Delfos desde la cima de la colina en el verano de 2006. En primer término un teatro ergonómico que aprovecha la estructura del terreno. Justo a su izquierda, seis columnas rotas, todo lo que queda del templo de Apolo, de dimensiones casi humanas. Recuerda aquella vieja historia, la de las águilas de Zeus que sobrevolaban los cielos cercanos a lo que después sería este apolíneo santuario, portando entre sus garras todas las obsesiones del dios de piedra y trueno, recuerda el cruce de vientos donde se encontraron, cómo vino a resbalárseles el destino en pleno estupor aéreo para incrustarse en las primeras estribaciones de la ladera, muy cerca del monte Parnaso, y cómo el dios portador de Égida, después de mucho deliberar, optó por dejarlo allí, gran Ónfalo, en el mismísimo ombligo del mundo, y establecer allí un oráculo.
Poema del día: "La mano que principia en lo alto...", de António Rosa
(Portugal, 1924-2013)
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La mano que principia en lo alto
el trazo. Rápido
antes de saber, sorpresa y gusto.
Una forma se dice, labio primero,
experiencia de nada, la lengua se ele...
Hace 21 horas
Uo, ciudadano ónfalos. Yo estuve allí en el 2001 (¿? creo) Recuerdo la parte no arqueológica, un pueblo curioso (con un garito infame y ántrico)
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