¿Hay alguna razón para que todo lo que ha sido dado indultar en esta vida permanezca deliberadamente quebrantado, para que no lleguen a extinguirse jamás los signos idólatras de nuestra impotencia? Vendrá un día en que la muerte nos sepulte bajo columnas de espanto ante las constantes muestras de equilibrio.
¡Tormenta! ¡Semilla! ¡Belleza Vacía! ¡Supremo Amor Desconcertante! La extraña lentitud de dioses ebrios, siempre ausentes; palabra, voz; la furia que resuena aquí: ¡qué amarga y venerable cobardía!
La doble profusión de abscesos místicos y el entusiasta sacrificio colectivo son glorificados con vehemencia por los justos para el restablecimiento inaplazable del primer motor inmóvil.
¡Oh gran pope! ¡Odre intercesor tambaleante! ¡Condúcenos por esta solitaria vía de costumbres!
Otro arcángel nos impide exorcizar lo que olvidamos amarrado a los instantes, conspira en los letreros, escudriña las arterias ateridas, trasiega como un golpe de viento en los cenáculos inmundos tras dejarnos fascinados.
Buscar algún sentido, desde avenidas enfermas; bajo agujas vigentes, por el bálsamo de las transgresiones y el sexo abismales; en las horas venideras, en su repetición prodigiosa.
Poema del día: "Niñez ciega", de Sabine Huynh (Francia, nacida en Vietnam,
1972)
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Soy de una niñez sin nieve.
Todos los días trenes huían
cruzando campos de hierba
seca. Una niña de rincón,
niña jugando en el corazón
de una ciudad gris y...
Hace 17 horas
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