde él estaba que si alguna luminosidad se demoraba entre los muertos, en el rostro de alguna reina como Cleopatra, sus ojos no podrían percibirla.
Era extraño que actualmente los muertos estuvieran llegando en tales cantidades. Llegaban de a miles cuando acostumbraban a llegar de a cincuenta. No era la obligación ni el deseo de Caronte considerar el porqué de estas cosas en su alma gris. Caronte se inclinaba hacia adelante y remaba.
Entonces nadie vino por un tiempo. No era usual que los dioses no mandaran a nadie desde la Tierra por aquel espacio de tiempo. Mas los Dioses saben.
Entonces un hombre llegó solo. Y una pequeña sombra se sentó estremeciéndose en una playa solitaria y el gran bote zarpó. Sólo un pasajero; los dioses saben. Y un Caronte grande y cansado remó y remó junto al pequeño, silencioso y tembloroso espíritu.
Y el sonido del río era como un poderoso suspiro lanzado por Aflicción, en el comienzo, entre sus hermanas, y que no pudo morir como los ecos del dolor humano que se apagan en las colinas terrestres, sino que era tan antiguo como el tiempo y el dolor en los brazos de Caronte.
Entonces, desde el gris y tranquilo río, el bote se materializó en la costa de Dis y la pequeña sombra, aún estremeciéndose, puso pie en tierra, y Caronte volteó el bote para dirigirse fatigosamente al mundo. Entonces la pequeña sombra habló, había sido un hombre.
-Soy el último -dijo.
Nunca nadie antes había hecho sonreír a Caronte, nunca nadie antes lo había hecho llorar.

Edward John Moreton Drax Plunkett, XVIII Barón de Dunsany, Caronte (Charon), 1915.

viernes, 15 de julio de 2011

AFTER HOURS DE MARTIN SCORSESE


La obra fílmica de Martin Scorsese es, a estas alturas, inabarcable. Un rápido y sencillo repaso por los títulos de algunas de sus películas realizadas a lo largo de los últimos cuarenta años (se dice pronto) nos dará una idea de lo que significa para el cine este director italoamericano multipremiado y único: Scorsese como supremo hacedor de iconos visuales contemporáneos. Seguro que amáis, odiáis, o al menos os suena alguna de estas... Malas Calles, Alicia ya no vive aquí, Taxi Driver, New York, New York, Toro Salvaje, El color del dinero, La última tentación de Cristo, Uno de los nuestros, El cabo del miedo, La edad de la inocencia, Casino, Gangs of New York, El aviador, Infiltrados, Shutter Island...
A pesar de la variedad de títulos, estilos y formatos, casi siempre asociamos la figura de Scorsese al cine del hampa y los bajos fondos. Si no existieran Francis Ford Coppola y El Padrino Scorsese sería, sin duda alguna, el rey de este subgénero. Además, y al igual que sucede con Woody Allen, el nombre de Scorsese siempre irá ligado a la ciudad de Nueva York. De hecho Scorsese, Ford Coppola y Allen se reparten por méritos propios el metraje de Historias de Nueva York (1989).
En cualquier caso, Scorsese sabe hacer muy bien otras cosas, como los documentales que suele alternar con sus obras de ficción. Por poner un par de ejemplos más o menos recientes: No Direction Home: Bob Dylan (2005) o Shine a Light (2008). Y una curiosidad. Scorsese se encargó de realizar el videoclip Bad (1987) de Michael Jackson.
Pero yo descubrí a Scorsese una noche de Sábado Cine de finales de los ochenta en la que se emitió por primera vez Jo,¡qué noche! (After Hours, 1985). Una película que le dio el premio a mejor director en Cannes. Una película diferente, que si bien se acerca transversalmente a esos recurrentes bajos fondos del Soho neoyorkino, lo hace en forma de comedia, como dicen algunos, kafkiana. En ella se narra el extraño descenso a los infiernos urbanos de su protagonista (encarnado por Griffin Dunne), así como su proverbial habilidad para meterse en líos. Es difícil resistirse a las desventuras de un hombre que trata de escapar a su mala suerte a lo largo de todo el metraje. La película es un círculo cerrado que acaba donde empezó después de introducirnos en la contradicción de un individuo perdido en una sociedad implacable que esconde sus mandíbulas de lobo bajo la etérea sonrisa profident del "American Way of Life". La secuencia del metro es un buen ejemplo de ello.
Título: Jo, ¡qué noche! (1985)
Título original: After Hours (Estados Unidos)
Dirección: Martin Scorsese
Producción: Robert F. Colesberry, Griffin Dunne, Amy Robinson

