¿Qué puedo contar de este libro que al fin tengo entre mis
manos? Me abalanzo sobre el objeto singular temblando de emoción. Sobre el
texto impreso. Aún virgen, ajeno a cualquier guía. Ávido de sorpresa. Hacía tiempo
que, como lector, no experimentaba algo así. Y es que no todos los días se puede
leer en la piel de un amigo. Encuentro una envoltura perfecta marcada por el movimiento.
Atravieso la ciudad en el corazón de la serpiente. Vuelvo a casa después de la
presentación de El pulso herido y ya estoy devorando las primeras
páginas. El vagón de metro se agita mientras una de mis manos se independiza. Apenas
acierto a bajarme en mi estación. Tengo que detenerme, cubrir el libro bajo el
ala izquierda ante la intermitente lluvia. Empezar esta lectura me ha llevado a
otro tiempo y ahora emerjo a la realidad un poco desorientado, buscando las
llaves en el bolsillo. El rumbo hasta el portal en los espejos.
No todos los días se puede leer en la piel de un amigo, y
eso parece deliberadamente extraño. ¿Cómo me habría enfrentado a las palabras
de Cortázar de haberlo conocido personalmente? ¿Cómo hubiera buceado en las de Hemingway
o de Cervantes, en las de tantos otros, si hubiera compartido con ellos un sinfín
de momentos personales y la locura de la búsqueda? Como viejos camaradas
recorriendo casas y bares y atriles. Siento una extraña mezcla de expectativa
cumplida y de memoria. Cuando merodeo por los relatos de Daniel Herrera lo
primero es el recuerdo de innumerables veladas, años de juventud enteros en los
que la ficción era lo más importante. Los temas. Las tramas. La forma. El
extrañamiento. El manuscrito. ¡Cuántas horas febriles ardieron en nuestros
cuentos! Sí. La locura nos envolvía con entusiasmo en aquella búsqueda.
Definitivamente es un privilegio. En los intersticios que me
deja lo cotidiano recorro poco a poco los relatos. Y me voy dando cuenta. Del hombre
del profesor del padre del viaje del estupor. Del intertexto a la transferencia
biográfica. Juraría que reconozco ciertos contextos. Porque he doblado las
mismas calles, me asaltan barrios conocidos y a menudo las conversaciones
compartidas como los tableros de ajedrez. Porque posiblemente amemos de forma
consciente ciertas antologías y coincidamos en la brillantez de algunos párrafos.
Es el Daniel que conocía. Pero también está el que viene de lejos. Una
experiencia americana que no puede negar. Una familia forjada. El amor. La
devoción literaria. La condición de migrante. El confinamiento. El tedio. Tal
vez un extraño personaje que despierta en tierra de nadie. Un cielo asombroso acaparando
el gran plano general. La vegetación del sur de California. La carretera. Los
lugares en los que escribe posibles futuros y toma un ácido café sin azúcar. Tener
al amigo que ya era y al que llega al mismo tiempo es algo que no sucede
habitualmente, reconozcámoslo. Soy un lector afortunado.
Pero todo esto no me desvía de texto. Me deslumbran los
finales. Las falsas salvaciones. La paulatina separación de las palabras. La
determinación creativa y metalingüística. Tal vez no conozcáis en persona al Daniel
Herrera que ha escrito El pulso herido, pero lo que es seguro es que en
ese texto podréis descubrir una de las voces más interesantes del momento. El Daniel
narrador estará ahí, posibles, desconocidos lectores, interpelándoos directamente,
deslumbrando con el juego y el lenguaje, usando de una manera magistral la
segunda persona del singular, regalándoos un ramillete de personajes que intentan
doblegar su delirante inarmonía, haciendo que lo cotidiano sea increíble y a la
vez que lo fantástico se cuele en la estricta parcela de la realidad. Y eso
también es una suerte de privilegio. Lo inolvidable. Descubrir algo así por
primera vez.
El pulso herido reúne trece relatos imprescindibles
de Daniel Herrera ilustrados con maestría por Andrea López Montero. La edición
impecable de Piezas Azules Editorial enmarca con la calidad que merece un texto que no deberíais
dejar de leer. Podéis encontrarlo en distintas librerías o en la web de la editorial, creo que por aquí.
El libro. Y también al autor, en las presentaciones venideras. Futuros
lectores, es vuestra hora de investigar.
PD. Sí, el que sale en la imagen es Daniel Herrera. Ya
sabéis. Parece dormido. Tal vez sueña. O tal vez es el soñado de quien sueña.
Hegeliano. Borgiano. Herreriano. No lo despertéis aún, e id leyéndolo.