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miércoles, 17 de julio de 2013

LOS PAPELES DE CERVANTES (O LA HISTÓRICA BANCARROTA DEL REINO)

En una celda de Sevilla se gestó El Quijote

Salvando las distancias (que ahora se recorren en mucho menos tiempo), el Siglo de Oro se parece mucho a este siglo XXI tecnológico reumático y desgastado que nos ha tocado sufrir, al menos en lo que tiene que ver con este triste e ingenioso país llamado España. Las bancarrotas se sucedieron una y otra vez a partir de Felipe II. Las arcas del Reino, supuestamente llenas del oro arrancado al Nuevo Mundo, estaban en realidad vacías gracias al arte de los prestamistas y los primeros bancos. El rey se dejaba llevar por delirios contrarreformistas, edificaba una parrilla de megalómano de la que surgió el más famoso dicho sobre las grandes obras: va a durar más que la construcción de El Escorial. Las capitales se sucedían e intercambiaban siguiendo el desfile de la Corte, la misma que despilfarraba sin medida mientras que el hambre campaba a sus anchas por las tierras de Castilla. Había donjuanes, alcahuetas que arreglaban virgos, curas charlatanes, adivinos, tahúres, sacristanes, gente decidida a medrar, putas, soldados repatriados sin oficio ni beneficio, caballeros pobres de consideración envueltos de apariencia, chalanes, galanes, enanos, jamones, mamones, monjas, pícaros, perros flacos semejantes a licenciados... Y poetas dedicados a sus juegos florales, dramaturgos dándose de aldabonazos, pintores de cámara, inquisidores, frailes... ¿Ladrones de guante blanco? También. Si pillaron a Cervantes es porque socialmente no era nadie. Sí, nuestro Cervantes Saavedra, don Miguel. Nadie está libre de pecado. Ni siquiera Cervantes. Al que se le atribuyen estas quintillas que ironizan sobre la bancarrota del Reino:


Quedar las arcas vacías 
donde se encerraba el oro 
que dicen que recogías, 
nos muestra que tu tesoro
en el cielo lo escondías.

El mismo Cervantes que fue recluido en la Cárcel Real de Sevilla allá por el año 1597. ¿Los motivos? Seguro que os suena algo así como apropiación indebida de fondos públicos. Muchos años después lo de Argel fue encarcelado por las autoridades sevillanas cuando advirtieron ciertas irregularidades en los cuadernos de cuentas que utilizaba en su trabajo como recaudador de impuestos (en Andalucía). Se dice que Cervantes dio con sus huesos en la celda por el abuso de poder del juez que llevaba la diligencia. Mi sensación es que tocó mucho los huevos a los terratenientes andaluces y en cuanto pudieron le tendieron una trampa (eso es lo que diría su abogado, jeje). ¿Lo único bueno? Pues que, tal y como indica el propio autor en el prólogo, allí, en una celda de Sevilla, se gestó El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha
Y mucho tiempo después, lo habitual en estos casos. Cuando Cervantes se convirtió en el más grande escritor de nuestras letras, las doctas y orgullosas autoridades hicieron lo que había que hacer: dejaron un rastro de placas a lo largo de la calle de Sierpes y otros puntos estratégicos de Sevilla, como Dios manda, para que nadie olvidara a tan insigne visitante de la Cárcel Real.

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