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miércoles, 23 de abril de 2014

PASIÓN POR LOS LIBROS


En un día como hoy no está de más recordar lo que significan los libros para muchos de nosotros, esa condición de objeto mágico que a veces tienen, más allá de todos los mercantilismos y todos los denuestos. Podría referirme aquí a todo lo que han sufrido los libros a lo largo de la Historia, las expurgaciones, los escrutinios, el fuego, la prohibición, o a lo incierto de su futuro en esta sociedad que evoluciona hacia lo multimedia y el consumo rápido. Pero es verdad que un libro seguirá siendo un libro en el soporte que sea. Es un superviviente de naufragios que espera a ser recatado de las estanterías de cada biblioteca, de cada librería. Todo depende de nosotros, de nuestra pasión. 
En ese sentido vuelvo a invocar aquí un texto que publiqué hace unos años bajo el título de La pasión de Bastián Baltasar Bux. En el mismo recordaba el pasaje inicial de La Historia interminable (Die unendliche Geschichte, 1979), la inolvidable novela de Michael Ende. En el mismo su protagonista Bastián Baltasar Bux, el niño lector a través de cuya lectura leemos esta historia, piensa en apoderarse del libro. Una bella definición de lo que supone para muchos, y repito, a cualquier edad, la literatura. Aquí os lo dejo de nuevo:

Las pasiones humanas son un misterio, y a los niños les pasa lo mismo que a los mayores. Los que se dejan llevar por ellas no pueden explicárselas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay hombres que se juegan la vida para subir a una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, puede explicar realmente por qué. Otros se arruinan para conquistar el corazón de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen a sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa... o de la botella. Algunos pierden cuanto tienen para ganar en un juego de azar, o lo sacrifican todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que sólo serán felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su vida. Y unos pocos no descansan hasta que consiguen ser poderosos. En resumen: hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay.

La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros. Quien no haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado...

Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o Mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...

Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido...

Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente lo que Bastián hizo entonces.

Miró fijamente el título del libro y sintió frío y calor a un tiempo. Eso era, exactamente, lo que había soñado tan a menudo y lo que, desde que se había entregado a su pasión, venía deseando: ¡Una historia que no acabase nunca! ¡El libro de todos los libros!

ENDE, Michael, La Historia Interminable, a.


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