Algo ha sucedido con mi cuerpo. Extrañas hinchazones lo acaparan. Dolor, intolerable dolor. Un hombre enguantado se acerca. Asombra el ardor de su mirada. Sus manos levantan el escalpelo maldito que viene hacia aquí. Me agito en la inmovilidad de la cama, impotente ante las ataduras abrasivas, aúllo y me resisto cuando aparta la sábana y palpa cuidadoso una de las protuberancias. Entonces me traiciono y le escupo en mitad de la frente:
-¡Eh, oiga! No ponga sus asquerosas manos sobre mí.
Perplejo, aquel hombre se limpia el rostro.
-Ha reaccionado. Justo a tiempo. Esto parece irreversible. Vamos muchachos, hay que darse prisa, es la hora.
Y abandona la sala mientras otro individuo suspende sobre mi rostro la mascarilla anestésica.
Si quieres conocer el resto del relato, aquí tienes los enlaces:
La noche se mueve (I: Algo se mueve)
La noche se mueve (II: Minotauro)
La noche se mueve (III: Diagnóstico)
La noche se mueve (IV: Un nombre en un susurro)
La noche se mueve (V: Pastilla verde, roja, azul)
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