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jueves, 20 de abril de 2017

AUTOR PERDIDO EN BUSCA DE SUS PERSONAJES


Ya me hubiera gustado a mí, tan cervantino, tan metalingüístico y retorcido como soy, haber asistido hace ya casi un siglo a la primera representación de Sei personaggi in cerca d'autore en el Teatro Valle de Roma. 9 de mayo de 1921. Me imagino con la boca abierta y sorprendido mientras el público enviaba al infierno o al manicomio al pobre autor incomprendido.
¡Ay, cómo cuesta lo difícil de entender! Cómo cuesta en general (¿verdad?) abrir los sentidos y la razón de nuestros contemporáneos. La desintegración del espacio. La ruptura de las paredes. El atrapamiento del espectador. La visualización de la trampa, del mecanismo que oculta cualquier trama. Incluso hoy en día se suelen utilizar técnicas parecidas cuando se quiere 'asombrar' al público.
Al final el bueno de Luigi Pirandello tuvo que explicar con un prefacio su drama, sus intenciones dinámicas y temáticas. Y eso le llevó al éxito. 
Primera de las obras de la trilogía del Teatro dentro del Teatro, Seis personajes en busca de autor tiene momentos sublimes y acotaciones de lo más aclaratorio. Como muestra este botón, casi al inicio, sobre la presentación de los personajes:

Quien vaya a intentar una puesta en escena de esta comedia debe valerse de todos los medios disponibles para lograr un efecto gracias al cual estos SEIS PERSONAJES no se confundan nunca con los ACTORES de la compañía. La disposición de unos y otros, indicada en las anotaciones,cuando ya se encuentren en el escenario, será sin duda útil; tanto como una intensidad luminosa variada de reflectores especiales. Pero el medio más eficaz e idóneo que se sugiere será el uso de máscaras especiales para los PERSONAJES: máscaras especialmente elaboradas con una materia que el sudor no ablande, así que no serán ligeras para los actores que deberán llevarlas; se confeccionarán de tal modo que dejen libres los ojos,la nariz y la boca. Se interpreta de esta manera el sentido más profundo de la comedia. Los PERSONAJES no deberán, por lo tanto, aparecer como fantasmas, sino como realidades creadas, elaboraciones inalterables de la fantasía: y por lo tanto más reales y consistentes que la voluble naturalidad de los ACTORES. Las máscaras ayudarán a dar la impresión de la figura construida artísticamente y fijada de manera inalterable en la expresión del propio sentimiento fundamental, que es el remordimiento en el PADRE, la venganza en la HIJASTRA, el desdén en el HIJO, el dolor en la MADRE, con lágrimas de cera, fijas en lo más lívido de las ojeras y las mejillas, como se puede ver en las imágenes esculpidas y pintadas de las Mater dolorosa de las iglesias.
PIRANDELLO, L., Seis personajes en busca de autor, 1921.

Máscaras especialmente elaboradas... La máscara siempre es la clave. Pero claro, los seis personajes no son solamente eso. 
EL DIRECTOR. (Primero sorprendido, luego fastidiado.) ¡Déjenlo! ¡Cállense! (Luego, dirigiéndose a los PERSONAJES.) ¡Y ustedes váyanse de aquí! ¡Despejen el lugar! (Al DIRECTOR DE ESCENA.) ¡Por Dios, sáquelos de aquí!
EL DIRECTOR DE ESCENA. (Acercándose, pero luego deteniéndose como si lo retuviera una rara turbación.) ¡Fuera! ¡Fuera!
EL PADRE. (Al DIRECTOR) Mire, nosotros...
EL DIRECTOR. (Gritando.) ¡Basta, tenemos que trabajar!
EL PRIMER ACTOR. No es posible que alguien se burle así...
EL PADRE. (Resuelto, adelantándose.) ¡Me sorprendo de su incredulidad! ¿Acaso no están los señores acostumbrados a ver cómo aparecen casi vivos aquí, uno frente a otro, los personajes creados por un autor? ¿O a lo mejor no tienen (señalará la concha del APUNTADOR) un guión que nos contenga?
LA HIJASTRA. (Colocándose frente al DIRECTOR, risueña, zalamera.) Puede creer, señor, que somos de verdad seis personajes interesantísimos. Lamentablemente frustrados.
EL PADRE. (Apañándola.) ¡Sí, frustrados, eso es! (Al DIRECTOR, de inmediato.) En el sentido, claro está, de que el autor que nos dio vida, después no quiso o no pudo materialmente introducirnos en el mundo del arte. Y de verdad que fue un delito, señor, porque quien ha tenido la suerte de nacer como personaje vivo, puede reírse incluso de la muerte. ¡No morirá jamás! Y para vivir eternamente ni siquiera necesita de dotes extraordinarias o realizar prodigios. ¿Quién era Sancho Panza? ¿Quién era don Abundio? Y, sin embargo, son eternos, porque —semillas vivientes—
¡tuvieron la suerte de encontrar una matriz fecunda, una fantasía que supo nutrirlos y desarrollarlos, darles vida eterna!
EL DIRECTOR. ¡Todo lo que dice está bien! Pero ¿qué quieren aquí?
EL PADRE. ¡Queremos vivir, señor!
EL DIRECTOR. (Irónico.) ¿Por toda la eternidad?
EL PADRE. No, señor. Por lo menos un momento, a través de ustedes.
UN ACTOR. ¡Qué ocurrencia!
LA PRIMERA ACTRIZ. ¡Quieren vivir en nosotros!
EL ACTOR JOVEN. (Señalando a la HIJASTRA) Por mí no hay problema, si a mí me toca ella.
EL PADRE. Fíjense, fíjense: todavía hay que hacer la comedia; (al DIRECTOR) pero si usted quiere y sus actores están dispuestos, la organizamos rápidamente entre nosotros.
EL DIRECTOR. (Molesto.) ¿Pero qué quiere organizar? ¡Aquí no se hace nada de eso! ¡Aquí se interpretan dramas y comedias!
EL PADRE. ¡Por eso mismo! ¡Hemos venido con usted justamente por eso!
EL DIRECTOR. ¿Y dónde está el guión?
EL PADRE. Está en nosotros mismos, señor. (Los ACTORES reirán.) El drama está en nosotros, somos nosotros, y estamos impacientes por representarlo, así como dentro nos urge la pasión.
PIRANDELLO, L., Seis personajes en busca de autor, 1921.

Ya me hubiera gustado a mí, tan cervantino, tan metalingüístico y retorcido como soy, encontrarme alguna vez con unos personajes así.

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