los extremos de la vía muerta,
allá donde no silba el aire
ni la sed del hombre fructifica.
Llegar a una región oscura
que a los pies desencanta,
infinita medianoche obscena
cercada por valles estridentes.
mi mano a tu fanal se precipita,
traza en ti que me alimenta
con la blanda voluntad de un astro.
repito el juego, confundo el lado,
pues voy y un péndulo alteras
que siempre a la realidad arrastra.
Atenazad, silentes,
los extremos de la vía muerta,
allá donde no silba el aire
ni la sed del hombre fructifica.
Luis Morales Poesía Deseo lo intocable La memoria enmascarada
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Dádle voz al oráculo