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martes, 31 de diciembre de 2013

lunes, 30 de diciembre de 2013

EL UNIVERSO DE BENJAMIN LACOMBE (O LOS SUEÑOS DE UN ILUSTRADOR EXPUESTOS EN MADRID)

Detalle de Autorretrato con seis brazos de Benjamin Lacombe
Enfrentarse a cualquiera de las páginas ilustradas por Benjamin Lacombe (París, 1982), cuando aún no conoces su trabajo, puede causar un shock inesperado. Desde luego no os dejará indiferentes la evidente maestría de este jovenzuelo lanzado a convertir cualquier cosa que toca en una joya editorial. Desde textos para niños a novelas decimonónicas pasando por relatos de Poe o cuentos clásicos han pasado por sus manos y sus ojos, para transformarse en auténticos objetos de admiración. Algunos reconoceréis su estilo: "Ojos grandes y muy expresivos, con sentimiento, calor y color. Tez pálida de porcelana y labios finos y coloridos". Así lo define, y estoy totalmente de acuerdo con ello, la web Los Cuentos de Bastian.
En España ha publicado su obra con la Editorial Edelvives. Es posible que os suenen algunos de los títulos que ha ilustrado, como Genealogía de una Bruja, Los Amantes Mariposa, Melodía en la Ciudad, Blancanieves, El Herbario de las Hadas, Cuentos Macabros, La niña silencio, Notre-Dame de París y, ahora Madame Butterfly.


Si no es así, no importa, siempre hay tiempo para la sorpresa. Para los que estáis en Madrid o venís por aquí en estas fechas os propongo un plan interesante: visitar la primera exposición sobre Lacombe que se realiza en nuestro país. Se titula El Universo de Benjamin Lacombe y está teniendo lugar entre los días 19 de diciembre de 2013 y 26 de enero de 2014, en el Museo ABC (c/Amaniel, 29-31). Si lo hacéis tal vez podéis coincidir con un tipo extraño que babea y se muerde las uñas de envidia ante alguna de las ilustraciones de Lacombe, aunque, que quede claro, siempre negaré que sea yo.
Aquí os dejo el enlace a su blog, Y un vídeo muy especial sobre sus Memorias... no hay excusa para no disfrutar.



En Youtube.

jueves, 19 de diciembre de 2013

UNA MAREA HUMANA

Fotografía de Javier Martín Espartosa (druidabruxus), tomada de Flickr bajo Licencia Creative Commons
Aunque no lo creáis, a mí me gusta la Navidad. Me trae sobre todo recuerdos de cuando era niño y las cosas se veían desde una perspectiva diferente, más mágica y emocionante. Nada como la tabula rasa de la infancia, la inocencia y atrevimiento de aquellos días pasados.
A mí me gusta, sí, la Navidad, aunque no lo creáis. No soy como Ebenezer Scrooge. La fiesta, las cenas increíbles, las vacaciones, los encuentros con los primos, el juego eterno, el acostarse tarde, las uvas, los turrones, aquellos programas de Martes y Trece... cada diciembre la memoria se abre paso en lo cotidiano para mostrarme con nostalgia el espíritu de las Navidades Pasadas. Pero luego hay que volver. Las Navidades Presentes son difíciles, contradictorias. Desde siempre he pensado que eran un momento ideal para estar en familia, pero es verdad, se han convertido en un escaparate de vanidades, en un monumento al consumismo difícil de derribar. Parece que el consumismo es la medida de la prosperidad económica y social, o al menos así nos han querido convencer. Pero dónde está la causa de la movilización navideña, la misma, a mi parecer, de la desmovilización de las protestas contra la injusticia. ¿Antes no éramos así? No es algo que se enseñe en la escuela (lo del consumismo). De hecho a menudo mi hijo de 4 años viene del "cole" con conceptos como el reciclaje, la ecología, el respeto a los animales, la lucha contra la pobreza, el ahorro, el compañerismo, la igualdad de razas y sexos o la justicia social bien aprehendidos. ¿Entonces? ¿Dónde está la causa? En los omnipresentes medios de comunicación de masas, hipertrofiados y vacíos, en esa televisión siempre encendida que bombardea sus mensajes y nos hace cómodos, nos impide usar nuestro tiempo en algo tan sano como leer un libro, jugar un rato e incluso hablar con el de al lado, y reduce el pensamiento a la mínima expresión del blanco o negro, o del rojo o azul, igual de maniqueos. Y ya con Internet y los móviles ni os cuento. Smartphones, tabletas, teléfonos inteligentes suplantando la voluntad de nuestros cerebros. Al final han conseguido que una gran mayoría viva en una especie de limbo, en una nube digital e individualista alejada de la realidad, en un paraíso artificial mucho más potente que el de las drogas, en un mundo feliz más aterrador que el de Huxley. Y así, enganchados al discurso plano y al ritmo delirante impuesto por las nuevas tecnologías, estamos desarmados ante las tropelías que unos pocos seguirán haciendo a nuestra costa. Es difícil, muy difícil explicarle esto a nuestros hijos, pero o lo hacemos ya o nos iremos todos a la mierda, perderemos nuestra libertad sin necesidad de llevar cadenas y entregaremos definitivamente nuestra esencia humana para volver a ser el rebaño que un día fuimos. ¡Paparruchas! No digo nada nuevo, lo sé, pero imaginaos, entonces, lo que nos mostraría el espíritu de las Navidades Futuras.