Guión: Joseph Minion.
Intérpretes: Griffin Dunne, Rosanna Arquette, Verna Bloom.





En Youtube.

jueves, 14 de julio de 2011

LAS CIUDADES Y LOS TRUEQUES. 1, DE ITALO CALVINO


En Las ciudades invisibles (1972) Italo Calvino desmenuza a su modo el viaje de Marco Polo y redescubre el espacio ilusorio del viaje, de cualquier viaje. A cada paso describe estructuras urbanas que no se atienen jamás a las reglas de la razón, ni siquiera a las de los sentidos, lo que, paradójicamente, no sólo convierte a estas ciudades en trasuntos legendarios sino que las dota de un temblor, un latido y una irrealidad completamente humanos. Como ejemplo de ello os dejo este fragmento del capítulo II, titulado Las ciudades y los trueques. 1. Bienvenidos a las hogueras de Eufemia:

A ochenta millas de proa al viento maestral, el hombre llega a la ciudad de Eufemia, donde los mercaderes de siete naciones se reúnen en cada solsticio y en cada equinoccio. La barca que fondea con una carga de jengibre y algodón en rama volverá a zarpar con la estiba llena de pistacho y semilla de amapola, y la caravana que acaba de descargar costales de nuez moscada y de pasas de uva ya lía sus albardas para la vuelta con rollos de muselina dorada. Pero lo que impulsa a remontar ríos y atravesar desiertos para venir hasta aquí no es sólo el trueque de mercancías que encuentras siempre iguales en todos los bazares dentro y fuera del imperio del Gran Khan, desparramadas a tus pies en las mismas esteras amarillas, a la sombra de los mismos toldos espantamoscas, ofrecidas con las mismas engañosas rebajas de precio. No sólo a vender y a comprar se viene a Eufemia sino también porque de noche, junto a las hogueras que rodean el mercado, sentados sobre sacos o barriles o tendidos en montones de alfombras, a cada palabra que uno dice -como "lobo", "hermana", "tesoro escondido", "batalla", "sarna,", "amantes" -los otros cuentan cada uno su historia de lobos, de hermanas, de tesoros, de sarna, de amantes, de batallas. Y tú sabes que en el largo viaje que te espera, cuando para permanecer despierto en el balanceo del camello o del junco se empiezan a evocar uno por uno todos los propios recuerdos, tu lobo se habrá convertido en otro lobo, tu hermana en una hermana diferente, tu batalla en otra batalla, al regresar de Eufemia, la ciudad donde en cada solsticio y en cada equinoccio intercambiamos nuestros recuerdos.

CALVINO, I., Las ciudades invisibles, capítulo II.

martes, 12 de julio de 2011

MI ALADO ESPEJO


Mi alado espejo centellea al desgaire,
mi espejo infringido de instantes:
tras él tiembla y cruje el entusiasmo.
Mi alado espejo centellea al desgaire:
sobre la abundancia atenta,
que aclama cualquier brillo ideal,
mi alado espejo centellea al desgaire,
¡mi espejo infringido de instantes!

¡Crípticos y dantescos
sus automatismos reversados!
En la noche crepitan verbos
crípticos y dantescos.
¡Verbos apocalípticos!
Quebrad mi espejo, quebradlo:
crípticos y dantescos
sus automatismos reversados.

