Desde el encuentro abrupto, curvada bajo el delirio opresor de este quebranto estrófico, la habitación extática en la que alguna vez derramamos líquidos de seda, iridiscencias tristes, promisión de lenguas y caleidoscopios que acaso encubrían la luz hasta hacerla espejo, pero con la inconcebible agudeza del puñal que atraviesa su destino sobre un vértice en el que acaban los mapas, un aterrador dogma que se aboveda en los ojos y las madrugadas.
Tal es la sonoridad del recuerdo. Pieles como muros, moles de sangre antigua, extravertidos pezones, grosor de espuma nutriendo una verga intacta, alguien que olvida girarse mientras el orgasmo asedia el cuerpo.
Iguales a un dios de enormes glóbulos y expertos balanceos, la ausencia y la rabia cautivan con su lóbrego nombre a las bocas hemisféricas y a los amantes depuestos.
Luis Morales Poesía Realidad Rabia
Poema del día: "La llamada", de Charlotte Mew (Gran Bretaña, 1869-1928)
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Desde nuestro asiento junto al fuego
donde hemos dormitado, soñado, observado el resplandor
o amontonado las cenizas, tan quietos que
apenas intuíamos el s...
Hace 9 horas
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