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martes, 4 de agosto de 2009

SECRET STORY


Un nombre: Pat Metheny. Una propuesta deliberadamente instrumental. Una duda también: no sé si soy la persona más adecuada para hablar de uno de los más grandes músicos de jazz de todos los tiempos. Un músico que es además contemporáneo. A este respecto debería haber hecho más de una consulta al bueno de Alberto Román, seguidor incondicional de Pat Metheny, al que envidio sinceramente por tener una fotografía junto al maestro. Para una información seria y experta existe una web oficial de Pat Metheny. Yo soy un simple degustador que un día descubrió un peculiar estilo de tocar la guitarra y otro día le puso cara al artífice, un pequeño aficionado que cumplió el deseo de verlo tocar en directo hace cuatro o cinco años, cuando el Pat Metheny Group vino a presentar su disco The Way Up a Alcalá de Henares.
Pat Metheny (Kansas City, 1954) empezó dándole a la trompeta, pero por fortuna se pasó a la guitarra con doce años y no ha parado hasta ahora. Pat Metheny es una metonimia, un hombre a una guitarra pegado, un nombre definido por un estilo ecléctico y particular a la hora de tocar, que mezcla una soltura y flexibilidad habitualmente reservada para músicos con una avanzada sensibilidad rítmica y armónica y una capacidad de improvisación moderna, pero al mismo tiempo deudora de los grandes del blues, el swing y jazz más tradicionales.
Pat Metheny es un ejemplo de explorador que ha seguido redefiniendo su estilo a través de las nuevas tecnologías y trabajando constantemente para evolucionar el potencial de su guitarra, y de su sonido en general. No es este el lugar para hacer una revisión de su ingente obra. Metheny es un caleidoscopio que reparte música por todas partes: en la guitarra del solista, en su carga eléctrica, acústica u orquestal, minimalista y atonal o complicadamente trans-fundida en ritmos que van desde el jazz hasta el rock moderno y clásico. Músico, maestro, compositor, productor y descubridor (entre otros artistas, de Noa o Anna Maria Jopek), su exploración musical le ha devuelto diecisiete Grammys en distintas categorías, así que por algo será.

Pat Metheny a lomos de su Pikasso de 42 cuerdas, confeccionada por la luthier Linda Manzer.

Mis recuerdos proustianos con respecto a Pat Metheny tienen que ver con algunos temas del Pat Metheny Group, esa banda de alto voltaje en la que compartió descargas de creatividad con el teclista Lyle Mays. Joyas como "Minuano" o , "Last train home" o "Letter from home" y discos como Still Life (Talkin') (1987) o The Way Up (2005) siguen poniéndome la piel de gallina. También alguna de sus bandas sonoras como la de A map of the World (1999) o colaboraciones como la que experimenta a las órdenes de Steve Reich en Electric Counterpoint (1987) producen el mismo efecto dermatológico. Pero aquí quiero destacar una obra personal que firma con el título de Secret Story (1992).
Toda la creatividad de Metheny se despliega en catorce temas variadísimos que crean una obra compacta camino de la melancolía. Un disco que surge por amor y que reune colaboraciones de artistas como Charlie Haden, Lyle Mays, Steve Rodby, Paul Wertico, Dan Gottlieb, Armando Marçal, Nana Vasconcelos y Mark Ledford (compañeros de Metheny en el Pat Metheny Group), Will Lee, Anthony Jackson, Steve Ferrone, Gil Goldstein o Toots Thielemans, además de contar con la participación de la London Orchestra conducida por Jeremy Lubbock. Pat Metheny acaparará todo tipo de guitarras, además del piano, los teclados, el bajo eléctrico y la "percusión eléctrica" controlada por su querido Synclavier, con un resultado sorprendente.
En el disco destacan sobre todo las cuatro luminosas canciones del arranque: "Above the Treetops", basada en la canción espiritual camboyana "Buong Suong"; la cabalgada sonora de "Facing West"; o esa rareza polirrítmica llamada "Cathedral in a Suitcase". Y, por encima de todo, los diez minutos largos de "Finding and Believing". Después el disco se hace más intimista y elusivo.
Os dejo aquí las dos partes de "Finding and Believing", una melodía marcada por la sección de cuerda, una inicio groove frenético y muy rítmico, un interludio orquestal, una sección de puro jazz, en la que Metheny despliega una hermosa melodía armónica. Y absorbidas por todo esto, las extáticas voces de Mark Ledford lanzándose a un abismo sincrético entre el la nada y el todo, entre el caos y el orden. Lo dicho, una joya. Esta versión en directo pertenece al concierto de Varsovia (30 de mayo de 1993), una de las citas del Secret Story Tour. No os dejéis engañar por la duración y a disfrutar.






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