Cuando sus reflejos hayan cesado,
¿cómo volver al espejo alado?
Volarán pajarillos látigo
cuando sus reflejos hayan cesado;
sobre este rostro fragmentario
que atraviesa el otro lado.
Cuando pierda los recuerdos,
¿cómo volver?,
¿cómo volver al espejo alado?


lunes, 11 de julio de 2011

CLAMORES, POETRASTOS


Porque ahí estaremos esta noche de lunes (11 de julio de 2011). De lunes, sí. De lunes ALVERSO. Ahí, estupendos, de verano, acompañados por todos vosotros. Ahí, en la sala Clamores (c/Alburquerque, 14, Metro Bilbao, MADRID). A las 21 horas. Entrada libre. Ahí. Los Poetrastos.
De lunes, sí, jugando con los motivos, las palabras para encontrarnos. Compartiéndonos. Conversándonos. Ahí. Ahí estaremos algunos de los antologados por LVR Ediciones. Ahí. A la verita de Ángel Muñoz (Voltios) y José Naveiras, los modeladores, los artesanos de esta antología.
Llenaremos la VII Habitación con Trastes que nos abre Hipólito García "Bolo". Llenaremos vuestras mentes, vuestros músculos con todas las palabras del mundo. Rimaremos. Nos arrimaremos, sí, al tímido espacio del encuentro y entonces saldremos del libro: poeTrastos (por favor, tratar con cariño). Nos acercaremos a vuestra mesa. Os diremos cualquier cosa al oído (llevadnos a casa esta noche, tratadnos con cariño) y luego volveremos a la página impresa, a la portada verde, al anaquel del tiempo. Hay un hueco en vuestra estantería. Llevandos a casa esta noche.

POETRASTOS

José Zúñiga, Puri Martins, Javier Pascual, Ana Pérez Cañamares, Nares Montero, Carlos de la Cruz, Bolo, Giovanni Collazos, Ada Menéndez, Eva Gallud, José Naveiras, Eddie J. Bermúdez, Rebeca Álvarez, Kenny, Antonio Díez, María Villa, Kebran, Yolanda Saez de Tejada, Eva Márquez, Velpister, Mayte Sánchez Sempere, Luis Morales, Chema Barredo, Adriana Bañares, Santiago Bertault, Ana Patricia Moya, Baco y Ricardo Bórnez.

viernes, 8 de julio de 2011

LA INVASIÓN DE LOS LADRONES DE LIBROS

Santiago Matamoros levanta la espada en una página del recientemente afanado Codex Calixtinus. Sus punteras medidas de seguridad no le bastaron al santo para sustraerse de ser sustraído.

Mientras las autoridades catedralicias xacobeas se tiran de los pelos ante el sospechoso olvido de la llave que franqueaba el acceso al Códice, los expertos defienden el valor incalculable del tocho (que lo tiene) y la consecuente imposibilidad de la venta del mismo (aunque los caminos del mercado negro, poblado de archimalvados coleccionistas que planean quedarse con todo, son insondables). La noticia del robo ha caído como una bomba informativa que ahora rellena las flácidas páginas de los periódicos, los vacíos y refrescantes espacios televisivos estivales, la indignación más indignada de los indignados políticos. ¿Complot al estilo de Misión Imposible, de Ocean's Eleven, Twelve, Thirteen? ¿Infiltración en las instalaciones por parte de algún desalmado de toda confianza? ¿Uno que pasaba por allí y vio la llave en la puerta? El País lo cuenta aquí. Y es que, aunque no nos lo creamos, resulta que los libros también se roban.
Ante la absurda idea de encontrar a fray Guillermo de Baskerville para que nos solucione este enigma del siglo XII dejaremos a un lado este golpe particular para abrir el campo de reflexión: es verdad, algunos libros se roban. No nos confiemos.
De un modo ingenuo confío en el ser humano. Tengo pruebas de su buena fe. En dos ocasiones dejé olvidados en los parques sendos libros preciosos e irremplazables que luego recuperé al volver sobre mis pasos. Nadie quiso apropiarse del primer volumen de Conversaciones con Goethe, de Johann Peter Eckermann, ni tampoco de una edición antigua de La Montaña Mágica, de Thomas Mann. Al recuperar los libros intactos sonreí, las dos veces, aliviado por tales muestras de civismo urbano, aunque tengo que reconocer que ahora, comprobando la extraña coincidencia que conecta ambos autores en el final de sus apellidos, empiezo a entrever que la fama densa de los escritos y escritores alemanes de todos los tiempos pudo convertirse en una razón de peso para la buena no-acción de aquellos días.