sábado, 14 de diciembre de 2013

EL HAMBRE, UN POEMA DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Retrato de Miguel Hernández, de Lorenzo Fernández
Certero y descomunal, cercano y universal, pero, sobre todo, más actual que nunca, este poema de Miguel Hernández, "El hambre", publicado en El hombre acecha (1937-1939). Si todavía hay alguno que se pregunta por qué perduran algunos poetas, que se lo lea y al fin comprenda.

EL HAMBRE

I

Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.

El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.

Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.

Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes.
Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.

Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,
cicatrices y heridas, señales y recuerdos
del hambre, contra tantas barrigas satisfechas:
cerdos con un origen peor que el de los cerdos.

Por haber engordado tan baja y brutalmente,
más abajo de donde los cerdos se solazan,
seréis atravesados por esta gran corriente
de espigas que llamean, de puños que amenazan.

No habéis querido oír con orejas abiertas
el llanto de millones de niños jornaleros.
Ladrábais cuando el hambre llegaba a vuestras puertas
a pedir con la boca de los mismos luceros.

En cada casa, un odio como una higuera fosca,
como un tremante toro con los cuernos tremantes,
rompe por los tejados, os cerca y os embosca,
y os destruye a cornadas, perros agonizantes.


Mitad hombre mitad animal, de José Antonio Domínguez

II

El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera que se aprende.
Y la ferocidad de nuestros sentimientos,
allá donde el estómago se origina, se enciende.

Uno no es tan humano que no estrangule un día
pájaros sin sentir herida en la conciencia:
que no sea capaz de ahogar en nieve fría
palomas que no saben si no es de la inocencia.

El animal influye sobre mí con extremo,
la fiera late en todas mis fuerzas, mis pasiones.
A veces, he de hacer un esfuerzo supremo
para acallar en mí la voz de los leones.

Me enorgullece el título de animal en mi vida,
pero en el animal humano persevero.
Y busco por mi cuerpo lo más puro que anida,
bajo tanta maleza, con su valor primero.

Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.

Arroja sus estudios y la sabiduría,
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
de los conocimientos que descubre y procura.

Entonces solo sabe del mal, del exterminio.
Inventa gases, lanza motivos destructores,
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y avanza sobre los comedores.

Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa.
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara
de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa.

Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido,
tanto chacal prohijado, que el vino que me toca,
el pan, el día, el hambre no tenga compartido
con otras hambres puestas noblemente en la boca.

Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi canción presiente.


HERNÁNDEZ, M., El hombre acecha (1937-39)

lunes, 2 de diciembre de 2013

CHAQUESPEARE

"Alas, poor Yorick"

Ciclón desenreda la muerte.
Hilván ataurique tu sangre.
Azul en el pálpito ahueca.
Que viene la luz a anularte.

Un don encadena el infierno.
En todos tus nombres el aire.
Supliendo la voz te desmiento.
Posada infinidad sin lecho.

En todos tus nombres alcanzas.
Acalla el horizonte heleno.
Renglón de cálamo y tiempo.
Eclipse de amor, Dinamarca.