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viernes, 28 de septiembre de 2012

PREVISIÓN MÉTRICA PARA EL FIN DE SEMANA


El fin de semana continuará siendo muy lírico en prácticamente toda España y no será hasta el domingo cuando las versificaciones comiencen a remitir.
El sistema atonal que se encuentra instalado en la península dejará estrofas abundantes el viernes, para irse trasladando al entorno de Baleares y la Comunidad Valenciana.
El sábado continuará rimando en prácticamente toda España, salvo en el noroeste, y los endecasílabos heroicos serán especialmente intensos en Cataluña y la Comunidad de Madrid.
El domingo empezará con cesuras localmente fuertes en Cataluña, Baleares y el litoral de la Comunidad Valenciana, pero el hemistiquio mejorará rápidamente por el oeste de la península y las sinéresis remitirán al final de la jornada.
Las metáforas empezarán a entenderse a partir del lunes, con posibilidad de algún encabalgamiento débil en el área mediterránea y poca aliteración en el resto.
Por otra parte, la Dirección General de Textos y Emergencias recomienda, ante el riesgo de consonancia, que si se va leyendo se disminuya la velocidad, se extremen las precauciones y no se detenga el poema en zonas donde pueda discurrir gran cantidad de ripios.
Si se tiene que viajar, Protección Cerril aconseja circular preferentemente por versos alejandrinos y serventesios y, en caso de comenzar a concordar a la manera grecolatina, tener en cuenta que existe riesgo de oxímoron.
Recomienda igualmente no atravesar con el versículo ni a pie quebrado los ritmos yámbicos, ante el desconocimiento de lo que pueda haber debajo de la anáfora, y localizar los puntos más altos de la comparación. También es importante no intentar salvar el estrambote en medio de una dislocación.
Si se está en el campo, Protección Cerril asegura que hay que alejarse de los ríos, torrentes y zonas bajas de laderas y colinas, evitando atravesar églogas pastoriles. Es preciso también dirigirse a los puntos más altos del priamiel.
Ante el riesgo de folías, advierte de que en los núcleos urbanos es conveniente colocarse cerca de la prosa para protegerse. En las viviendas se aconseja evitar las corrientes vanguardistas y, si se va recitando, un verso blanco puede ser un buen refugio.
Si la metonimia sorprende en el campo, es necesario evitar correr y permanecer en sonetos consagrados, como los de Shakespeare,  Petrarca o Garcilaso. No se debe buscar refugio bajo los himnos pírricos y conviene alejarse de clerecías y tetrásforos monorrimos.
Ante el peligro de mistificaciones, conviene retirar del exterior de la vivienda aquellos libros que puedan ser arrastrados por el ingenio, así como revisar cada cierto tiempo el estado del subtexto, las poéticas desengañadas y la estilística.
Si llegara a imponerse el verso, es fundamental abandonar cuanto antes los sofismas y anapestos y desobedecer cualquier imposición de la métrica, utilizando preferentemente sinalefas.

HOMO TABERNIENSIS (RELOADED)


