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sábado, 24 de septiembre de 2011

NEVERMIND


Hace veinte años apuraba los últimos días antes de volver al instituto, tal vez los primeros kalis en un Dos de Mayo lleno de tambores. Acababa de nacer hace ahora veinte años, después de dar una vuelta de campana tras la curva, aquel dieciséis de agosto de mis dieciséis. Hace veinte años me hundía en el otoño como siempre sucede, carne adolescente menor de edad, insumiso y prorrogado. Hace veinte años todavía compartía con los amigos los bancos de los parques, allá en el viejo (ahora viejo) barrio y huía a todas horas de la torre de alta hechicería, del cuarto piso sin ascensor, de la incomprensible generación de mis padres. Como todos los chavales de mi edad.
Pero entonces la tierra tembló. Un tipo que aparentaba llevar semanas sin ducharse ocultaba los ojos bajo la sucia melena rubia mientras repetía una y otra vez que estaba de bajón. Y luego nos soltó toda la rabia acumulada en el grito. "Smells Like Teen Spirit" era el primer single de Nevermind (Geffen Records, 1991), segundo disco de Nirvana, nacido exactamente hoy, 24 de septiembre, hace veinte años. Repito que la tierra tembló entonces, y que no ha dejado de hacerlo hasta ahora. Pero el tiempo nos ha atrapado a algunos sin darnos cuenta, peinando canas, tapando entradas, reflotando las carcasas mientras por dentro seguíamos detenidos en esos dieciséis, corazones adolescentes, tan malos como siempre en lo que sabemos hacer mejor.
Here we are now, entertain us.



En Youtube.

jueves, 22 de septiembre de 2011

CADA CUAL, CON SU QUIMERA, UN POEMA ESPLENÉTICO DE CHARLES BAUDELAIRE


Nada como darse un paseíto por las calles para darse cuenta del peso, la carga invisible que a casi todos nos comprime las vértebras. Baudelaire lo supo en París. ¿Lo sabéis vosotros? He aquí lo que queda de la gravedad de nuestras quimeras, en francés y en castellano, sobre los hombros y con las manos.

CHACUN SA CHIMÈRE

Sous un grand ciel gris, dans une grande plaine poudreuse, sans chemins, sans gazon, sans un chardon, sans une ortie, je rencontrai plusieurs hommes qui marchaient courbés.
Chacun d'eux portait sur son dos une énorme Chimère, aussi lourde qu'un sac de farine ou de charbon, ou le fourniment d'un fantassin romain.
Mais la monstrueuse bête n'était pas un poids inerte; au contraire, elle enveloppait et opprimait l'homme de ses muscles élastiques et puissants; elle s'agrafait avec ses deux vastes griffes à la poitrine de sa monture; et sa tête fabuleuse surmontait le front de l'homme, comme un de ces casques horribles par lesquels les anciens guerriers espéraient ajouter à la terreur de l'ennemi.
Je questionnai l'un de ces hommes, et je lui demandai où ils allaient ainsi. Il me répondit qu'il n'en savait rien, ni lui, ni les autres; mais qu'évidemment ils allaient quelque part, puisqu'ils étaient poussés par un invincible besoin de marcher.
Chose curieuse à noter: aucun de ces voyageur n'avait l'air irrité contre la bête féroce suspendue à son cou et collée à son dos; on eût dit qu'il la considérait comme faisant partie de lui-même. Tous ces visages fatigués et sérieux ne témoignaient d'aucun désespoir; sous la coupole spleenétique du ciel, les pieds plongés dans la poussière d'un sol aussi désolé que ce ciel, ils cheminaient avec la physionomie résignée de ceux qui sont condamnés à espérer toujours.
Et le cortège passa à côté de moi et s'enfonça dans l'atmosphère de l'horizon, à l'endroit où la surface arrondie de la planète se dérobe à la curiosité du regard humain.
Et pendant quelques instants je m'obstinai à vouloir comprendre ce mystère; mais bientôt l'irrésistible Indifférence s'abattit sur moi, et j'en fus plus lourdement accablé qu'ils ne l'étaient eux-mêmes par leurs écrasantes Chimères.

BAUDELAIRE, CH., Le Spleen de París / Petits Poèmes en prose, VI, 1869.


