No soy proclive a explicar las raíces de lo que escribo, prefiero que el lector/oyente haga su propia composición de lugar a partir de aquello que se encuentra. Sin embargo, en esta ocasión, después de los sucesos que París, de ese mar de sangre que ha intentado apagar la voz de los lápices de Charlie Hebdo, no puedo sustraerme a la necesidad de volver a dejaros aquí este poema para que lo leáis desde esa perspectiva que denuncia a los que quieren acabar con nuestra libertad de expresión, a los asesinos, sí, a los fanáticos de todo tipo, pero también a los sistemas aparentemente democráticos que utilizan sus propios métodos silenciadores. Así es, los intolerantes nunca soportarán las críticas, la sátira, el humor. Ahí os lo dejo.
PÉNDULO
Cualquier noche os descorazonaremos la acrobacia.
Su hélice nos aturde y mesmeriza.
No conocemos el péndulo.
El pozo se enfrenta al último nido sin clámides.
Hay un intruso entre las cuentas de vidrio.
Hay una torre de profundidad que vacila en las cosquillas,
una pluma que se tambalea.
Hay un trasbordador abandonado al musgo,
un ejército de hormigas que desencadena el abordaje
desde obsoletos carritos comerciales.
Hay madrugadas en las que rezuman
los rapsodas prosternados en la isla,
henchidos de celofanes,
instigados desde un catalejo de lejanías.
Si no hubiérais contenido vuestro cuerpo…
Hay quien sabrá expulsaros de la tierra
porque llega la incógnita media hora del delfín.
Estáis en la arista del sueño.
Practicabais un deporte errabundo.
Giraréis en el aire sin espejos.
Cualquier noche os birlaremos las mañanas.
Publicado en Realidad, LVR[ediciones, 2013
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