El deteriorado aspecto de la dentadura nos habla de sus hábitos alimenticios, pero en ningún modo puede ser este el único parámetro aceptado para datar con seguridad científica un cuerpo. Conviene señalar lo resbaladizo que puede llegar a convertirse, en este sentido, el terreno de investigación, deliberadamente vasto, proclive a los bailes de fechas. El análisis de los estratos en los que aparece cada hallazgo debería precisar de una manera definitiva cualquier tasación, acortando para siempre los márgenes del error. Instrumental, semillas encontradas, tipo de estrato, restos de utensilios y otros huesos, de los animales con los que convivió, establecen entre ellos una red de concomitancias a las que resulta imposible sustraerse. Así, la veta de color en determinada piedra, la muesca oscura en un modelo prototípico de cerámica, un molar de menos, un milímetro de más en el diámetro del orificio de trepanación, pueden resultar esenciales para confirmar o deshacer una teoría. Por otra parte, un exceso de celo en el trabajo de campo, el vandalismo de los curiosos o, incluso, un mero descuido al tratar, manipular, desmantelar o transportar las evidencias pueden contaminarlas y hacerlas del todo inservibles.
Estoy seguro de que ahora deben pensar en lo innecesario, lo reiterativo de este preámbulo. Están cansados de escuchar la misma cantinela una y otra vez, desde que entraron en la escuela, en cada una de las excavaciones en las que han tenido la suerte o la desgracia de participar. Pero, créanme, quien les habla lo hace desde la perplejidad más absoluta ante un descubrimiento que podría cambiar nuestro concepto de la Historia, de la Prehistoria. Por eso, sin ninguna duda, hay que andar con pies de plomo. Ser el director del yacimiento me ha servido para comprender el nivel de frustración y desasosiego que la existencia del mismo provoca en los sectores más influyentes de la capital, dispuestos siempre a acortar los plazos, empecinados hasta la náusea en su afán esquizofrénico de hacer caja. Algo tan sencillo, una cala tan sutil que apenas roza la línea del tiempo es capaz de colapsar sin remedio esta ciudad caníbal que desaparece cada día un poco más, travestida autótrofa, absorta jungla de ladrillos y acero que ya apenas es capaz de reconocerse.
Cuando el técnico avispado detuvo el avance de la tuneladora que perforaba los bajos de Lavapiés para la decimonovena ampliación del suburbano sólo porque se encontró delante de un par de tibias blanquecinas no sabía lo que se le venía encima. Brillante, desgraciada decisión. En un primer momento los políticos, muy correctos, maniatados por el maniqueo acopio de votantes, impulsados a un ficticio afán de recuperación de la memoria, acordaron paralizar las obras mientras la ciencia se daba al examen de los restos buscando una posible fosa común abierta y cerrada durante la Guerra Civil. La desgracia y caída del técnico que estorbó con su extraña honestidad al brocosaurius se produjo el mismo día en el que fue anunciada la proterva antigüedad de los descarnados, que los emparentaba, entre otros, con los parietales de Atapuerca. No quiso saber nada de la vacilación, de esa fuerza indeterminada que abría el espectro de lo posible entre los dieciocho y los veinticinco mil años. Mientras recogía su finiquito, aquel pobre hombre que caminaba cabizbajo hacia la cola del paro tuvo que sufrir las miradas despreciativas de sus deshonestos jefes. Luego luego los mismos grandes talentos constructivos pisaban por primera vez la obra y enseñaban los dientes, se bajaban los pantalones al paso de un alcalde encajador de golpes, estratega del regateo mediático, que en visita oficial de urgencia a las instalaciones evaluaba a casco puesto la nueva situación ante la caterva de periodistas que se amontonaba en la entrada del túnel para disputarse, olvidada la frase del día anterior, la correspondiente a la jornada presente: estamos ante un descubrimiento único, hemos encontrado al madrileño más antiguo de esta Villa y Corte que nos define. Madrid, floresta emergente, altar elevado a los cielos para la inversión, despierta oh tú, metrópoli del progreso, mira también al suelo ante tu cita con la Historia. Resulta casi de Perogrullo el apunte sobre la oportuna sucesión de palmaditas en la espalda y golpes reivindicativos en el pecho que, como prescriben las buenas costumbres, no se hizo esperar. Que si ya tenemos nuestro Homo Matritensis, que si somos más pretéritos que nadie, que si ya lo decía yo que el Madrí es mucho Madrí (Homo Regens Matritensis), que si hay un gallego en la luna teniá que saberse de algún chulapón de pro en el centro de la tierra, que viva el Atleti (Homo Atleticus Matritensis), la madre que le parió y el chulo que le hizo, que ande yo caliente y a los demás, a mí plim…