CADA CUAL, CON SU QUIMERA
(publicado en "La Presse", el 28 de agosto de 1862, bajo el título A cada cual la suya)
Bajo un amplio cielo gris, en una vasta llanura polvorienta, sin sendas, ni césped, sin un cardo, sin una ortiga, tropecé con muchos hombres que caminaban encorvados.
Llevaba cada cual, a cuestas, una Quimera enorme, tan pesada como un saco de harina o de carbón, o la mochila de un soldado de infantería romana.
Pero el monstruoso animal no era un peso inerte; envolvía y oprimía, por el contrario, al hombre, con sus músculos elásticos y poderosos; prendíase con sus dos vastas garras al pecho de su montura, y su cabeza fabulosa dominaba la frente del hombre, como uno de aquellos cascos horribles con que los guerreros antiguos pretendían aumentar el terror de sus enemigos.
Interrogué a uno de aquellos hombres preguntándole adónde iban de aquel modo. Me contestó que ni él ni los demás lo sabían; pero que, sin duda, iban a alguna parte, ya que les impulsaba una necesidad invencible de andar.
Observación curiosa: ninguno de aquellos viajeros parecía irritado contra el furioso animal, colgado de su cuello y pegado a su espalda; hubiérase dicho que lo consideraban como parte de sí mismos. Tantos rostros fatigados y serios, ninguna desesperación mostraban; bajo la capa esplenética del cielo, hundidos los pies en el polvo de un suelo tan desolado como el cielo mismo, caminaban con la faz resignada de los condenados a esperar siempre.
Y el cortejo pasó junto a mí, y se hundió en la atmósfera del horizonte, por el lugar donde la superficie redondeada del planeta se esquiva a la curiosidad del mirar humano.
Me obstiné unos instantes en querer penetrar el misterio; mas pronto la irresistible Indiferencia se dejó caer sobre mí, y su peso me aplastó más de lo que ellos mismos lo estaban con sus abrumadoras Quimeras.


BAUDELAIRE, CH., El spleen de París / Pequeños Poemas en prosa, VI, 1869.

martes, 20 de septiembre de 2011

LA NOCHE SE MUEVE (IV: UN NOMBRE EN UN SUSURRO)


…entreabro los ojos… la blancura diáfana del espacio… soy un amasijo de cables… siento un peso que me inmoviliza… golpes secos, dibujados sobre la mejilla… poner la otra… sujetos enmascarados me circundan… celadores de la mente, cirujanos aparecidos gritan excitados, como si yo fuera un espectro:
-¡Oiga, usted, despierte! ¡Despierte, no se duerma, no vuelva a dormirse! ¡Díganos su nombre, su nombre! ¿Lo recuerda? ¡Dígalo!
Un nombre en un susurro. Así lo pronuncio, sílaba a sílaba, gota a gota, para hundirme una vez más, fatigado, en la placentera profundidad del sueño, en cuya insondable calma había conseguido captar tu recuerdo.


La noche se mueve (I: Algo se mueve)
La noche se mueve (II: Minotauro)
La noche se mueve (III: Diagnóstico)

viernes, 16 de septiembre de 2011

POETRASTOS EN LAS HUERTAS

No, no es que nos dediquemos a robar tomates o a vaciar las higueras de las lindes, ni tampoco se puede decir que lo hayamos dejado todo para sembrar pepinos (cosa que no estaría mal). Créanme cuando les digo que lo que estamos a punto de invadir los poetrastos es la sopa, digo el barrio de las Letras desta Villa y Corte madrileña, lógicamente deslumbrados al saber que Cervantes y Lope de Vega se tiraban de los pelos por allí cerca, a un paso de la zona de influencia de don Benito P.G., de los espejos de la calle Hermanos Gato, de parnasos, parnasillos y ateneos, a un tiro de piedra del Congreso y a otro de la vieja Taberna de los Conspiradores, sendas instituciones de prestigio literario.
Subiremos (o bajaremos) por la calle de las Huertas (porque eso es lo que había por allí en tiempos de Cervantes, y de don Benito, y de mi abuelo), con un libro verde bajo el brazo, dispuestos a plantar el verso en los corazones. Riéguenlos con su presencia. Esta noche de viernes (16 de septiembre de 2011), a las 21:00 horas. En la ATM-Cultural Asociación Cultural 14 Huertas (sita de manera natural en la calle de Huertas número catorce, piso 1º, cerca del metro Antón Martín, en MADRID).
Algunos estaremos allí, presentando de nuevo la antología PoeTrastos (por favor, tratar con cariño), editada por LVR Ediciones, capitaneados por los responsables de todo este magnífico tinglado, Ángel Muñoz (Voltios) y José Naveiras. Una buena forma de pasar la noche del viernes, ¿verdad? Luego nos vemos.

