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lunes, 4 de mayo de 2009

LA DERECHA NO CONOCE LO QUE HAGO CON LA IZQUIERDA

Agoniza el meridiano amor en la mano,
se acumula el heno seco en el abrevadero de las bestias,
y los hombres de acción
se van lamiendo las llagas de este desfile antropófago,
dulces bastones rendidos,
porque ya no hay nada que decir
si a las canciones hechas para ti
y a las puertas que se abren incompletas
mi espejo gira y juzga como a siluetas sombreadas.
La derecha no conoce lo que hago con la izquierda.
Puro abandono en las médulas de mi generación,
rostros rotos de palabras,
brazos, astros, martillos telúricos.
¿Acaso no lo sientes?
La lírica es un profundo hueco en el alma,
la lágrima que se desconecta al fin del sucio abrazo.
No quiero hablar de ti
mientras aguardo a los muchachos que nadan descuidados en lo turbio
y la astilla encaramada al viento
mira cómo nos agita y mana
rojo tejido conjuntivo o blancor ritmo fonemático.
Después un retorno sin punto,
algunos árboles negros,
huesos que flirtean con el tiempo,
demasiado altos para estar agazapado en su recuerdo,
así que vuelve a buscarme en la noche del lobo,
ahora en el viento impersonal que se enreda en ti
como la cuerda de una guitarra estéril arquitrabando el sonido.
No podremos hablar de ello,
no podremos pensar en ello,
sólo quiero saber cómo encontrarte
en estas trazas de locura.
Inspiras la misma sonrisa,
a veces ese miedo en la ventana
para los desesperados,
una baraja púbica y marcada en las esquinas.
Sólo quiero elevarme por encima del aire
en amaneceres langosta,
encontrar el helado artefacto
como única huella que viola el verde océano,
borrar de mi espalda la casa o el sueño,
ese bucle en el que se muestra lo simple que puede ser
el infierno que se mueve una y otra vez sobre el piélago ilusorio de Lepanto.
Está bien así mi habitante,
con un corazón que tocar a un tiempo.
Hace tanto calor para el arrepentimiento urdido en la almohada
que se desata la sed.
Hay vodka ruso y un libro congelado en la nevera,
las cosas que a menudo fui, guardadas en conserva,
para que puedas sentir el imperturbable abismo del acero.
La izquierda no imagina lo que hago con la derecha.

1 comentario :

  1. una vez más..me quito el sombrero Luigi..wao...
    arthur

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