Listas, las oficiales, que de una manera sintomática no coinciden para nada con nuestros propios gustos. Listas, las culturales, que disfrazan el imperativo "¡Compra, regala, compra, regala, compra!" casi tanto como las tempraneras luces navideñas. Listas, las únicas que valen la pena, las que hacemos nosotros mismos sin querer vendernos nada, las que simplemente compartimos para hacer balance en voz alta de todo lo que vamos siendo, un año después. Listas de deseos, de sueños, de dolor o de tiempo.
En fin, listas para todo y para todos, listas de artificio para estructurar el caos natural del mundo, listas que se cruzan para sostener firmemente nuestros pies durante un rato. Listas que muy pronto olvidaremos, nada más volver de nuevo el rostro al frente, mientras seguimos avanzando.
Bueno, ya podéis bajar la mano. Y ahora os dejo, que hoy toca escribir la carta a los Reyes Magos.