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jueves, 17 de noviembre de 2011

EL MENÚ DE GSÚS BONILLA

Gsús Bonilla. Montaje a partir de una fotografía de Patty de Frutos

Hay mucho que decir sobre este hombre encaramado como pocos a la vida, sobre este hombre, repito, porque su verdadera dimensión no puede circunscribirse a la solitaria, reduccionista y pretenciosa etiqueta de "poeta", porque hay algo más, mucho más, perceptiblemente expuesto a la vista de todos, definitivamente limpio y frágil, que se aloja en cada verso de Gsús Bonilla, pero también en cada gesto, cada rabia y cada ausencia.
Lo conozco desde la lejana barra del Bukowski Club, he conocido sus puntos de vista en los momentos compartidos en La Vida Rima y sé de sus artes de prestidigitador, cómo hila, cómo trabaja y es capaz de encender nuestros sueños gracias a la fantástica labor de coordinación que hasta hace muy poco ejercía en la revista dedicada al cuento "Al Otro Lado del Espejo". Y todo, absolutamente todo bajo el claro sello de la HUMILDAD.
Nunca veremos a un Gsús Bonilla endiosado, nunca lo atraparemos jugando al retruécano y el ataque por la espalda, nunca. Conoce y respeta, como debiéramos hacer todos, sus orígenes, se compromete para luchar por un mundo mejor, entra en acción, consciente de ser David contra Goliath, pero siempre con la verdad por delante, con la voz por delante, diciendo las cosas a la cara.
Detesta las rencillas literarias, los montajes mediáticos, los conciliábulos, las escuelas y movimientos, los mamoneos de este mundillo en el que la mayoría se mueve por interés. Supongo que a veces se siente como un pájaro extraño en nido ajeno, y que esa tendencia a alejarse del mundanal ruido lo redime a menudo del más absoluto desencanto.
Y ahora sí, intuimos que quizá por eso, por todo eso es POETA de verdad en un océano de poesía diletante. No busquéis en su obra el brillo de la técnica, los excesos estilísticos, la excelsa métrica o el barroquismo artificial. No busquéis tampoco el autorretrato simplista, la recalificación del propio ego, no un yo-yo, sino un yo a secas. Gsús Bonilla es ya un gran poeta porque ha encontrado la manera de explicarnos el universo, su universo, en un grano de arena. Como bien apuntó el otro día el artista y escritor Ángel González González, Gsús Bonilla ha encontrado la voz propia, y esa situación con la que todo poeta sueña, amigos, se ha dado felizmente aquí y tan cerca, que hasta yo mismo me estremezco. Resulta más que probable que la designación de Ovejas esquiladas, que temblaban de frío (Bartleby, 2010), su anterior poemario, entre las obras finalistas del Premio Nacional de Poesía 2010 tenga mucho que ver con esa voz propia que algunos están empezando a reconocer en su obra. Conseguirlo no es nada fácil, desde luego.
Las mismas sorpresa y prudencia expresadas por Gsús Bonilla al conocer la noticia son un nuevo ejemplo de esa materia especial de la que está hecho este hombre, este poeta a pie de calle. No le faltarán aduladores, ni tampoco detractores. Acaso ahora tenga el problema añadido de mantener la expectativa de aquellos que no le conocen. Pero yo le presto una receta infalible: sigue siendo tú mismo, igual que siempre. Con eso basta.


Por cierto, si queréis descubrir por vuestra cuenta y riesgo esa voz de la que hablo tenéis una oportunidad inmejorable este jueves 17 de noviembre de 2011, a las 20:30 horas, porque Gsús Bonilla, acompañado por Ana Pérez Cañamares y Batania, presenta su poemario Menú del día... a día (Baile del Sol, 2011) en la librería La Marabunta (c/ Torrecilla del Leal, 32, Metros Antón Martín / Lavapiés, Lavapiés, MADRID). Él lo cuenta así. No os perdáis una buena ración de sus versos, la mejor de las razones para descubrirlo.

1 comentario :

  1. Joder, tron. La ganadora de este año finalmente ha sido Francisca Aguirre.

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