Quién demonios es este hombre, se preguntarán ahora mismo millones de individuos aferrados al engaño del día a día, ese que nos exige velocidad de transmisión y de olvido. Algunos buscarán en Wikipedia o en las páginas de cine, otros lo reconocerán de viejas películas en blanco y negro, muchos venerarán su figura hoy para devolverlo muy pronto a un silencio nada esquivo. Un 6 de mayo de hace cien... ¿acaso importa?
Es un mago del siglo XX, un prestidigitador convencido que supo introducirse en nuestras mentes. Un maestro del fraude. Un maestro. Que descubrió nuestros miedos y reconquistó el lenguaje con el que se tejen las historias y los sueños.
Invadir el mundo a través de las palabras, hacer un flashback perfecto a partir de una bola de nieve, de una mesa que crece y aleja, tejer el plano secuencia más hermoso del mundo a pesar de Charlton Heston, jugar con los espejos, mostrarnos las cartas antes de cambiarlas, atravesar con estilo las alcantarillas de Viena, volver a Shakespeare y al Quijote y doblar campanas y desvelar al fin el truco de la vida, de todas las vidas... Cuando todo consiste en perseguir esa felicidad perdida alguna vez. Todo eso, nada más que eso. Un 6 de mayo de hace cien...
Quién demonios eres,
hombre de mil caras.
Quién demonios eres, Orson Welles.
Un recuerdo venidero.
La disolución de un sueño.
El último gran mago.
Un reflejo...
Un espejo...
Un trineo...
Rosebud...
Rosebud...
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