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viernes, 11 de enero de 2013

INFLUENCIA DE LA GASTRONOMÍA EN LOS NEGOCIOS (EL BUEN JUICIO DE BRILLAT-SAVARIN)


Qué buen ojo tenía ese hombre de mundo y gastrónomo llamado Jean Anthelme Brillat-Savarin (1755-1826). Qué razón, la del autor de Fisiología del gusto (1826), esa joya del buen comer y el buen beber, ese libro que es mucho más que un recetario. Ahora entendemos los desayunos de trabajo y las comidas de trabajo y las cenas de trabajo y las galletitas de las reuniones de trabajo, y es que hay que tener el estómago lleno para tomar decisiones importantes, en los negocios y en todos los ámbitos de la vida. También en la política, claro. Ahora entendemos, sí, el paladeo gustoso de Rajoy y Aguirre, dándole al pepino español al modo Angela Merkel.


Ahora entendemos también la mirada con la que Zapatero desnuda al pulpo a la gallega cuando éste llega, todavía humeante, a la mesa.


Y sin duda entendemos la atracción proverbial que siente Barack Obama por la comida rápida, cuando tantas son las medidas que tomar.


En la Tercera Meditación de Fisiología del gusto, dedicada a la Gastronomía, Brillat-Savarin define a la perfección las motivaciones culinarias y psicológicas de nuestros dirigentes, tan humanos como nosotros mismos, en apenas tres párrafos. 

INFLUENCIA DE LA GASTRONOMÍA EN LOS NEGOCIOS

Es notorio que los pueblos semibárbaros siempre tienen costumbre de tratar sólo durante la comida asuntos de cierta importancia. En los festines deciden los primitivos declarar la guerra o hacer la paz; y sin ir tan lejos, vemos que son las tabernas en donde los aldeanos verifican toda clase de negocios.
Tal observación no ha sido perdida para los que con frecuencia tienen que ocuparse de grandes intereses y, consiguientemente, descubrieron que el hombre después que ha comido no era el mismo que cuando ayunaba, que la mesa establece una especie de lazo entre el anfitrión y el convidado, haciendo a éste más apto para recibir ciertas impresiones y someterse a determinadas influencias. De todo esto, ha nacido la gastronomía política. Las grandes comidas se han convertido en cierta especie de gobierno y en los banquetes se decide la suerte de los pueblos. Esto ni es paradójico, ni siquiera nuevo; pero sencillamente sirve para consignar observaciones de hechos. Ábranse todos los escritores históricos, desde Herodoto hasta nuestros días, y se verá que, sin exceptuar siquiera las conspiraciones, jamás se ha verificado ningún gran acontecimiento que en su correspondiente festín no estuviese concebido, preparado y dispuesto.

BRILLAT-SAVARIN, J. A., Fisiología del Gusto

Así es. Nada como una barriga llena para llegar a un buen acuerdo. Claro que si se trata de comer con la cúpula de Partido Comunista Chino uno se arriesga a esto. ¿Alguién adivina en qué mesa estoy?


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