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jueves, 12 de mayo de 2011

NO A LA POESÍA DE LLANURAS


Le he tomado prestado el brazo al bueno de Gsús Bonilla para ilustrar una nueva arenga sobre la “poesía”, ese extraño concepto vital que algunos pretenden salvar de la gran hecatombe de nuestros tiempos (y elijo con cuidado el vocablo como sinónimo del sacrificio al que parece condenada, según la providencial mirada del Catalejo que todo lo observa desde la cima del Monte Olimpo, por los propios y desconsiderados poetas). Ayer mismo me topé con la polémica suscitada por el asunto, que me llegó por distintas vías: la del propio Gsús Bonilla, que la reflejó en un post titulado Defensa de la poesía (Manifiesto); la de los también poetas Jesús Malia y José Naveiras en Facebook; y la de la fantástica, reflexiva y neorrabiosa pluma de Batania en ¿Defensa de la poesía?.
Os preguntaréis de qué se trata. Pues nada más y nada menos que de la aparición de una antología poética de nuevos autores que escriben en español, publicada por Visor, titulada Poesía ante la incertidumbre. Aparentemente no tiene nada de raro, una antología más, me diréis. Lo pernicioso se adivina cuando al entrar en el blog dedicado al nuevo libro nos encontramos con un artículo en "Defensa de la poesía" , en el que al parecer los autores suscriben un ideario sobre la poesía contemporánea en español francamente equivocado. Con esto no quiero entrar en la calidad literaria de los antologados, que quede claro, se trata más que nada de una manifestación de desconfianza por parte de este poeta a pie de calle (o a pie de blog) cuyo “sentido arácnido” acaba de activarse, despertando así las sospechas sobre una defensa tan altruista.
El artículo en cuestión abarca varios frentes que podéis valorar si le echáis un vistazo, pero sin duda el pasaje más controvertido es, siempre desde mi estupefacto punto de vista, el siguiente:


“La emoción no puede estar de moda. La emoción es universal e intemporal. Y la poesía tiene que emocionar. Ante tanta incertidumbre, para nuestra sorpresa, una gran parte de los nuevos poetas en español se han adscrito a una tendencia tan experimental como oscura. Como los hombres que rodeaban a Orfeo para escucharlo tocar su lira y de ese modo hacer descansar su alma, asisten a las preguntas de nuestro tiempo tratando de ignorarlas, entregándose al arte por el arte, renunciando a las preocupaciones que conmueven a la gente normal, a las almas que buscan respuestas, que rozan el milagro de la supervivencia y que se hacen preguntas, que sienten la incertidumbre en sus manos y en sus aspiraciones. Esa reacción de los artistas, de los poetas en particular, no es nueva. Los jóvenes siempre han tenido la tentación de contradecir a sus mayores en un arrebato adolescente en busca de construir sus identidades. En la poesía actual, ese camino supone oponerse a quienes tanto han trabajado para que la poesía se entienda, se humanice, se aproxime a la gente corriente. Si en la segunda mitad del siglo XX los mejores poetas de nuestra lengua abandonaron las liras y las torres de marfil, la poesía última, en busca de un nuevo camino, de una nueva actualidad literaria, se ha subido a un pedestal. En esta tarea se han visto legitimados por algunos poetas cuyos proyectos literarios fracasaron de manera estrepitosa precisamente por abrazar el barroquismo gratuito y la frivolidad de la moda literaria. Ahora buscan una segunda oportunidad elogiando lo que precisamente les condujo al callejón sin salida de las palabras huecas”.

Y después de esto ya sabemos quiénes son los culpables de la supuesta decadencia de la poesía en Europa, ya sabemos quiénes han provocado la progresiva falta de interés hacia la poesía por parte del público: esos nuevos poetas oscuros, irreverentes, incontrolables. Y también conocemos el camino de la redención: crear una poesía de llanuras, sin obstáculos escarpados, una tabula rasa que mejore el feedback entre el que escribe y el que al fin entiende el poema y por lo tanto, tal vez (sólo tal vez) lo compre.
El giro final tampoco tiene desperdicio:

“Seguimos creyendo que una de las misiones de la poesía es enfrentarse al poder. Y el poder de hoy no hace más que invitarnos al silencio, al fragmento, a las subjetividades ensimismadas y a la pérdida de diálogo entre las conciencias. Queremos decirle adiós a todo eso”.

Perdonadme si me descojono, pero ahora resulta que todos esos poetas que pululan por ahí enfangando con sus versos crípticos la ansiada y posible comunicación poética con el ciudadano medio son en realidad agentes de un poder establecido que pretende silenciarnos a todos. ¿Es acaso la tabula rasa la mejor forma de expandir la duda, digo el conocimiento? Francamente, no.
En fin, que todo no pasaría de una mera anécdota si obviáramos un factor clave. La antología tendrá una tirada de diez mil ejemplares (En España y algunos países de Hispanoamérica), algo brutal para este tipo de publicaciones, una ofensiva editorial en toda regla en contra de la diversidad de la poesía y la libertad del poeta, una apisonadora que pretende alisar el macizo de los versos.



