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sábado, 31 de diciembre de 2011

FINAL DEL AÑO, DE JORGE LUIS BORGES


¿Qué mejor que la voz de Borges para cerrar el año? ¿Qué mejor voz, camino de un incierto futuro?

FINAL DEL AÑO

Ni el pormenor simbólico
de reemplazar un tres por un dos
ni esa metáfora baldía
que convoca un lapso que muere y otro que surge
ni el cumplimiento de un proceso astronómico
aturden y socavan
la altiplanicie de esta noche
y nos obligan a esperar
las doce irreparables campanadas.
La causa verdadera
es la sospecha general y borrosa
del enigma del Tiempo;
es el asombro ante el milagro
de que a despecho de infinitos azares,
de que a despecho de que somos
las gotas del río de Heráclito,
perdure algo en nosotros:
inmóvil.


BORGES, J.L., Fervor de Buenos Aires (1923)

miércoles, 28 de diciembre de 2011

AL OTRO LADO DEL ESPEJO Nº 4 EN HUERTAS

No, no es una inocentada (¿pero hubo alguna vez algo inocente?), en las Huertas de Madrid siguen creciendo tochos y rábanos, lombardas y repollos, calabazas y melones, mucha doña col y mucho don lechuga. Y los tomates y los pimientos, y también los buenos torreznos (bueno, lo de los torreznos para luego). Y siempre, siempre, el amor a las Letras, tal vez el amor a secas, y el talento. Con lo que nos gusta pasear a los madrileños por las calles de luz (sin gastar, claro está), con lo que nos gusta mirar y ver y olfatear y escaparatear... Digo que con todo esto es raro que no hayáis descubierto aún las ristras apiladas, sus columnas, su tipografía de impacto, la portada de las mil caras (by Velpister), el 4 por ahí rondando, La vida rimando entre los surcos interiores que recorren las páginas casi centenarias (no por añejas sino por abundantes), llenándolo todo de cuentos, recuentos y cuentistas, y te lo cuento luego... Que no hayáis tropezado con un ejemplar de Al Otro Lado del Espejo en cada vitrina, cada viejo baúl, cada biblioteca pública, cada barra de bar, cada cuarto de baño de piso de soltero es de lo más extraño.
Pero tiene solución. Mañana mismo, jueves 29 de diciembre de 2011, en el mismo centro de esta hermosa Navidad que lo paraliza todo, no reuniremos entorno al calor del nº 4 de la revista
Al Otro Lado del Espejo para presentarlo (o más bien representarlo) en sociedad y ofrecerlo a todos los que estéis por aquí en estos días de frío y alegre comparsa. Será en a las 21:00 horas. En la ATM-Cultural Asociación Cultural 14 Huertas (c/Huertas, 14, piso 1º Izquierda Exterior, metro Antón Martín, MADRID). Os esperamos.
Repito. No, no es una inocentada, en las Huertas de Madrid siguen creciendo tochos y rábanos, lombardas y repollos, calabazas y melones, mucha doña col y mucho don lechuga.


sábado, 24 de diciembre de 2011

CUENTO DE NAVIDAD RELOADED (O LA ESTUPIDEZ DE ALGUNAS BUENAS IDEAS)


