Última partida. Desconocemos el sentido de su aparición, apenas alcanzamos a intuir la arriesgada holgura de sus axiomas, pero lo cierto es que un día se estableció entre nosotros, aquí mismo, tan rotunda e inesperada que no nos fue permitida ni siquiera una mínima reacción. La idea de Alekhine constituye un desafío audaz a los principios teóricos, una treta de aprendiz que se vuelve imprescindible para entender el mundo. Es una concepción verdaderamente revolucionaria de la apertura. En lugar de pelear por el centro parece invitar a su adversario a apoderarse de él. Lanza un caballo en solitario sobre la línea de fuego para que su rival dispare sobre el mismo a placer.
Las blancas acceden, pero ahí está la trampa. La configuración derivada de los últimos movimientos era, desde luego, la esperada por Alekhine. La sutileza de su negro plan está en la creación de una serie de debilidades en el esqueleto de peones blancos a causa de su prematuro avance. Sacrificio, sí. Pero con el claro propósito de socavar las bases estructurales del contrario y hacerlo vulnerable. Es evidente que, a pesar de un aparente desprecio hacia las movilizaciones aceleradas, Alekhine sabe distinguirse por su imaginación y sentido creador.
En todo momento es consciente del extremo poder inferido a los peones doblados en el centro del tablero, conoce la irrealidad del veneno. La entrega del caballo se realiza apenas en el sexto movimiento. Resolución complicada, pero también necesaria, puesto que a los guerrilleros negros les empezaba a escasear el aire. La maniobra resultará idónea ante un oponente despistado o de escuela excesivamente rígida, cuyo academicismo puede resultar, en este caso, letal. Aún así todo movimiento arriesgado puede acabar cerrando el juego. Alekhine lo sabe y consolida la posición de las negras. Su gato se llama ajedrez y no necesita pasaporte. Algunos le acusan de escribir en contra de los ajedrecistas judíos.
Sobre el movimiento desesperado del alfil blanco Alekhine medita responder soltando un latigazo con el caballo superviviente para dominar al mismo tiempo las casillas 5C y 4A, pero resulta algo inquietante y obligaría a las negras a un intercambio desfavorable camino del desenlace. Una parada a tiempo, de la cual deberían tomar nota los estudiantes. Hay que devolver el botín cuando la presión enemiga amenaza con incrementarse poco a poco y de manera implacable. No hablamos de una simple escaramuza. La entrega del peón apunta muy lejos. En realidad la apertura a terminado, pues la torre negra encerrada no supone en rigor un atraso en las movilizaciones. De hecho hace tiempo que Alekhine siente ese miedo, hace tiempo que han escondido la pistola, que han puesto precio a la cabeza del rey.
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Dádle voz al oráculo