Ustedes ríen, como debe ser. Todo esto les parece de lo más divertido y están en la edad de reir. Rían, rían. Pero el técnico que hizo enmudecer al engendro mecánico yaciente, olvidado ahora aquí, en su rincón, lleva ya más de ocho mensualidades cobradas de su prestación por desempleo y eso significa, amigos míos, tres cosas: la primera, que alguna voz ha corrido subrepticia entre las empresas que podrían darle el pan a este buen señor a cambio de sus excelentes servicios de peritaje para evitar que esto, lo del pan, lo de los servicios, se lleve a cabo a pesar de la franca disposición del susodicho; la segunda, que la prensa y la gente y el alcalde reelegido y la oposición despechada y un gato que pasaba por allí han perdido hace mucho, mucho tiempo, el interés por una noticia que no se renueva, por una investigación que ajena a la vorágine de arriba rasca paciente las tripas de Lavapiés; y la tercera, conectada a la lógica aplastante de las otras dos, que esos mismos picatostes metidos a mecenas, apresurados en un principio a figurar en los carteles como altruistas amigos de la cultura, ven que con el paso de los meses el soñado beneficio parece desvanecerse, así que todo empieza a moverse al ritmo de una asfixia distinta a la que provoca el estar bajo tierra, el cordial apremio para que liquidemos el asunto, nos vayamos con nuestras espátulas, carbonos y ordenadores a otra parte y dejemos al insecto cometierra trabajar por el interés general. Así que rían, rían. Aunque mi cabeza penda de un hilo de incontinencias antes de caer, precediendo con estrépito a las suyas.
Vuelvo a repetirles lo arduo de este estudio fundamental, deliberadamente vasto, proclive a los bailes de fechas. ¡Dejen de reír, coño! Sepan que yo debo responder por todos ustedes. Habrán entendido de una vez por todas lo delicado de nuestra situación. Qué hemos encontrado hasta ahora: además de las dos tibias que originaron todo este embrollo, apenas siete huesecillos de una mano izquierda, una articulación del codo extraordinariamente conservada en un ángulo de cuarenta y cinco grados y varios fragmentos desperdigados de un occipital, demasiado irrelevantes para proponer siquiera una teoría sobre la capacidad craneana del individuo descubierto. Parece, con todo, evidente, que el interfecto es un vetusto ejemplar de Homo Sapiens Sapiens, pero nada más. Que sea el más antiguo de los hallazgos en Europa entra dentro de lo probable, pero no me atrevería a afirmar algo que, en cualquier caso, los promotores de la taifa capitolina se encargarán de difundir a los cuatro vientos.
Lo que no puedo entender, queridos amigos, colegas, compañeros en esta profesión tan bonita como aburrida… si, si… rían, sigan riendo… a ustedes lo del rigor les da igual, ¿no es cierto?... lo que no puedo entender es este absurdo sabotaje, esta rechifla que veo en sus ojos… ¿no se sienten ridículos perjudicando la investigación?... acaso prefieran verme así, desquiciado por la perplejidad a la que ahora me someten… se que ha sido alguno de ustedes… no, no lo nieguen… sean valientes… den un paso al frente… les reconozco al menos que tienen mucho ingenio, que yo mismo me reiría si mi prestigio como arqueólogo no dependiera de todo esto… vamos, no habrá represalias para el que salga ahora… tampoco estará mal vista la delación para aquel que se atreva a aclararnos lo sucedido… vamos… por favor… ya veo que callan…
Bueno, pues nada, prepárense a recoger sus finiquitos porque o me convencen de que en aquel tiempo el ser humano dominaba la técnica de la alteración de materiales por el calor, lo que supondría un vuelco brutal en nuestra concepción de la Prehistoria, o nos van a llover las piedras cuando comunique a nuestros benefactores el novedoso hallazgo de una mano derecha aferrada desde hace unos dieciocho mil años, año arriba, año abajo, a un extraño objeto vítreo de color ocre semitransparente. No se desternillen tan rápido, porque tal vez tendrían también que explicarme cómo es posible que, adelantándose de calle a las tablillas sumerias, aparezcan sobre dicho objeto vestigios de la que sería el primer ejemplo de escritura e hito que marca, esta vez sí, el comienzo de la Historia, ese motor de la cultura en forma sacrosanta inscripción, de texto raro por inteligible: Mahou.
Imagínense los titulares. Daríamos la vuelta al mundo, varias vueltas daríamos, casi seguro. Se dispararían las controversias muy pronto. Muchas sociedades históricas y arqueológicas se rasgarían sin ningún tipo de tapujo las respetables vestiduras. Sería fantástico ver a los catalanes disputándose la propiedad de los restos por aquello del apellido y el lúpulo, a los escoceses recordando la procedencia del chotis, a los suizos observando el jaleo con rigor y evanescencia, siempre puntuales, siempre desde la barrera. Luego comenzaría otro tipo de reivindicaciones, se compararía nuestro hombre con nuevos descubrimientos e imprevistas imitaciones. No sería extraño encontrar un ejemplar de lo más añejo en Tubingia, una protesta el día de Saint Patrick en Dublín, un holandés errante, un monje belga cervecero y viejo, al menos tan viejo como el nuestro.
No se rían, no. Ya, ya sé en Lavapiés hay más bares que en toda… como dice ese que canta, pero nada más. Que tanta proliferación de buena vida venga de tan antiguo entra dentro de lo probable, pero no me atrevería a afirmar algo que, en cualquier caso, los promotores de la taifa capitolina se encargarían de difundir a los cuatro vientos, y hasta habría algún empecinado en demostrar que estas manos, este codo, estas tibias y esta calavera pertenecieron al primer tabernícola, apuntillando con ese natural gracejo matritense que a mí, plim al abandonar la tasca de viejos y la barra del tiempo y la caña vacía y el plato de loza en elipse en el que yacen, olvidados, uno cuantos huesos… de aceituna.

