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sábado, 12 de diciembre de 2009

LOS AMANTES ZÁNGANOS (EXTRACTO)

Detalle de El Rapto de Proserpina, de Gianlorenzo Bernini, Galleria Borghese, Roma.

Qué complejo resultaba estar perennemente juntos, ajenos a los nombres de las cosas. Se acomodaron en el beso como un par de lagartos bárbaros. Desentrelazaron los pernos de la carne, todos sus recovecos ocultos, porque en cada trazo de jugo mezclado aún se amalgamara el olor del otro. Era pronto para amalarse noemas, para sandalear el órbego entre las lombas. Pero cuando año tras año la cosecha reclamaba sus flores, cuando el esplendor de la naturaleza se demoraba aún más en la danza de los velos de la noche, aquellos amantes zánganos alcanzaban a comprender que una sola hora de abandono estaba llegando, que era forzoso separarse del mutuo abrazo almendrado para volver luego a encontrarse contundentes, después de las alas del sueño, sorteados con blando calor los absurdos temblores, los pretextos escabrosos de este mundo.
Se acomodaron en el beso, consecuentes con cada segundo, roto el letargo, todas las células del cuerpo renovando los pasos protocolares. Dos cerebros desembocando acordes sobre el perverso deber de bifurcarse, ocho pulgares acostumbrados a la espuela de tenerse sobre la espalda, concentrados ya entonces en la cercana soledad momentánea, amor loco, amor en fuga.

Qué complejo resultaba estar perennemente juntos, ajenos a los nombres de las cosas...

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