CONCLUSIONES

*La Poesía no necesita ser salvada por los dioses. Los dioses son sólo una materia poética.
*La Poesía no está muerta en Europa (ni en América). Está más viva y efervescente que nunca. El fenómeno Internet ha propiciado el intercambio entre poetas de toda calaña. Además el movimiento poético-literario ajeno a los canales oficiales es, hoy por hoy, y desde hace años, en Madrid (y otros muchos lugares), algo evidente, y está cada vez más presente en los medios de comunicación de masas (periódicos, televisión…). Tal vez se hayan dado cuenta de que es hora de subirse a este tren, disfrazados de locomotora, para intentar conducirlo a su terreno.
*La Poesía tiene una dimensión oral, olvidada en el artículo de marras, que sin duda es el motor de esta expansión imparable.
*La Poesía se hace visible en las librerías para el que puede. Multitud de pequeñas editoriales sacan adelante con gran esfuerzo proyectos poéticos de nuevos y viejos autores, pero mientras que sus libros se distribuyen con cuentagotas o se pudren en las estanterías, condenados al orden alfabético, los de las grandes mainstream (y hablo de cualquier género) se presentan bien a la vista del incauto consumidor. ¿Será cuestión de dinero, de medios, de poder?
*Por último: frente a esa poesía de llanuras que enarbolan mis queridos antologados yo sigo defendiendo lo que ya expuse, hace un par de años, en mi propio Manifiesto por la Poesía
(sí, ahora me diréis que encuentre la viga en mi tercer ojo, lo sé):

“Rimemos entonces, pero no por costumbre, sino porque la realidad que intentamos dibujar lo reivindica, o dediquémonos al verso libre o al poema en prosa, pero no por costumbre, sino porque no necesitamos la estructura para encontrar el ritmo obligatorio, insertemos todas las palabras del mundo, busquemos en nuestros diccionarios, exploremos todos los significantes, todos los significados, juguemos con las palabras, rompámoslas, inventémoslas, porque al inventarlas estaremos creando nuevas realidades, y adoptemos términos de otros lugares, peleemos por el mundo, en contra de las injusticias del mundo con palabras y palabras y palabras y sin miedo sin miedo sin miedo conozcamos, vibremos con los extranjerismos, los tecnicismos, los anacolutos. Incluyamos nuestro amor, nuestro dolor, nuestro aburrimiento propios e intransferibles, pero convirtámoslos en personajes de la narración poética, mintamos diciendo que los poemas somos nosotros mismos, pero nunca dejemos que lo sean. Recitemos, cantemos, fundemos nuestra poesía en una mezcla de géneros y disciplinas que promuevan el entretenimiento, pero busquemos siempre extrañar al público y al lector, exijámosles tanto como nos exigen a nosotros, levantemos barreras de dificultad salvables para aquellos que realmente estén interesados en captar el mensaje y será entonces cuando a estos últimos podamos hacerlos, ahora sí, definitivamente, cómplices de nuestra voz, de nuestra felicidad, de nuestra lucha o de nuestro odio”.

Nada más. Lo mejor de toda esta polémica está en las respuestas que he ido encontrándome en el camino:

“…no me pueden hablar, de reflexión, de lucha, de combate, desde la retaguardia, desde el olimpo; los dioses no, tampoco los mercaderes de la cultura”. Gsús Bonilla

“Como poeta, la poesía me salva. Me salva porque me permite ...decirme como soy, aquello que no tengo otro medio para expresar. Y este salirme de la norma, ser yo, me permite llegar a otros como yo. ¿Que no son un público másivo? Yo no soy masa. Ni ninguno de ellos, aunque pretendan aparentarlo”. Jesús Malia

“El manifiesto o propuesta, que copio íntegro a continuación, termina diciendo que "seguimos creyendo que una de las misiones de la poesía es enfrentarse al poder". Pues precisamente por eso me opongo yo a este manifiesto: porque debo enfrentarme al poder”. Batania

“¿La lira de Orfeo?, la flauta de Bartolo mola más...” Ediciones Escalera

Y, por supuesto, este poema de Mayte Sánchez Sempere:


Y dijo Dios

"Hágase El Poema"
y Visor publicó una antología
y vio Visor que era bueno
...y tanto le gustó que redactó un manifiesto
"Defensa de la poesía"

Y Dios, que no estaba del todo convencido,
siguió leyendo a todos los poetas.

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