Tú saltaste hacia el cuadrado de luz y desmochaste, vampiro anónimo, el don de la ubicuidad. Nada impidió tu destino más allá de la suerte. La luna sin nieve proyectó tus suelas en el ladrillo. El rojo efervescente de tu refresco favorito descendió cuerpo abajo hacia el rostro impaciente. Esperaste un parto rápido, pero cuando el cosmos se fue a paseo se llevó el fórceps. Dilatación cancelada en la vagina asfáltica. Dejaste los brazos atrás, inamovibles. Tu banco protegía el décimo, eso era lo importante. La borra hormigueaba en la barbilla. El almohadón aprisionaba el miembro. Gritos para ser descubierto en esta absurda posición, pensaste. Uno, dos, tres, cuatro extremos de la misma quimera, devorándote. Estrechez. Imprudencia. Arañaste el interior de los guantes blancos. Una promesa de noche sin término. El secreto regalo de los duendes que, agazapados, acechaban el comportamiento de los hombres. La proliferación de los incautos, atiborrándose de espejos. En un rincón del desván, olvidada, agonizaba una zambomba. La lágrima fácil era en tu teoría la única virtud de las cebollas. Pero un surco acuoso buscó el fondo de cenizas. El licor prohibido junto al árbol de las almas, esperando. Regurgitaste la cena. Ahora sabías lo que significaba ser de carne y hueso. El método ideal para despejarse. Los villanos adaptaron a su jerga las formas métricas. Otros descorcharon el champán en la calle. Por ti. Tú que no pudiste transformarte. Y si tu esposa ya no durmiese. Qué ulula por encima de tus pies. Dónde desplegar las alas de la angostura. Murciélago en el pilón perfecto. Algo bloqueaba el aire en el pozo de dos bocas. Encabritada como una anguila escurridiza, tu figura desafiaba a la materia. Enorme. Gravedad. Titilaron en su escondrijo las llaves del flamante monovolumen. Una cajita envuelta con periódico. La nariz roja. Un lazo en el garaje, tapando lo imposible. Un bote con arena de la playa escondía el diamante. Egipto sobreviviría sin ti. Los parásitos abandonarían en el ocaso cualquier cuerpo. Glándulas hinchadas por el vértigo. Soportaste con distracción esta entelequia. Haz de pulmones restringidos. Borrachera neurótica. Acaso el sesgo extraviado de un loco, la risa algorítmica conquistando el intervalo. Paradisum. Guaraní. Ananga Ranga. Galufar en gíglico. Uh qué ser de ontología mítica. Je, je. Je, je, je. Cuando la tarde languidece renacen las sombras, y los oscuros tafetanes ocultan el sol. Por qué la euforia. Habías manipulado con destreza tus pasos y ahora que orbitabas en una garganta, supiste de tu indefensión. Si al menos un signo. Si se escuchara el pataleo. Si los dientes arrancaran esa barba idiota. Zumbó tu pecho y renegaste por la fatalidad de las geniales ideas. Vibraba. Última generación para descensos silenciosos. Con cámara digital incorporada. Percutía en un bolsillo profundo. Tu aleta de sardina tanteó a ciegas. Oprimiste el cuerpo contra el muro, despachurraste a los gusanos del polvo. No hubo tiempo. Saltó el contestador en la hora sexta, e imaginaste una voz desesperada grabándose en la terminal inservible. O no la imaginaste. Fluyó desde abajo, hueca, en la habitación encendida. Renovaste la esperanza, piafaste, aporreaste los altos de la rabia, donde sólo escuchaban las palomas. Nada. Un demonio emparedado. En la soledad de los fantasmas. Entregaste la cabeza, y al dejarse vencer resbaló aquel gorro grotesco. Posibilidad. Cualquier indicio. Llegaron las sirenas, los diálogos histéricos, las botas escamoteando el aire, la cacofonía de los transmisores, los pantalones sin rostro que ocultaban la evidencia. Cansancio. Rendición. No adivinaste el daño. Mudaste ya el pánico en tu postrero enroque. Palpitaste por última vez, como un pez fuera del agua. Parpadeaste hasta emular el vidrio. Vaya un deshollinador. Por la abertura superior descendió la mañana y ahí estabas, en un torrente sin retorno. Tus ojos inmóviles reflejaron un alivio. Una manita pervirtió el cuadrado de luz y recogió la tela. Los bucles flamígeros de tu hija asomaron por la rendija. Te conformaste, enamorado, con su mirada crédula, asombrada. Ella sólo vio la oscuridad. Pero de algún modo avisó a su madre. Fue suficiente. Las figuras se agolparon en la boca de la chimenea. Un policía encendió su linterna y todos gritaron horrorizados al descubrirte, falso Papa Noel, atrapado boca abajo en la evidente estrechez del tiro. Pero tu banco protegía el décimo, eso era lo importante.

sábado, 17 de diciembre de 2011

VOZ


La duda, tan humana,
esa forma de alumbrar todo lo incierto,
la savia abstracta y sin metáfora
que a algunos salva
vuelve en ti, amanecida,
y ahora que rasgueas otra vez la fibra,
que los cantos se alacenan tormentosos
en la entrada,
no puedes renegar del movimiento,
los párpados azules de temblor se llaman aire,
los arcos fonemáticos al fin reclaman voz,
voz el viento-inicio a ti te pide,
grito que se exhala en la garganta, voz.
La duda, la duda tan humana.

