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lunes, 31 de diciembre de 2012

EL VIAJE ILUSORIO


Las causas se esfuman,
el gesto humilde de los bueyes
que mascullan en la noche su camino,
la belleza arrolladora, trazo en el vientre,
por la que algún perro se amorata incógnito,
la hogaza curtida en los sueños y el espanto
cuando se refleja en un filo sin justicia, se esfuman.
Se esfuman las causas,
se ocultan las cosas,
las formas se atenúan,
así que si ahora, cuando la luz despierta,
ahora que la certeza baña los rostros de apariencia,
decidieras alcanzarme en esta deriva hemisférica,
ten en cuenta que ningún destello habrá de amanecerme la voz,
ningún pensamiento digno,
sino los actos del día inclinándome un poco más hacia el suelo,
las pequeñas y alegres decepciones desmedrando persistentes el recuerdo.
Esa sombra perpetrada que acompañarás al laberinto no soy yo,
sino un imitador de aspecto apócrifo;
qué desencanto,
quítame la responsabilidad
de este viaje ilusorio:
no me conozcas.
En la confusión del propio nombre,
en la incertidumbre hecha palabra,
en el cuerno de la luna estaré yo,
cuando se esfumen las causas,
donde se ocultan las cosas,
mientras las formas se atenúan.

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