Cualquier noche os descorazonaremos la acrobacia. Su hélice nos aturde y mesmeriza.
No conocemos el péndulo.
El pozo se enfrenta al último nido sin clámides.
Hay un intruso entre las cuentas de vidrio.
Hay una torre de profundidad que vacila en las cosquillas, una pluma que se tambalea.
Hay un trasbordador abandonado al musgo, un ejército de hormigas que desencadena el abordaje desde obsoletos carritos comerciales.
Hay madrugadas en las que rezuman los rapsodas prosternados en la isla, henchidos de celofanes, instigados desde un catalejo de lejanías. Si no hubierais contenido vuestro cuerpo…
Hay quién sabrá expulsaros de la tierra porque llega la incógnita media hora del delfín.
Estáis en la arista del sueño. Practicabais un deporte errabundo. Giraréis en el aire sin espejos.
Cualquier noche os birlaremos las mañanas.
No conocemos el péndulo.
El pozo se enfrenta al último nido sin clámides.
Hay un intruso entre las cuentas de vidrio.
Hay una torre de profundidad que vacila en las cosquillas, una pluma que se tambalea.
Hay un trasbordador abandonado al musgo, un ejército de hormigas que desencadena el abordaje desde obsoletos carritos comerciales.
Hay madrugadas en las que rezuman los rapsodas prosternados en la isla, henchidos de celofanes, instigados desde un catalejo de lejanías. Si no hubierais contenido vuestro cuerpo…
Hay quién sabrá expulsaros de la tierra porque llega la incógnita media hora del delfín.
Estáis en la arista del sueño. Practicabais un deporte errabundo. Giraréis en el aire sin espejos.
Cualquier noche os birlaremos las mañanas.
Luis Morales Poesía Realidad
Que me birlen las mañanas no me importa, pero por fafor, no me descorazonéis.
ResponderEliminarAbrazo.