sábado, 22 de septiembre de 2012

PLANÈTE OCÉAN, UN DOCUMENTAL DE YANN-ARTHUS BERTRAND Y MICHAEL PITIOT


El fotógrafo Yann Arthus-Bertrand es mundialmente conocido por su serie de fotografías tomadas a vista de pájaro (o de helicóptero) que inmortalizan los lugares más impresionantes (en lo bueno y en lo malo) de nuestro planeta. Muchos recordarán las imágenes de su proyecto visual La Tierra desde el Cielo. Este mismo año acaba de presentar en la Cumbre de la Tierra de Rio+20 su última obra, Planète Océan (2012), un documental escrito y dirigido junto a Michael Pitiot, en el que incide en la belleza de nuestros mares y en el permanente castigo que les inflige la insostenible presión del desarrollo humano. Este es el arranque y/o trailer (en inglés), poblado de espectaculares imágenes aéreas y submarinas, de líneas de reflexión.



En Youtube.



viernes, 14 de septiembre de 2012

MUTABILIDAD, DE PERCY BYSSHE SHELLEY


MUTABILITY

We are as clouds that veil the midnight moon;
How restlessly they speed, and gleam, and quiver,
Streaking the darkness radiantly! —yet soon
Night closes round, and they are lost for ever:

Or like forgotten lyres, whose dissonant strings
Give various response to each varying blast,
To whose frail frame no second motion brings
One mood or modulation like the last.

We rest. —A dream has power to poison sleep;
We rise. —One wandering thought pollutes the day;
We feel, conceive or reason, laugh or weep;
Embrace fond woe, or cast our cares away:

It is the same! —For, be it joy or sorrow,
The path of its departure still is free:
Man’s yesterday may ne’er be like his morrow;
Nought may endure but Mutability.

SHELLEY, PERCY BYSSHE (1814-1815)

MUTABILIDAD*

Somos como las nubes que enmascaran la luna,
que huyen sin descanso, relampaguean, tiemblan,
rasgando con destellos lo oscuro, mas, de pronto,
la noche las rodea y se pierden para siempre;

o arrinconadas liras de cuerdas disonantes
que a cada son diverso responden diferente,
y en cuya hechura frágil ninguna melodía
resuena semejante al volver a tocarla.

Dormidos, pesadillas turban nuestro reposo;
despiertos, vagos sueños contaminan el día;
ya con risa o con llanto, fantasía o razón,
ya abracemos las penas o ya las desechemos

¡da lo mismo! Pues, sea alegre o sea triste,
la senda de su marcha final está ya abierta:
tal vez no sea el pasado del hombre su mañana;
tal vez sólo perdure la Mutabilidad.

