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martes, 13 de agosto de 2013

SUPERSTICIOSO, EN LUCHA CONTRA LA MALA (SUERTE)


¡Atchusss! ¡Horror! ¡Salud! Las yemas de mi pie derecho estaban a punto de tocar el pavimento cuando el estornudo vino a alterar las cosas. Volé de la cama al baño para no tropezar más. Hoy era el gran día. Martes. 13. El espejo cayó a plomo ante mi poderosa mirada. ¡Damm! Salté justo a tiempo al otro lado de la ducha. No había un solo segundo que perder. Luego recogería los pedazos. Tomé café mientras la tostada se me resbalaba boca abajo. Pero tenía prisa. Corrí a vestirme. Ya iba a salir cuando llamaron a la puerta. ¡Vaya! El tuerto del casero rezongaba al otro lado de la mirilla. Me hice el sueco. A los cinco minutos se cansó de aporrear la puerta. Se fue. Era el momento de encontrarme con mi destino. Martes. 13. Busqué el salero. ¡Ahhrghh! Vacío. Tendría que pasarme primero por el colmado. Toqué madera y salí echando chispas. En el portal me destrocé la espinilla. ¿Pero quién había puesto ahí aquella escalera? Medio cojo y apurado, corrí como alma que lleva el diablo. Sorteé al simpático gato negro que se cruzó en mi camino, pero no pude esquivar la mierda. ¡Mierda reciente de todos los perros! Alcancé la cancela del colmado justo cuando un idiota probaba los paraguas.
-¿Tiene sal, gorda?
-¡Oiga, sin insultar! ¿Cuanta quiere hoy? ¿Un kilo?
-Treinta, para llevar.
Y es que hoy era el gran día. Martes. 13. Salí muy ufano del colmado, con el saco de sal sobre los hombros. Ya estaba preparado para ir al encuentro de la Mala (Suerte).

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