Tan sólido venirse abajo,
completamente aburrido
en una infelicidad sin réplica,
ajeno a la nada que envanece a los contemplativos
espero mal la muerte
como virtud de la devoción esquiva,
porque la voz se arrastra siempre,
prescrita y tumescente en el furgón
de las palabras.
Enfrentado al sol escaso
hace tiempo que he caído,
nadie adoptará al débil, nadie.
Al desaparecer, fugitivo instinto,
un grito en mi nombre será bastante.
Despierta al dios profano en la hora de la deuda,
que no malgaste más su atrabiliario mar del sueño.
La muerte soporífera y servil me pide un dólar.
Pero me niego. Ya no hay tiempo suficiente para mí.
No hay ojos para el pan ni para el arte.
No hay noches para andar sobreviviendo.
No hay tiempo donde ir.
No hay tiempo.
completamente aburrido
en una infelicidad sin réplica,
ajeno a la nada que envanece a los contemplativos
espero mal la muerte
como virtud de la devoción esquiva,
porque la voz se arrastra siempre,
prescrita y tumescente en el furgón
de las palabras.
Enfrentado al sol escaso
hace tiempo que he caído,
nadie adoptará al débil, nadie.
Al desaparecer, fugitivo instinto,
un grito en mi nombre será bastante.
Despierta al dios profano en la hora de la deuda,
que no malgaste más su atrabiliario mar del sueño.
La muerte soporífera y servil me pide un dólar.
Pero me niego. Ya no hay tiempo suficiente para mí.
No hay ojos para el pan ni para el arte.
No hay noches para andar sobreviviendo.
No hay tiempo donde ir.
No hay tiempo.
Luis Morales Zero Las palabras Poesía
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