Se conmina a todas las librerías y catedrales del mundo a reinstaurar la dulce y anticuada costumbre, adquirida por numerosos dueños de bibliotecas particulares ante el cordial expolio de amigos y familiares, de excomulgar a aquellos que osen meter mano sin permiso en sus estanterías (válido para ratones, gusanillos, investigadores sin escrúpulos, primos segundos y ladrones de guante blanco).


Alguna mente privilegiada atribuyó a José Martí una frase que se ha convertido en la falsa justificación de cualquier expolio: "robar libros no es robar". Sin embargo estamos seguros de que José Martí coincidiría con la opinión de muchos editores y libreros: "¡niño, los libros no se roban, coño!". Yo mismo he sido testigo en la última Feria del Libro de Madrid de la técnica de la bolsa abierta: el viandante se acerca con cara de interesado a la caseta, coloca la bolsa justo debajo del expositor en el que se agolpan los libros, disimula, vigila, localiza el objetivo, otea... y cuando el librero se da la vuelta un ligero toque con los dedos sobre el libro elegido y ¡zas!, este cae mullido en la buchaca del escamoteador. Achtung baby!
Aunque con el Codex Calixtinus estamos hablando de otro nivel, compatible con el término "delito". En fin, podríamos pensar que el robo de libros es un buen sujeto literario, como lo confirmaría el susodicho Guillermo de Baskerville en El nombre de la rosa (Umberto Eco) o el pequeño Bastian Baltasar Bux, que no dudó en arramplar con el libro que le incluía en aquella Historia Interminable de Michael Ende y salir pitando de la librería del señor Karl Konrad Koreander. Como ejemplo hispánico del asunto recordamos las andanzas de un tal Corso en El Club Dumas de Arturo Pérez-Reverte. Y seguro que conoceréis muchos más.
Pero, como llevamos insistiendo un buen rato, la realidad supera a la ficción. Dejaremos aquí una lista breve y no exhaustiva de libros, manuscritos y otros textos que han sido extraídos (y a veces recuperados) de los anaqueles que un día los contuvieron:

.Una primera edición de El origen de las especies, de Charles Darwin, de la Biblioteca de Transylvania University, Kentucky, USA (Lo de Transylvania no es coña).

.Una edición limitada de Harry Potter y la Piedra Filosofal, de J.K. Rowling, de una galería en Woodstock, Oxfordshire (GB).

.Un First Folio de William Shakespeare datado en 1623, de una exposición en la Universidad de Durham (GB).

.Una primera edición de El Gran Gatsby, de Scott Fitzgerald, de una mansión de la neoyorquina Quinta Avenida, propiedad de una viuda de un Vanderbilt (NYC, USA).

.Una edición de Utopía de Tomas Moro editada en Lovaina en 1516, algunas primeras ediciones de Lutero, o varios manuscritos originales de Inmanuel Kant, entre los tres mil textos que entre 1967 y 1978 fueron robados de la Biblioteca Real Danesa por uno de sus empleados (DAN).

.Manuscritos de guiones originales de películas como Casablanca, Ciudadano Kane o My Fair Lady, procedentes, al menos el primero, de la biblioteca de Warner Brothers (USA).

