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domingo, 10 de enero de 2010

Y AHORA QUE PERCIBO EL FIN


Y ahora que percibo el fin, que muere el ojo,
que ya no hay plan posible y sólo desolación,
me pregunto si las cosas dejarán de existir,
cuando el último hombre oscurezca.



Vagabundeo en los caminos de vuelta,
atravieso sin cuidado calles desiertas
con nombres garabateados hace tiempo
en la profunda escarcha de la mente,
rasgados sobre el ladrillo con la insolencia
de un rey en usufructo.


Y ahora que percibo el fin, que muere el ojo,
que ya no hay plan posible y sólo desolación,
me pregunto si las cosas dejarán de existir,
cuando el último hombre oscurezca.



Esta absurda plegaria al viento aún suena,
el grito no es un sueño todavía,
acaso lo sea el tenue discurso
que arruina mis oídos,
presagiando la decadencia de esta farsa.



Y ahora que percibo el fin, que muere el ojo,
que ya no hay plan posible y sólo desolación,
me pregunto si las cosas dejarán de existir,
cuando el último hombre oscurezca.


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