Pages

lunes, 30 de septiembre de 2013

HIJOS DE CAÍN


Vamos a ver si lo he entendido. Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso y tuvieron dos hijos, Abel, el buen pastor, y Caín, el agricultor fratricida. Caín mató a Abel. Después fue señalado y protegido por una marca y fundó la primera ciudad. Por así decirlo, es el padre de la civilización. La agricultura triunfó sobre el pastoreo, el sedentarismo sobre la trashumancia. Así que Dios quiso que fuéramos hijos de un asesino y no de un santo. Pues vaya mierda, casi que prefiero descender del mono.
Pero cómo se reprodujo el tal Caín. Los intérpretes y exégetas de los textos sagrados se inventaron una tercera hermana para solucionar la papeleta y cerrar el triángulo necesario en todo melodrama. El asesino se quedó con la chica y santas pascuas. Lo dicho, prefiero el mono.
Toda religión tiene sus fábulas para embaucar al pueblo. Sus leyendas sobre la creación y el origen, sus metáforas, si se quiere, para explicar, extender e imponer una ideología particular sobre las demás.
Y así deberían ser entendidos la Biblia, El Corán, la Torá, como historias, no como Historia.
Y sin embargo hay gente que se devana los sesos buscando la ubicación geográfica del Edén, científicos que taladran el hielo del Polo Norte para encontrar pruebas de un Diluvio Universal. Los textos sagrados de las principales religiones han servido (y aún sirven) para identificar el mal con la mujer, menospreciándola y sometiéndola. Y las serpientes tampoco han salido bien paradas. Ni los pueblos, claro está. Con el asunto de la marca de Caín se ha estigmatizado a los que había que dominar. Los devotos negreros cristianos aludían a esa marca para justificar la esclavitud y otras tropelías cometidas en África. La misma idea idiota emponzoñaba (y emponzoña) los débiles cerebros de los miembros del Ku Klux Klan y de numerosas organizaciones racistas. Y qué decir de los propios judíos, estigmatizados, marcados desde siempre por esos cristianos viejos europeos, condenados al éxodo, al ghetto, al pogrom y finalmente al exterminio nazi. Hijos de Caín asesinándose como hermanos. Dicen que hubo tres hijos de Abel, defensores a ultranza de la no violencia: Jesucristo, Gandhi y Martin Luther King. Ya sabemos cómo acabo su sueño. Lo dicho, sí, prefiero descender del mono.
En cuanto a lo de que Caín mató a Abel con la quijada de un asno, resulta que ese objeto no aparece por ninguna parte. Los textos sagrados no lo nombran en absoluto. ¿Una nueva interpretación, otra mistificación hecha a medida?
Me temo que el creer o no creer seguirá siendo una cuestión de fe.
La quijada fue utilizada en África, de donde pasó a Perú, como instrumento de percusión. Su sonido particular se produce por la vibración de los molares sobre el hueso al ser golpeados. Qué queréis que os diga, prefiero ese uso al otro. Ahora me voy, como buen hijo de Caín, con la música a otra parte.

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Dádle voz al oráculo