.Una Biblia del siglo XIII, entre los más de treinta mil ejemplares desaparecidos de la Biblioteca Nacional de Francia (FRA).

.Cuarenta y tres obras sobre arte, poesía, filosofía e historia, algunas de ellas milenarias, expoliadas de la colección de libros chinos, coreanos y japoneses antiguos que posee la Universidad de Harvard (USA).

.Una primera edición de Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell, de algún lugar o iglesia de Waynsville, North Carolina, USA.

.El Siderius Nuncius (1610) de Galileo, la Astronomia Nova (1609) de Kepler y los Principia Mathematica de Newton (1687), entre los quinientos títulos acariciados por un graduado universitario en la Universidad de Cambridge y la Biblioteca Británica (GB).

.El Hortus deliciarum (El jardín de las delicias), un manuscrito del siglo XII, entre los más de mil quinientos libros afanados de la biblioteca del Convento de Sainte-Odile, Alsacia (FRA), a través de un pasadizo secreto.


Y hay muchos, muchos más, en España y el mundo entero. Así que ya sabéis, be careful with pickbooks.

Si queréis saber más deberíais recurrir a estos dos enlaces fantásticos:


jueves, 7 de julio de 2011

GEOGRAFÍAS LITERARIAS: LOS ABARROTADOS BALCONES DE LA CALLE ESTAFETA


He de reconocer que la fiesta de los sanfermines me provoca sensaciones contradictorias, radicalmente encontradas. Nunca he estado en Pamplona en pleno apogeo humano y bovino. Detesto el mundo del toreo (que no del toro), y en general todo lo que tenga que ver con fiestas populares, masificaciones, aglomeraciones, pirotecnias, demostraciones de fuerza bruta de la multitud sobre los animales y mareas de cuerpos sudorosos, regados por el vino o el agua o los tomates: un fervor demencial más cercano a la espiral de peregrinos que se centrifuga alrededor de la Kaaba en La Meca que a la beatitud, un momento cualquiera del Juicio Final o de alguno de los cercos de condenados que intuyó Dante en el Infierno.
Pero no puedo dejar de acudir cada 7 de julio a mi cita con la pantalla de televisión. Todavía en pijama, sin desayunar. A las ocho de la mañana se lanza el cohete al aire y comienza el encierro. Como antes. Como hace tanto tiempo. Recuerdos.
Los encierros marcaban para este niño que ya ha crecido la entrada definitiva en el tiempo del verano. Así comenzaban los días. En pijama. Sin desayunar. Frente al televisor. A las ocho de la mañana. Adhiriéndonos (mis hermanos y yo) al horario de nuestros padres. Una costumbre similar a la que luego nos esperaba en el comienzo de la tarde: el tour de Francia, en la época de Induráin, que, por cierto, es navarro (de Villaba). Así que ambos acontecimientos se filtraron en el día a día de mi propio mes de julio durante muchos, muchos años.
Hoy mantengo los sanfermines más que el tour, quizá porque tengo cosas que hacer por la tarde. A las ocho estaba en pie. En la cita de esta mañana, nada destacable, me ha sorprendido sin embargo un fantástico plano descendente que una cámara sobre grua realizaba minutos antes del encierro, mostrando los balcones repletos de gente en la famosa calle Estafeta (algo parecido a lo que podéis ver en la foto que encabeza este post). Sorprendido por ese aire de cenefa y guirnalda que lucía el espacio allí arriba, por el blanco y el rojo pamplonicas invadiendo de color la piedra amarilla, el metal, el estuco... me di cuenta de lo que cambian las ciudades y cómo las transforma y aviva la presencia humana. Más allá del espectáculo que fluye rubicundo abajo. Y por primera vez, en esa sensación, le he encontrado una justificación a la fiesta. No en la carrera, ni en los mozos que luego se entretienen vapuleando a las vaquillas en la plaza, no en el furor etílico vespertino, sino en el brillo expectante de los balcones.
En fin. Obtendréis un buen resumen de la fiesta si pincháis aquí (sitio en el que, por cierto, he encontrado las fotos). En cuanto a geografía literaria, Pamplona y los sanfermines irán siempre asociados a la figura de Ernest Hemingway.


