José Ortiz Echagüe (1886-1980) fue, entre otras muchas cosas, uno de los fotógrafos artísticos españoles más importantes del siglo XX. En el año 1935 llegó a ser considerado como uno de los tres mejores fotógrafos del mundo por la revista "American Photography". Para prolongar y honrar su memoria nació la asociación cultural sin ánimo de lucro AFOE, Asociación Fotográfica Ortiz Echagüe, cuyos objetivos principales son la difusión y promoción de la fotografía como medio de expresión artística.
AFOE se establece como una suerte de intercambio que favorezca la evolución y mejora técnica y artística en la fotografía de sus socios, en el que caben todo tipo de actividades y propuestas: concursos, talleres, monográficos...
Ahora surge, como nueva iniciativa, una publicación que divulgará a través de la red esa misma pasión por la fotografía, la revista "AFOE 01". Además de mostrar la obra de sus socios, AFOE 01 propone artículos sobre la Historia de la Fotografía, analiza la obra de Ortiz Echagüe, y añade propuestas sobre técnica fotográfica.
Ángel Sotillo, uno de los miembros de la asociación y encargado de la maquetación y el diseño de la revista, me invitó a participar en este número a través de una fotografía y un relato que partiera, explicara o desmontara la misma. De ahí parte Fatalidad, el texto que cedo a AFOE con todo el cariño del mundo. Aquí os dejo la imagen y la introducción al relato:
Muy pronto sentí la necesidad de viajar. Viajar por el mundo nos abre la mente, y hasta puede cambiar la forma en que pensamos y actuamos, si nos dejamos llevar, relativizando nuestras rutinarias costumbres y haciéndonos conocer otras nuevas. Viajar es también vivir, como cuando leemos, lugares, intervalos y vidas ajenas. A eso aspira el viajero. Hay dos formas de afrontar un viaje: un dejarse llevar, como ya he dicho, un diluirse entre las piedras y las gentes, o bien ese hacerse impermeable detrás de la cámara y la guía y la premura del autobús y el souvenir local made in China. Ambas fórmulas son igualmente válidas, no seré yo quien venga aquí a juzgar los usos, necesidades y actitudes del turista. Pero...
Fotografía de Luis Morales
Últimamente parece verse todo bajo el prisma del dinero, y en ese sentido el turismo es la estrella. Los lugares, intervalos históricos y vidas ajenas locales han sido recuperados y potenciados con un propósito económico incontestable. Cualquier lugar del mundo se ha convertido en un bonito parque temático en el que el turista puede deambular, pernoctar, comprar y alimentarse a su gusto, siguiendo la vaga estela que le impulsó a iniciar el viaje: un recuerdo cultural, una referencia geográfica, una película de éxito, un estilo de vida. El mundo entero está plagado de locus amoenus para todos los paladares y bolsillos. Pienso en casos extremos como Venecia, pero lo mismo me vale para cualquier otro lugar, por pequeño que sea.
La fotografía que origina el relato está tomada desde una de las torres de San Gimignano, una hermosa localidad de la Toscana que debe su skyline plagado de rascacielos renacentistas a la ambición y disputa de las familias que una vez la habitaron. Los turistas se agolpan en las calles y vibran ante la belleza de este escenario vacío plagado de reminiscencias, como en la Muralla China, como en Venecia otra vez, como en el Mont-Saint-Michel o en Disneyland. Casi nadie vive en San Gimignano. Desde lo alto de la torre los hombres son semejantes a hormigas. Y el relato, que no tiene lugar en San Gimignano, recorre de un modo radical esa obsesión del turista por vivir vidas ajenas, esa confianza desmedida en el dinero, esa suerte de escenario animado, para acabar, ahora sí, con una mirada implacable desde las alturas.
LUIS MORALES
Podéis disfrutar de la revista aquí.
Además podéis descargarla pinchando aquí o bien conseguir el PDF aquí.
Que la disfrutéis. Y no olvidéis que estáis invitados a participar.
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