SHELLEY, PERCY BYSSHE (1814-1815)

*Este poema impresionante abre la antología bilingüe que sobre Percy Bysshe Shelley publicó Hiperión hace ya un tiempo, titulada No despertéis a la serpiente. La traducción, prólogo y notas son de Juan Abeleira y Alejandro Valero.

lunes, 10 de septiembre de 2012

LAS DERROTAS DE JOSÉ NAVEIRAS SE SIRVEN EN LOS DIABLOS AZULES


Parece que habláramos de un buen tequila servido a trago largo, del fuego embotellado que va de mesa en mesa mientras compartimos algo de esa soledad que se sube al entarimado. Somos gente de canciones tristes y larga historia decisiva que contar, somos voces curtidas y horas rotas por la dignidad y el vicio...
Cuidado, cualquier noche la puerta de los Diablos Azules se abrirá de golpe y la sombra de una figura se recortará sobre el fondo sorprendiéndonos otra vez.
Imagináos un sonido de espuela, una madera que cruje al paso del hombre que avanza hacia la luz, una identidad que se desvela al otro extremo del local.
Una incógnita: no sabemos si José Naveiras se quitará entonces el sombrero mexicano con el que ha sido retratado y visto últimamente. Otra: ignoramos si hará lo mismo con esa pajarita que le da un aspecto de lo más duro.
Una certeza: lo que es seguro, seguro, es que echará mano a las cartucheras y, desenfundando con un ademán prodigioso y ágil nos apuntará a la cara con un par de ejemplares de su última publicación, Las derrotas, un libro de poesía ilustrado por Rodrigo Córdoba y editado con cariño y destreza por Zoografico Diseño Editorial.
José Naveiras vuelve de la mano de Carlos Salem al espacio Se buscan Poet@s (Jam Session de poesía), que se celebra todos los martes en los Diablos Azules (c/Apodaca, 6, Metros Tribunal / Bilbao, Malasaña, MADRID) a eso de las 21:00 horas. Esta vez, este martes 11 de septiembre de 2012, con Las derrotas, jamás derrotado.
Buscad una mesa. Pedid un tequila. Olvidáos de vuestras tristezas. Y escuchad...

¡AY, LA DOLCE VITA, LA DOLCE VITA!


Marcello Mastroianni en una pausa del rodaje de La Dolce Vita © Arturo Zavattini 
No sé qué está pasando últimamente, si será la nostalgia de otros tiempos apenas vividos o, peor aún, no vividos jamás, una suerte de homenaje a los orígenes de ese resbaladizo concepto conocido como glamour o un canto de bienvenida a las tragaperras y el "hagan juego" que caerán, parece ser, aquí en Madrid, como agua de mayo en el desierto, como maná revivificador que nos ayude a soportar la dura realidad. Podríamos esperar la llegada del deseado Eurovegas con un "Americanos, os saludamos con alegría", pero me parece a mí que eso sería jugar con fuego, no no, toca madera, no vayan a pasar de largo dejando a nuestros maravillosos mandatarios compuestos y sin casino, casi casi como en la añorada película de Luis García Berlanga. Así que toca poner cara de poker, algo nada fácil para algunos, olvidarse de Bienvenido, Mister Marshall (1953) y buscar ese espejo al que adorar en otros gestos, otras imágenes más fascinantes.
Y ese espejo se encuentra en Roma. En Roma, claro. En la Roma de los años 50 y 60, repoblada por actores y actrices de prestigio, una parte de Hollywood asomándose a la cremallera de la Via Veneto, llenando los bares, montando en motorino y pasándoselo en grande bajo los flashes de la nueva prensa sensacionalista, a merced de los cotillas. Estilo, diseño, popularidad y alegría, gente guapa y escándalo, todo lo que el pueblo quiere saber (y llegar a ser), un cóctel que sacó a la Ciudad Eterna de aquel agujero negro que había supuesto la II Guerra Mundial y la catapultó para (casi) siempre a un estado tópico distinto al de los edificios del Foro. Un tiempo de luces que no oculta sus sombras y perversiones al otro lado del escaparate, inmortalizado con sabiduría por Federico Fellini en La Dolce Vita (1960). Ahora el término Dolce Vita está asociado directamente a esa suerte de espejismo glamouroso que, con diferencias locales, se ha exportado a todo el mundo a lo largo de los años. Claro que no es lo mismo un bolo con Kirk Douglas o Ava Gardner que con los concursantes de Gran Hermano.
El hecho es que, casualidades del destino, coinciden en el tiempo varias exposiciones que remiten a esta época dorada de la capital italiana. En Roma, hasta el 14 de noviembre, los Mercados de Trajano albergan la exposición La Dolce Vita. 1950-1960. Stars and Celebrities in the Italian Fifties, con más de 100 fotografías y 80 revistas que retratan aquella Italia. Y en Madrid, dos, que no una. La primera, dedicada a Fellini con el título de Federico Fellini. El circo de las ilusiones, una muestra de más de 400 piezas en torno a las obsesiones del director que ya pasó por Barcelona y ahora está en el CaixaForum Madrid (Paseo del Prado, 36) hasta finales de año. Y la segunda, recientemente inaugurada bajo el título de Los años de la dolce vita, hasta el 6 de enero de 2013, analiza a través de distintos materiales (audiovisuales, vestuario, diseños y fotografías) aquellos años que forjaron el mito. Destacan, por supuesto, la serie de imágenes de Tazio Secchiaroli, fotógrafo que inspiró al Papparazzo felliniano, así como las de Marcello Geppetti y Arturo Zavattini, que documentaron gráficamente aquella época mientras colaboraban en la creación del un nuevo lenguaje periodístico.
¡Ay, Roma! ¡Ay, la dolce vita, la dolce vita! Nostálgicos, estilosos, cotillas, cinéfilos y soñadores. No os perdáis esta oportunidad gratuita de creer en el antiguo esplendor de las estrellas.

