Pages

martes, 28 de junio de 2011

GEOGRAFÍAS LITERARIAS: 7 ECCLES STREET, DUBLÍN

Fotografía de los semisótanos de 7 Eccles Street, Dublin

Podría elegir cualquiera de los lugares por los que Leopold Bloom transitó el 16 de junio de 1904, cualquiera de esos rincones dublineses que inmortalizó para siempre James Joyce al asociarlos, allá por 1922, al extraño deambular épico del protagonista medioburgués de su Ulysses, y podría emular a los cientos, miles, millones de seguidores de la novela que remedan, cada 16 de junio, la caminata, el Bloomsday, en Dublín, pero también (y no me preguntéis cómo), en otras ciudades del mundo. Dublín es en sí una geografía literaria. Y Leopold Bloom nuestro Virgilio particular.
Con el Ulysses aprendí (o más bien comprendí) dos cosas: que cualquier historia banal puede convertirse en grande por medio de los mecanismos literarios adecuados; y que posiblemente este día de Bloom había cambiado para siempre la forma de escribir. No siempre ocurre. Al otro lado del espejo que se resquebrajaba en cada línea del Ulysses quedaba aparcado para siempre el siglo XIX.
Podría elegir, repito, cualquier lugar, cualquier rincón. Por qué no quedarme entonces con el lugar que abre y cierra el círculo, el origen y final del viaje homérico tan evidentemente marcado por el autor para su personaje. Una dirección de Dublín: Eccles Street, número 7, dulce hogar de los Bloom.


Eccles Street en la actualidad

Lugares literarios de peregrinación. Imaginarios. Inventados. O que simplemente ya no están. Algo así sucede con 7 Eccles Street. La calle existe. El número 7 también. Pero no se trata de la misma casa pareada de tres pisos, al lado noroeste de la calle. En el año de la acción (1904) estaba vacía. Joyce ubicó allí a sus personajes, así de fácil. La puerta de entrada se conserva en el James Joyce Centre de Dublín. Para que os hagáis una idea de la casa, esto es lo que se deduce de la novela (el texto no es mío, lo he encontrado en internet): Los Bloom ocupan las dos habitaciones de la planta baja (si miramos la casa de frente, desde la calle Eccles; o primer piso si la miramos desde atrás) de la casa, más la cocina, que está en el sótano (o planta baja de la casa vista desde atrás). El cuarto de estar es la habitación de delante; La alcoba está al otro lado, y hay un jardincito trasero. Es una vivienda con agua fría y sin baño, pero con un cuarto de aseo en el descansillo y un retrete bastante mohoso en el jardín. Los dos pisos encima de los Bloom están vacíos y se alquilan; de hecho, los Bloom han puesto un cartel en la ventana de su habitación delantera que anuncia: «se alquilan pisos sin amueblar».
Una casa bastante vulgar, me diréis. Pero es que el número 7 de Eccles Street es Ítaca y por eso mismo es imprescindible. El texto que me viene a la cabeza sobre esto está en el capítulo XVII (Ítaca, en efecto). En el mismo Stephen Dedalus (Telémaco) y Leopold Bloom (Ulises) llegan a la casa de este último (Ítaca), a eso de la una de la madrugada, un poco alegres, claro. Narrado a modo de catecismo, este era uno de los capítulos preferidos de Joyce. Así nos cuenta el autor la forma en que el héroe vuelve a casa:


¿Qué acto realizó Bloom cuando llegaron a su destino?
En los escalones de la casa del cuarto de los números impares equidiferentes, el número 7 de Eccles Street, insertó la mano mecánicamente en el bolsillo trasero de los pantalones para conseguir la llave.

¿Estaba allí?
Estaba en el bolsillo correspondiente de los pantalones que había llevado durante el día precedente.


¿Por qué se irritó doblemente?
Porque se había olvidado y porque recordaba que había recordado dos veces no olvidarse.

¿Cuáles eran entonces las alternativas para la, premeditadamente (respectivamente) e inadvertidamente, pareja sin llave?
Entrar o no entrar. Llamar o no llamar.
¿La decisión de Bloom?
Una estratagema. Apoyando los pies en el antepecho, saltó por encima de la verja de la entrada al sótano, se encasquetó el sombrero, se agarró a dos puntos de la unión inferior de los barrotes y travesaños, bajó el cuerpo gradualmente a todo lo largo de sus cinco pies nueve pulgadas y media a dos pies diez pulgadas del pavimento de la entrada al sótano y dejó que el cuerpo se moviera libremente en el espacio al separarse de la verja y encogerse en preparación para el impacto de la caída.

¿Cayó?
Por el peso conocido de su cuerpo de ciento cincuenta y ocho libras en el sistema avoirdupois, según lo certificaba la máquina graduada para autopesos periódicos en el local de Francis Froedman, químico farmacéutico en Fredenck Street North, 19, en la última fiesta de la Ascensión, a saber, el día doce de mayo del año bisiesto mil novecientos cuatro de la era cristiana (era judía cinco mil seiscientos sesentaicuatro, era mahometana mil trescientos veintidós), número áureo 5, epacta 13, ciclo solar 9, letras dominicales CB, indicción romana 2, periodo juliano 6617, MCMIV.


¿Se levantó indemne de la conmoción?
Recobrando nuevo equilibrio estable se levantó indemne aunque conmocionado por el impacto, levantó el picaporte de la puerta del sótano mediante el empleo de fuerza en la pestaña de libre movimiento y mediante palanca de la primera clase aplicada en su fulcro, ganó acceso retardado a la cocina a través del fregadero subyacente, inflamó una cerilla lucifer por frotación, liberó gas de carbón abriendo la válvula, encendió una llama alta que, al regularla, redujo a candescencia quiescente y encendió finalmente una vela portátil.



JOYCE, James, Ulises, Capítulo XVII (Ítaca)


Archivo 06: 7 Eccles Street, Dublín, final de viaje a la irlandesa.


No hay comentarios :

Publicar un comentario

Dádle voz al oráculo