Por si álguien todavía no se había dado cuenta, la intensidad del teatro isabelino, barroco, del Siglo de Oro o como lo queramos llamar está en la exacta ubicación de cada verso. Un autor de teatro era, ante todo, un poeta, y no todos fueron capaces de utilizar las armas retóricas puestas a disposición. Pocos pasaron a la posteridad aunque en un primer momento llenaran aquellos espacios escénicos al aire libre. Cervantes se quejaba amargamente de no ser considerado como el gran dramaturgo que creía ser, pero tampoco fue un gran poeta. Este era el terreno al que Lope de Vega le había tomado el pulso para conectar con su público. Y escribió comedias como churros.
Lo mismo, pero elevado a la categoría universal, ocurre con el bueno de William Shakespeare, que supo combinar en sus dramas, tragedias y comedias los temas de altos vuelos con los pormenores comunes y esenciales de la vida cotidiana. Y de nuevo el hilo de transmisión fue el verso, de nuevo el arma y la materia. Si Shakespeare es universal no es sólo por su dominio de las situaciones dramáticas, sino por el filo del verso que utiliza. Y para eso hay que ser, ante todo, un poeta. Aquí os dejo uno de sus sonetos de amor, el número 139. La fantástica traducción, hecha en alejandrinos blancos, corre a cargo de Ramón García González.
SONNET CXXXIX
O call not me to justify the wrong,
That thy unkindness lays upon my heart,
Wound me not with thine eye but with thy tongue,
Use power with power, and slay me not by Art,
Tell me thou lov'st elsewhere; but in my sight,
Dear heart forbear to glance thine eye aside,
What nedd'st thou wound with cunning when thy might
Is more than my o'erpress'd defence can bide?
Let me excuse thee, ah my love well knows,
Her pretty looks heve been mine enemies,
And therefore from my face she turns my foes,
That they elsewhere might dart their injuries:
Yet do not so, but since I am near slain,
Kill me outright with looks, and rid my pain.
SONETO 139
¡Oh! No pidas que yo justifique este mal,
dado a mi corazón, por tu descortesía;
no me hieran tus ojos, sino solo tu lengua;
mátame con tu fuerza y no con tus engaños.
Habla de tus amores, en otra parte, pero,
jamás en mi presencia, ni mires de soslayo.
¿Por qué usas tus engaños, cuando tu gran poder,
es más de cuanto puede, soportar mis defensas?
Déjame perdonarte, porque mi amor bien sabe,
que tus dulces miradas han sido mis rivales,
y por ello mi rostro, de él quiere separarlas,
y vayan a otro sitio a clavar sus injurias.
Mas, ¡para! o es que no ves, que estoy ya casi muerto.
Mátame con miradas y acaba con mi pena.
William Shakespeare Sonnets Sonetos Soneto 139 Sonnet 139 Ramón García González Poesía Teatro
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Hace 21 horas
Con el teatro no me atrevo, pero no estaría mal un monográfico de sonetos de Shakespeare. Incluso un mismo soneto con sus diversas traduccione, que la hay variada y muy diversas.
ResponderEliminarSi, no estaría mal.
ResponderEliminarSi se organiza cuenta conmigo.
Los poemas de Shakespeare son unos de mis preferidos