Sujeta por los pies al jardín abandonado, rota la doblez de la tierra en cada impulso.
No tenía rostro la estatua portadora del tiempo, sólo la piel no destronada en perspectiva.
Era ella, aparición sin sombra, era siempre ella a la vez que ya no era.
La fantástica fotografía es de la artista holandesa Ellen Kooi.
Con las piernas así, no sé porqué me ha recordado al coloso de rodas... Precioso fotopoema.
ResponderEliminar¿Juanpivino hoy?
Un beso
Entre semana I can't, Martita.
ResponderEliminarEste currele me va a matar.
Je, je
¡Que es mañana!
ResponderEliminarEstoy fatal de lo mío... Oye, que no te mate el curro, que te queremos vivito y coleando.
Un beso