El controvertido autor norteamericano los vivió en los años 1923 y 1924, y acabó inmortalizándolos en Fiesta (The sun also rises, 1926). Es obvio decirlo, ya, pero contribuyó de una manera definitiva a esa especie de devoción que, incluso hoy en día, experimentan cientos, miles de extranjeros que acuden a Pamplona. Una historia de amor enmarcada por este escenario espectacular diferente, desconocido más allá de nuestras fronteras hasta entonces. Y por lo tanto, una geografía literaria en toda regla.

Asociado a esa iluminación producida por los balcones de Estafeta, me viene a la mente este texto, extraído del capítulo XV de Fiesta:

... Al despertar oí el estallido del cohete que anunciaba la salida de los toros sueltos de los corrales situados al lado de la ciudad. Iban a correr por las calles hasta la plaza de toros.
Había tenido un sueño pesado y me desperté con la sensación de que lo hacía demasiado tarde. Me puse una de las chaquetas de Cohn y salí al balcón. La callejuela de debajo estaba vacía, pero todos los balcones estaban abarrotados. De repente, apareció en la calle un tropel de gente; iban todos corriendo, formando una masa compacta, en dirección ala plaza de toros. Detrás de ellos pasaron más nombres, que corrían más aprisa, y al final de todo unos cuantos rezagados: esos sí que corrían de veras. Detrás de ellos quedaba un reducido espacio vacío y luego venían los toros, galopando y agitando la cabeza arriba y abajo. Un hombre cayó, rodó hasta el borde de la acera y se quedó quieto. Los toros pasaron de largo sin reparar en él; corrían todos juntos.

Los perdimos de vista. Poco después llegó de la plaza de toros una gran gritería continuada, y al fin, la detonación de un cohete que indicaba que los toros habían pasado a través de la gente que estaba en el ruedo y habían entrado en los corrales. Volví a la habitación y me metí en la cama. Había permanecido descalzo sobre la piedra del balcón. Sabía que seguramente todos los demás del grupo habían salido y habían estado en la plaza de toros. Al meterme de nuevo en la cama, me dormí.

HEMINGWAY, Ernest, Fiesta, Capítulo XV


Archivo 07: Balcones de la calle de Estafeta, Pamplona, en plenos sanfermines, o el sentido de la fiesta.

martes, 5 de julio de 2011

TIEMBLAN LAS LUNAS (OTRA LOCURA)


Bajo el muérdago,
bajo la soga que aún se agita,
mandrágora,
tercer ojo de negro arcano,
pelo de ternero innato,
murciélago en las alas,
vigilo el hervor de la marmita hendida de falsa tristeza,
donde el humo que enmascara se hace ajeno
a la violenta luz del día.
Augur de cicuta, híbrido en abismos sobre el loto,
engendraré la carestía del tiempo
hasta que un corazón delate
la sombra envejecida por el bruno pico que huye:
tu nombre en la tumba.
Acaso reconozca mi traición profunda,
pero no como asesino suplicante.
La mentira va cerrándose por dentro,
fruto de su encuentro con lo otro.
Estoy muerto en la distancia,
allí donde el vuelo me permite ver el cuerpo,
fantasma sobre tierra virginal,
rosa negra del recuerdo,
labio arquetipo de mujer,
pálido labio en el que tiemblan las lunas,
castañetea el alcohol,
otra locura,
monstruo inocente.


