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miércoles, 2 de septiembre de 2009

CANCIONES DE INOCENCIA Y DE EXPERIENCIA DE WILLIAM BLAKE


Recibí el primer zarpazo de la poesía de William Blake (1757-1827), como en tantas otras ocasiones, a través de la música. En las soporíferas sobremesas de verano del 96 solía disfrutar a menudo de los temas que Bill Douglas había gestado para su disco Deep Peace, en el que adaptaba unos cuantos poemas clásicos de la literatura inglesa de todos los tiempos envolvíendolos con su melodía new age. Tres de ellos pertenecían a este poeta, pintor y grabador visionario que se anticipó a los grandes románticos británicos: "O Earth, O Earth, Return", "Piping Down the Valleys Wild," y el impresionante "The Voices of Children". De modo que la forma en que he leído a Blake siempre ha estado mediatizada por la música. No mucho después un profesor napolitano volvió a redescubrirlo para mí en el entorno de una clase de filología comparada, y en ese ámbito genérico me sedujo aún más. Es extraño que este poeta que fluctúa entre la pasión pseudo-mística, la jardinería y la desilusión me guste tanto. O quizás no. La contradicción impía, esa reordenación de las prioridades morales es lo que distingue a Blake de los demás y lo hace partícipe de la revolución humana y artística de su tiempo. No es otro el reflejo que despide su obra más conocida, Canciones de Inocencia y de Experiencia, reunificación de dos visiones del mundo, un libro que he poseído y regalado (siempre a amigos) una y otra vez a lo largo de los años. Esta mañana acabo de acaparar de nuevo el libro y esa es la razón por la que hablo de ello ahora. Sin más.
Blake, precursor de Byron o Keats, se anticipó en el rechazo a lo neoclásico y si algo puede definirlo es su defensa de la imaginación frente a la razón. Consideraba que las formas ideales debían construirse no a partir de la observación de la naturaleza sino de las visiones interiores.
Sus poemas más voluntariosos, fragantes, directos y elocuentes aparecieron en Canciones de inocencia, texto publicado en un año que es todo un símbolo, 1789. Pero pronto Blake perdió la fe en el ser humano. En 1794 publicó Canciones de experiencia, una obra del mismo estilo lírico, una vuelta de tuerca sobre muchos de los temas y lemas de su libro anterior. Lo normal ahora es publicar ambas series como un texto conjunto debido a las analogías formales que presentan las mismas. Pero en realidad inocencia y experiencia siempre han sido distintas, inocencia y experiencia se complementan como "los dos estados opuestos del alma humana". La inocencia de la niñez (cúanto me recuerda a las ideas de Leopardi) frente al camino pertubador hacia la nada de la vida adulta. La corrupción necesaria, la transgresión del conocimiento. La verdadera inocencia que resulta imposible sin la experiencia, transformada por la fuerza creativa de la imaginación humana.


Además Blake ilustró sus Canciones de Inocencia y de Experiencia con dibujos propios, siguiendo una técnica por la cual escribía el texto y después realizaba los dibujos de cada poema sobre una plancha de cobre, usando algún líquido insensible al ácido, por lo cual quedaban en relieve cuando se aplicaba. Entonces, le daba una capa de tinta de color, lo estampaba, y retocaba los dibujos a mano con acuarela. Esta que os dejo aquí pertenece al poema "The Human Abstract", mi preferido, que procedo luego a transcribir y traducir:



THE HUMAN ABSTRACT

Pity would be no more
If we did not make somebody poor
And Mercy no more could be
If all were as happy as we.

And mutual fear brings Peace
Till the selfish loves increase
Then Cruelty knits a snare
And spreads his baits with care.

He sits down with holy fears,
And waters the ground with tears;
Then Humility takes its root
Underneath his foot.

Soon spreads the dismal shade
Of Mystery over his head,
And the caterpillar and fly
Feed on the Mystery.

And it bears the fruit of Deceit,
Ruddy and sweet to eat,
And the raven his nest has made
In its thickest shade.

The Gods of the earth and sea
Sought through nature to find this tree,
But their search was all in vain:
There grows one in the human Brain.

LA ESENCIA HUMANA

No existiría la Piedad
si no hiciéramos pobre a alguien;
y no haría falta la Misericordia
si todos fuesen tan dichosos como nosotros.

Y el miedo recíproco trae paz,
hasta que el amor egoísta se incrementa:
entonces la Crueldad arma su trampa
y esparce sus cebos con cautela.

Se instala con santos temores,
y riega con lágrimas la tierra;
entonces debajo de sus pies
echa raíces la Humildad.

Rápido extiende sobre su cabeza
sombras lúgubres de Misterio;
y la Oruga y la Mosca
se nutren de tal Misterio.

Luego crece el fruto del Engaño,
rubicundo y dulce al paladar;
y el Cuervo su nido instala
en el ramaje más tupido.

Los Dioses de la tierra y el mar
escrutaron la Naturaleza para hallar tal Árbol;
pero la búsqueda fue toda en vano:
crece uno en cada Cerebro Humano.

BLAKE, William, Canciones de Inocencia y de Experiencia, Madrid, Cátedra, 2009.

Para conocer más de la obra de William Blake sólo hay que pinchar aquí.

2 comentarios :

  1. Me gusta, me gusta, me gusta como lo escribes. No puedo escribir sobre Blake, desde la sensibilidad que tu lo haces, que me encanta!!! y lo necesito!!. Si no te parece problema, usaré tu texto con los créditos y links respectivos en un trabajo terapéutico que hago sobre el Tarot. Ilustro con Blake el tema de lo excesivo. A mi favor diré lo que dijo Blake: "Ninguna ave se remonta demasiado, si lo hace con sus propias alas".

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    1. Por supuesto que tienes permiso para utilizar el texto libremente.

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