Mórbido lazo, estrago
que se vierte entre los yerros,
como el agua
fluye en un instinto ondulante,
y un sesgo en los zapatos
marca en el légamo silencio,
la herida en sus dos ojos,
ya no camina consigo.
-Por senderos estrechos,
todo se alía para enloquecerme,
porque arrastro las noches
y veo en los rostros la rabia de siempre,
pierdo los objetos,
la mansedumbre atenaza mis venas,
y aparece un cielo limpio
si deseo las sombras-.
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