Pages

jueves, 21 de noviembre de 2013

RAPHAELSTILTSKIN Y LA LOTERÍA DE NAVIDAD


Perseguimos la senda de luz caliente, el temblor de millones de llamas que llenan de una belleza misteriosa las calles empedradas de Pedraza, caminamos así en la noche oscura del alma hasta alcanzar un extremo de la plaza, y es entonces cuando adivinamos la presencia del grupo salvaje, percibimos a lo lejos sus figuras recortadas y nos viene de pronto un olor a viejas glorias musicales para todos los públicos mientras un delirio navideño perpetrado a través de una mezcla de estilos incompatibles desintegra el "You were always on my mind" de Elvis Presley con casi tanta saña como lo hicieron hace años los Pet Shop Boys. Reunidos en torno a su lánguida ejecución nos abrazamos arrobados, cruzamos los dedos y pedimos suerte a San Pancracio, porque estamos dentro del nuevo anuncio de la Lotería de Navidad.
Pero no olvidamos la semilla esquiva y oscilante que se aloja en todos los sueños, la delgada línea que separa la normalidad del horror, la confianza de la pesadilla. Porque intuimos el escalofrío, y los bombos que componen el extraño árbol luminoso se nos antojan jaulas de oro custodiadas por guardianes cantarines, por pérfidas sirenas embaucadoras y magas Circe que esperan el momento adecuado para llenarlas con incautos como nosotros. Ahí está la Odisea. Y entonces nos fijamos en sus caras, en sus dentaduras perfectas e idénticas, son seres indefinibles de sonrisa intrigante y forzada, no son reales, seguro que no, parecen autómatas diseñados hasta el último detalle por algún loco, personajes desviados de su cuento. Los cuentos. Ahí está la mano de Pablo Berger. Nos damos la vuelta intentando encontrar el rastro distorsionado de Tim Burton, quizá alguna huella de Helena Bonham Carter. Marta Sánchez y David Bustamante se observan, tan divertidos como cómplices. La Niña Pastori aprieta con fuerza los puños. Raphael parece relamerse, sus pequeños ojos no brillan, sino que desprenden un fulgor inquietante y oscuro. Montserrat Caballé abre la boca y lanza una mirada perdida al aire. Sus ojos parecen a punto de estallar, como los de los personajes de Scanners, aquella película de David Cronenberg. Sabemos que no hay escapatoria. Es posible que los accesos a la plaza ya estén bloqueados. Es el fin. De repente Raphael se da la vuelta y comienza a mover su mano derecha de manera siniestra. Na na na na ná, na ná...na... 
Su sonrisa nos desconcierta.
-Ya es la hora...-parece decir entre dientes, sin abandonar jamás su máscara.
Y entonces los habitantes de Storybrooke recuperamos la memoria, y Pedraza no es Pedraza y Raphael no es Raphael, es Rumpelstiltskin en la serie Érase una vez, y aunque Robert Carlyle quiera desmentirlo y hable de simples casualidades, de parecidos razonables, hay gestos intransferibles que siempre nos delatan (véase foto adjunta). Es el fin, desde luego. Solamente nos queda repetir tres veces el nombre del duende y esperar a despertar de este sueño: ¡RAPHAELSTILTSKIN, RAPHAELSTILTSKIN, RAPHAELSTILTSKIN!...
¿No nos creéis? Entonces comprobadlo vosotros mismos.



En Youtube.

viernes, 15 de noviembre de 2013

UN RECITAL A TRES BANDAS


Nos conocimos hace tiempo, en los miércoles del Bukowski Club, y luego comenzó nuestro intercambio de ideas al ritmo de esa vorágine artística que emanaba (y emana) de La Vida Rima. Hemos compartido risas, cañas, palabras y escenarios. Cada uno ha seguido un camino creativo y vital diferente, sin dejar jamás de luchar por sus sueños. Después de mucho tiempo intentándolo, vamos a juntarnos los tres para celebrar con un recital A TRES BANDAS la publicación de nuestros últimos trabajos:
CARLOS GALÁN, músico excepcional y poeta de la alegría, os traerá un pedazo de su último disco, Carne de Canción.
JUAN CARLOS PÉREZ MEDINA os dirá Todo lo que sé, una recopilación de sus textos magníficamente autoeditada.
Y un tal LUIS MORALES os mostrará sus sueños hechos Realidad, ese poemario publicado por LVR[ediciones.
Pero lo más importante es que estaremos juntos, mezclándolo todo, afinando la puntería y repasando trigonometría, tirando líneas imaginarias perfectas para alcanzar el punto exacto, jugaremos A TRES BANDAS para crear una nueva y espectacular sorpresa, una hermosa y durísima carambola de música y poesía. Allí estaremos sí, acompañados por LVR[ediciones, a cuya vera encontraréis nuestras cosas.
Será el sábado 16 de noviembre, a las 20:30 horas, en VERGÜENZA AJENA (c/ Galileo, 56, Barrio de Chamberí, Metros Quevedo, Canal o Argüelles, MADRID)
Allí os esperamos, con voz y palabra, con música y espectáculo. Con poesía.

sábado, 9 de noviembre de 2013

LECCIÓN DE ANATOMÍA


Aquí os dejo este relato lleno de humor, amor y muerte, publicado en 2012 por Ediciones Traspiés en PervertiDos. Catálogo de parafilias ilustradas. Se titula:

LECCIÓN DE ANATOMÍA



Apostados detrás de unos setos, Hans y yo pudimos observar sin ser vistos la culminación del trabajo del profesor Heinrïck. Bañado por la luz de su linterna, el ataúd desenterrado se revelaba siniestro. Heinrïck desenclavó la tapa con ayuda de una palanca. La arrojó lejos, descubriendo el cuerpo aún fresco de una joven que debía haber muerto hace poco. Cuando se aflojó los tirantes y procedió a desabotonarse los pantalones supimos lo que iba a hacer.
Escuchamos los primeros ardores necrófilos del profesor sobre aquel desdichado cadáver. Hans, divertido ante mi estupefacción, me lanzó una de sus miradas mordaces. Luego alzó la voz.
–¡Buenas noches, profesor!
Sorprendido, Heinrïck levantó los ojos, encontrándonos tras los setos, a unos pocos pasos de la escena.
–¡Ehhh, vosotros! –aulló–. ¿Qué diablos hacéis aquí? ¡Me las vais a pagar todas juntas! ¡Estáis muertos, muertos!
Y se abalanzó sobre nosotros, aunque su carrera se vio dificultada por el hecho de llevar los pantalones a la altura de la rodilla. Un impulso erróneo propició el desafortunado tropiezo del profesor, que fue a dar con su cabeza sobre el canto de una lápida, desplomándose en el acto.
Hans prorrumpió entonces en sonoras carcajadas. Acercándose al cuerpo lo tocó con la punta de la bota.
–Mala suerte, profesor. La próxima vez… asegúrese bien los pantalones… ja ja ja.
–Pero ahora qué hacemos. No podemos dejarlos aquí.
Entonces Hans cortó de un tajo su risotada y me miró pensativo.
–Tienes razón, querido –me dijo palpándose el cinturón-. Terminemos el trabajo.