viernes, 1 de julio de 2011

BARES DE LIBRO, LITERATURA EN LOS BARES


Aunque no existen datos concretos sobre el asunto, lo más probable es que ya hubiera algún que otro bar abierto en la Malasaña prehistórica, y a tenor del comportamiento neandertal que siguen demostrando muchos de los que se acodan en las barras podríamos extraer la nada imparcial conclusión de que el proceso evolutivo de nuestra especie resulta, todavía y esencialmente, lento.
Malasaña, bares. Bares, Malasaña. La movida madrileña (sobre todo, aunque no solo, musical) se agitó mucho por aquí en los 80. De aquella época quedan en pie un par de bastiones: La Vía Láctea, el Penta...
Mi desembarco ya tardío en el barrio se remonta a los 90 largos. Recuerdo algún chinazo lanzado por los vecinos, indignados por las meadas en los portales, por el rumor tamborilero de la Plaza del dos de Mayo, por los atardeceres en las Cumbres de Gredos y el abismo oscuro de los plásticos manchados de kalimotxo, allá, de madrugada. También recuerdo el Chill Out, y el Mecánico, el Tupperware, el Jazzmadrid...
Todo fluye, nada permanece, pensó Heráclito al mirar el río del tiempo. Luego llegaron otros momentos más pausados. Star Café, Café Manuela, Redbar... y partidas de ajedrez y de Trivial y hamburguesas... o noches de música experta y amigos en el Only You. Malasaña. Bares.
Con lo que no contaba era con la literatura. De pronto nos topamos con el Bukowski Club. Un punto de encuentro cultural. Unas fabulosas jam de poesía en las que todo el mundo tenía su momento, su voz. Allí conocí a Carlos Salem y a Inés Pradilla, allí se forjaron las primeras colaboraciones, las primeras publicaciones, allí me arrejunté con la mayoría de los que ahora son mis amigos y compañeros de letras... y de bares.
Todo fluye, nada permanece, pensó Heráclito. Es el espíritu del cambio. Tocó crecer y concebir y ser padre. Tocó deshacerse de los bares y perfeccionar la escritura, dejar paso a otros en la noche, ver las cosas desde una hermosa, cercana barrera. Malasaña crece culturalmente. La música, terriblemente limitada por las ordenanzas municipales, está en declive, pero la literatura, la poesía, el relato... el estilo jam implementado por el Buko se ha expandido por el barrio, ramificándose en librerías, editoriales independientes y, cómo no, en otros bares. Nueva movida, como dicen algunos, no promovida por el ayuntamiento, ni por ninguna de las instituciones habituales. Movida literaria. Forjada en los bares.
Por eso es agradable conocer la existencia de una antología de relatos como esta que publica Amargord, La vida es un bar -Cuentos de Noche- Malasaña, un libro que recoge textos vidriosos y brillantes sobre el proceloso mundo de los bares: el contenedor de borrachos y escritores que se transforma en sujeto literario. Es impagable saber que han sido seleccionados (con toda la lógica del mundo) por Carlos Salem. Y que entre sus páginas hay gente como Inés Pradilla, Daniel Orviz, Rafa Sarmentero, Daniel Ortiz Peñate, Talía Luis Casado, Marcelo Luján, Olaia Pazos, Marcus Versus, José Ángel Barrueco... y mi querido Daniel Herrera, entre otros muchos y buenos inquilinos de barra y/o editores de libros.
Hoy 1 de julio de 2011 la antología se presenta, como no podía ser de otra forma, en los Diablos Azules (c/ Apodaca, 6, Metro Tribunal, Malasaña, MADRID), un lugar que ha recogido toda esta red de experiencias literario libertarias al calor de las cervezas. Será a las 21:30, hora española. Salem y muchos de sus autores estarán allí para leer, beber y firmar ejemplares (no sé en que orden). No os lo perdáis si estáis por Madrid. Si no es así, tenéis la posibilidad de visualizar el evento en directo a través de http://www.lahojaenblanco.es/, en cualquier playa o agujero del mundo.

PD. La próxima vez seré más breve, pero qué quieres Carlitos, a veces no puedo contenerme.