jueves, 8 de diciembre de 2011

UN CAMIÓN PARA MALÍ

Preocupados por nuestros propios problemas parece que olvidamos, en los malos tiempos, todos aquellos propósitos que en época de vacas gordas nos llenaban la boca y el corazón. Ahora que Europa se hunde económicamente nos importa un bledo que no haya ningún acuerdo medioambiental de peso en Durban, o que la selva del Amazonas tenga los días contados, o que siga habiendo hambre en Somalia, refugiados permantentes en Haití. Hasta la violencia gubernamental en Siria ha pasado a un segundo plano. Somos así, por lo visto. Y sin embargo... sin embargo hay excepciones que no tienen que ver necesariamente con los canales habituales de ayuda al desarrollo.
Por ejemplo, esta iniciativa que me llega a través del escritor Javier Serrano: Un camión para Malí. Transcribo:

Kone, un joven maliense, se ha propuesto viajar desde Madrid hasta Malí con un camión lleno de ayuda para su país. Lo hace a título personal, pero todo aquel que de una manera u otra se quiera implicar en el proyecto será bien recibido.
Kone necesita todo tipo de material escolar: gomas de borrar, sacapuntas, libretas, cuadernos, libros y diccionarios en francés (no en español), bolígrafos, lápices, tizas, rotuladores, calculadoras viejas o sencillas, pizarras pequeñas, ropa y zapatos de niño…
Por las condiciones específicas de este proyecto, no se necesita comida ni medicamentos.
La ayuda irá destinada a niños que estudian en Malí, más concretamente para el colegio de Sirakoro.
El camión tiene previsto salir el día 19 de diciembre desde Madrid, y por lo tanto, no tenemos demasiado tiempo que perder.

Se puede colaborar de varias maneras: aportando el material solicitado en los puntos de recogida habilitados; dando la mayor difusión posible al proyecto Un camión para Malí, mediante e-mails o en las redes sociales; o creando un punto de recogida nuevo (ponerse antes en contacto con las personas del proyecto).
Es probable que en breve se sumen más puntos de recogida. Hasta ahora los puntos donde se puede entregar el material, en los horarios indicados, son los siguientes:

ADSIS en Madrid

C/ Miguel Aracil, 54. Metro Peñagrande (línea 7), MADRID.
los días 10 y 11 de diciembre (persona de contacto: Marta);
17 de diciembre (persona de contacto: Clarisa);
de 16:30 a 20:00.


California Language Academy C/ Doctor Mariani, 8 (calle peatonal entrada por Lope de Haro), MADRID.
Metro: Estrecho.
De lunes a viernes, de 17:00 a 19:30.
Teléfono 91 571 37 88.

Persona de contacto: Andrea

Parroquia Nuestra Señora de Las Rosas

C/ Suecia, 44, MADRID.
16 de diciembre, de 17:30 a 20:30;
18 de diciembre de 11:00 a 14:00.
Personas de contacto: Pablo y Joan.

No queda mucho tiempo, pero sí el suficiente. No sucumbamos a la pereza y aportemos nuestro particular granito de arena.

Podéis informaros en el blog creado para ello, Un camión para Malí. A, y no dejéis de difundir.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

UN LECTOR ABRE EL LIBRO Y EL POETA SE RESFRÍA

Siento frío. Alguien se ha dejado el libro abierto. El aire es una helada flecha que penetra, una ráfaga abismal que rasga el hueso.
Al que escribe estas palabras por delante del espejo mi lector profundo, acodado en el marco último, ensombrece. Hay un rasgo de vanidad, de impudicia en todo esto. Darse cuenta es despegar. Cada uno es un misterio, cada voz, cada sentimiento, inexplicables.
Existe, pues, un riesgo que sabe a absurdo, una tentación lírica inquebrantable que, sin embargo, a veces se desarma. No a la persona, la vida mundana siega al individuo incapaz de advertir la pasmosa implicación del ritmo. Aedos sin báculo acompañante se derraman en la incomunicación de los días.
Dadme un poeta que olvide su existencia ajeno a todo. Que se siente y esboce, que cante. Léase en el perfil traidor del viento la flama, el irreverente empuje de un torrente conspicuo. Y si llega entonces la respuesta, que no revele la baldía pregunta. El artificio es así, no siempre deriva de los sentidos.
Pero aguardad un instante…