Los años de la dolce vita

Dirección:
Sala de Exposiciones Canal de Isabel II
c/ Santa Engracia, 125
28003 Madrid
Teléfono: 915451000 – Ext. 2505
Horario:
De martes a sábado, de 11:00 h a 14:00 h y de 17:00 h a 20:30 h.
Domingos y festivos, de 11:00 h a 14:00 h.
Cerrado: Lunes, 25 de diciembre, 1 y 6 de enero.
Visitas guiadas gratuitas:
Sábados: 12:00 h, 13:00 h, 18:00 h y 19:00 h.
Domingos: 12:00 h y 13:00 h.
Excepto: 29 y 30 de diciembre y 5 de enero.
Entrada gratuita




lunes, 3 de septiembre de 2012

DIEZ MINUTOS PARA PISAR VENECIA


La vida no tiene marcha atrás. Me despierta el olor a pies del compartimiento. Parece temprano. Los jóvenes me han abandonado, dejándose aquí las mochilas, los calcetines, las cantimploras, el paquete de fiambre abierto, los papeles del InterRail desperdigados por el movimiento sobre los asientos de falso cuero. Qué podría interesarles de un nonagenario que viaja solo, un pobre viejo. Ya no. Ya no hay respeto. Escucho su algarabía adolescente en el pasillo. Afuera una espesa niebla lo circunda todo. Mi mano restriega un círculo en la ventanilla, pero nada, la visibilidad es nula. Por encima el sol debe rozar encogido las tramas de algodón vaporoso. Hasta que los rayos calienten. Pero ahora sólo el tren que corta en el celaje como un filo. Me acomodo en el espacio vacío. Recuerdo el primer viaje, los ojos de mis hijos asombrándome, abrasados de preguntas. Mis tres hijos. Hace ya tanto tiempo. O dormidos, con el cuerpo descabalgado, apoyando las cabezas en los hombros de los otros. Hace tanto. Pero la vida no tiene marcha atrás, siempre avanza, la vida es este tren que me desliza hacia delante, rumbo a una ciudad cualquiera. Los muchachos se divierten entre chanzas, son felices en su instante detenido. Qué puede interesarles de un nonagenario como yo, del viejo chiflado que viaja solo. Cuántas cosas no he hecho. Cuántas cosas me faltan por hacer. El revisor me sorprende. Signore, arriveremmo in dieci minuti. Grazie mille. La bruma se va levantando. El tren reduce el paso hasta detenerse. Los rayos del sol inciden sobre la ventana. Los chavales vociferan en el pasillo, pasmados por el espectáculo. Fijo la mirada en el agujero que mi mano repitiera. Diez minutos para pisar Venecia. Por primera vez. Mi frente se desploma sobre el vidrio. Si pudiera… Pero la vida no tiene marcha atrás. La vida es este tren que se suspende a las puertas del Gran Canal, inmóvil sobre la fina lengua de balasto, serpiente mecánica que flota descansando sobre el mar. Antes de llegar a su destino. No muy lejos de allí, un gondolero con camiseta a rayas bosteza ante la breve espera.