En honor a las hijas de la memoria
te respiro mitológica de almendros,
paseando las orillas
de su mar primavera.
Manuscritos
desplegados sobre arena,
nácar púrpura verbena
los senderos que se vierten
bueyes detenidos no regresan,
apostados en altares
a tu aire esteatopígico.
Y celebras junto a ellos
libación por tus edades
mientras surcos recolectas
sin virtud, pues sospechas
que muy pronto zarpará
tu pedazo de página,
y que yo te pondré
más morena la perplejidad.
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