Ya está, vino la noche al papel, la doblez a la esquina, marcador agostado en la página aún virgen. Mi lector profundo no quiere resfriados allá, donde arrasa la corriente. Su ojo me fecunda con la savia del tiempo, en mitad de un sueño que se rompe, ciertamente, asombrado porque algo en el silencio va a estallar.


viernes, 2 de diciembre de 2011

CUATRO RUBÁIYÁT DE OMAR KHAYYAM

El imprescindible matemático y astrónomo (y por lo tanto filósofo) persa Omar Khayyam (1048-1131) ha pasado sin embargo (o además) a la historia por sus famosas Rubáiyát, ciento setenta cuartetas escritas en farsi, en las que el autor hace un escéptico recorrido alrededor de la sabiduría, la brevedad de la vida, el amor, el destino y el tiempo. Por mi parte las descubrí hace unos quince años, y al volver a ellas periódicamente siempre concluyo lo mismo: cuánta razón sigues teniendo, amigo Omar.
En fin. Eludiendo el habitual acto de reproducir las Rubáiyát más famosas, esas en las que fluyen las rosas y el vino y las estrellas, hoy me inclino por estas cuatro, acaso más directas e implacables.

XXVI

El mundo inabarcable: un grano de polvo en el vacío.
Toda la ciencia del hombre: palabras.
Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas: sombras.
El fruto de tu constante meditación: la nada.


LXXVII

Todos tratan de marchar por la senda del Conocimiento.
Unos lo buscan; otros dicen haberlo encontrado ya.
Sin embargo, aún no se ha levantado la voz
que un día clamará: "¡No hay camino, no hay sendero!"


CXI

¿Temes lo que puede traerte el mañana?
Ten confianza; de otro modo, el infortunio
no dejará de justificar tus aprensiones.
No te adhieras a nada, no interrogues a los libros
ni a tu prójimo. Nuestro destino es incierto,
indescifrable.


CXXX

Escucha: si este mundo no es más que una ilusión,
¿por qué te angustias?, ¿por qué piensas
día y noche en tus miserias?
Abandona tu alma a la fantasía de las horas.
Escrito está en tu destino. Ningún borrón
será capaz de corregirlo.

KHAYYAM, Omar, Rubáiyát

jueves, 1 de diciembre de 2011

LA JAULA, UNA NOVELA SIN BARROTES DE JAVIER SERRANO


Un estupor kafkiano, una torre recalcitrante, un espacio circular que haría soñar a J.L. Borges, una prisión con la puerta "herméticamente" abierta... y esa incómoda sensación de falsa libertad, ese método oscuro para anular el espíritu crítico humano, el afán de supervivencia, de fuga. Todo un cúmulo de ingredientes agraces bulle a menudo en la marmita que tiene Javier Serrano alojada en su cabeza de escritor total, y hablo así de uno de esos pocos autores contemporáneos que son capaces de convertir lo particular en general y el símbolo en espejo ampliado de nuestras (más o menos miserables) propias vidas, allí donde nos lleva sin duda a buscar las respuestas que exige la lectura. De la olla se desprende un olor a estofado, imposible de confundir con el de cualquier distopía al uso, mucho más, si observamos lo que flota en el líquido untuoso, una reflexión sobre las cadenas invisibles que nos retienen, hoy, ahora mismo, a todos y cada uno de nosotros.
Ahora que el guiso está en su punto y el molde de papel preparado, Javier Serrano ha tenido la sangre fría de verterlo con sus propias palabras sobre las páginas de La Jaula, novela publicada recientemente por la pujante editorial Eutelequia, que será presentada esta tarde de jueves (1 de diciembre de 2011) en la Librería La Central del MNCARS (Edificio Nouvel), Ronda de Atocha, 2, Metro Atocha, MADRID, sobre las 19:30 horas. Una buena oportunidad para conocer a un buen autor pero, sobre todo, una gran novela que dará que hablar.
Podéis descubrir a Javier Serrano en laRepúblicaCultural.es, revista de la que es colaborador habitual, y en Un Instante del Caos, su bitácora personal e intransferible.
Os dejo un vídeo de presentación de La Jaula para que vayáis abriendo boca.


En Youtube.