Todos somos de carne y hueso, y solo a veces estamos hechos de pensamiento. Luego, antes o después, la NADA. De ahí que resulte tan extraño el camino de la fama. La fama cuesta, decían. Puedes pasarte la vida buscándola y al final no encontrarla. Puedes haber nacido en ella, o también tropezártela en una esquina cualquier mañana inesperada. Puedes no quererla e incluso llegar a odiarla. La fama... que a menudo llega con la muerte y el tiempo, cuando ya no somos ni carne ni huesos, ni siquiera pensamiento.
Por eso me hace gracia tanta placa, tanta inscripción generalizada. Aquí vivió la reina de Saba. En esta casa nació el papa. Los muros de esta cárcel vieron las primeras líneas del Quijote. Este es el primer Water Closet en el que cagó Isabel Primera de Inglaterra. Aquí Cristo sudó sangre. Aquí guardamos el brazo incorrupto de Santa Teresa, allí dos de las cabezas de Juan el Bautista. Aquí Van Gogh perdió la oreja. En este solar se hallaba el convento en el que moró Calderón de la Barca. Este teatro reconstruye el auténtico The Globe, situado originalmente a unos cientos de metros de aquí, en el que vieron la luz las grandes obras de Shakespeare. En esta casa de Salzburgo comió Mozart. En esta casa de Praga tocó Mozart. En esta casa de Viena sesteó Mozart. En esta habitación fue encontrada Marilyn Monroe. En esta butaca de cine fue detenido Lee Harvey Oswald. Esta es la cocina de gas de Sylvia Plath, ese es el camastro de Ana Frank, aquella la cortina de baño de Psicosis, firmada por el mismo Hitchcock. En este camping trabajó de lo que pudo Roberto Bolaño, bajo este mostrador dormía el joven Baroja, en esta taberna no estuvo Hemingway. Esta esquina aparece en tal libro, aquí están las huellas de la pequeña Shirley Temple. En este olivar fue enterrado Lorca. En este muro fue fusilada la libertad. En esta plaza rodaron cabezas, se irguieron guillotinas, ejecutó y fue ejecutado Robespierre. Y en esta otra un loco disparó a John Lennon.
Hacia el final, aquí yace Jim Morrison... porque también hay tumbas y tumbas, y lápidas y lápidas...
Las autoridades gestionan la fama, sí, y las instituciones y las familias y los mistificadores. Peregrinaciones, reproducciones, habitaciones ciclorama, metacrilatos, souvenirs, dinero fresco. La fama... ¿Qué haría el pensamiento, si volviera?
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