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lunes, 12 de septiembre de 2011

LA BELLEZA DE SIR JOHN HARRINGTON, POETA E INVENTOR DEL INODORO


Estoy cansado de la anécdota repetida una y otra vez hasta la saciedad: un poeta más conocido por inventarle un W.C. (Water-closet) a la paradigmática reina de Inglaterra, un inodoro para la famosísima Elizabeth The First. Ese es el sino de sir John Harrington desde que en 1589 se le ocurriera (por aquello de la escasez del papel) incluir los planos de tan curioso invento entre las páginas de su poema The Metamorphosis of Ajax. Estoy cansado, sí, de encontrarla traducida, repetida, triplicada y tergiversada. De escuchar siempre la chanza habitual: Harrington debió ser un poeta de mierda. Pero a nadie le he visto reproducir sus versos.
Tras una investigación exhaustiva he dado con uno de ellos, Beauty, en el isabelino inglés original. Adjunto al mismo una traducción propia que, esta vez sí, es digna, con toda probabilidad, de perderse en el fondo de cualquier trono regio. Pido pues vuestra indulgencia.
BEAUTY

Such colour had her face as when the sun
Shines in a watery cloud in pleasant spring;
And even as when the summer is begun
The nightingales in boughs do sit and sing,
So the blind god, whose force can no man shun
Sits in her eyes, and thence his darts doth fling;
Bathing his wings in her bright crystal streams,
And sunning them in her rare beauties beams.
In these he heads his golden-headed dart,
In those he cooleth it, and tempereth so,
He levels thence at good Oberto's heart,
And to the head he draws it in his bow.

SIR JOHN HARRINGTON

BELLEZA

La tez le brillaba como cuando el sol atraviesa
una nube empapada en la primavera agradable;
y así como los ruiseñores se posan en las ramas y cantan
al llegar el verano, lo hizo el ciego dios de irresistible poder,
ahorcajado en sus ojos, lanzando desde allí sus flechas;
bañando sus alas en los radiantes arroyos cristalinos de ella,
y secándolas en sus hermosos cabellos centelleantes.
Sobre estos dirige su dardo de dorada cabeza,
sobre aquellos se entibia y templa,
elevando el tiro hacia el buen corazón de Oberto,
y hacia la cabeza que lo ciñe en su arco.

SIR JOHN HARRINGTON

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