jueves, 15 de septiembre de 2011

HAMBRE DE POESÍA: MOLÉSTENME SOLO PARA DARME DE COMER, DE EVA GALLUD


Hay hambre, sí, hambre de poesía, de espacio severo y aliento, de palabra concentrada en dejar de ser. Hay hambre también de tiempo, de ritmo y sugerencia, de verso asaltante, de aquella urdimbre que se vertebra en cada silencio recién removido. Hambre, un hambre de libro, de este libro.
Porque tenemos ganas de molestar a Eva Gallud para que nos dé de comer por los ojos y por los oídos, aunque sea un trocito, una esquina, alguna página de su poemario recién sacado del horno por LVR Ediciones. Porque sabemos que hoy es el día, cuando el verano empieza a decaer. Porque abriremos la carta y encontraremos este plato en el menú: Moléstenme solo para darme de comer, tercera propuesta de LVR Ediciones (bravos Ángel Muñoz Voltios y José Naveiras).
Será esta tarde de jueves (15 de septiembre de 2011), sobre las 20:30 horas, en la librería La Independiente (c/ Espíritu Santo, 27, Metro Tribunal, MADRID). Allí os recibirán editores y autora. No faltéis.

PD. Quien quiera puede acudir en ayunas, pero para abrir boca podéis conocer un poco más a Eva Gallud a través de su blog, Sakura no monogatari.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

OTRO LAVADO DE CARA


No es que me aburriera de la imagen que ofrecía al mundo este Luigi Dante & The Güelfos. De hecho la anterior máscara me quedaba bastante ajustada, la goma no apretaba demasiado detrás de las orejas y además los tonos ocres y enrojecidos ceñían el blanco de las palabras con esa calidez tan necesaria a veces.
No es que me aburriera, pues, de la imagen de este blog golfante y sus dantescos luiyeríos. Sencillamente quería abolir un poco más mi presencia, dejar solo las huellas, sumergirme en un azul profundo.
Por lo demás, sin novedad: una nueva cabecera, una mano de pintura: un cambio superficial para que todo siga idéntico a sí (mí) mismo. Anecdótico y reflexivo punto de encuentro multidisciplinar para exploradores ávidos e intrépidos, para quien quiera. Disfraz de océano para un continente que no deslumbre y nos oculte la bondad (o la vaciedad) del contenido. Aunque, como se suele decir, la belleza está en el interior, ¿no?

lunes, 12 de septiembre de 2011

LA BELLEZA DE SIR JOHN HARRINGTON, POETA E INVENTOR DEL INODORO


Estoy cansado de la anécdota repetida una y otra vez hasta la saciedad: un poeta más conocido por inventarle un W.C. (Water-closet) a la paradigmática reina de Inglaterra, un inodoro para la famosísima Elizabeth The First. Ese es el sino de sir John Harrington desde que en 1589 se le ocurriera (por aquello de la escasez del papel) incluir los planos de tan curioso invento entre las páginas de su poema The Metamorphosis of Ajax. Estoy cansado, sí, de encontrarla traducida, repetida, triplicada y tergiversada. De escuchar siempre la chanza habitual: Harrington debió ser un poeta de mierda. Pero a nadie le he visto reproducir sus versos.
Tras una investigación exhaustiva he dado con uno de ellos, Beauty, en el isabelino inglés original. Adjunto al mismo una traducción propia que, esta vez sí, es digna, con toda probabilidad, de perderse en el fondo de cualquier trono regio. Pido pues vuestra indulgencia.
BEAUTY

Such colour had her face as when the sun
Shines in a watery cloud in pleasant spring;
And even as when the summer is begun
The nightingales in boughs do sit and sing,
So the blind god, whose force can no man shun
Sits in her eyes, and thence his darts doth fling;
Bathing his wings in her bright crystal streams,
And sunning them in her rare beauties beams.
In these he heads his golden-headed dart,
In those he cooleth it, and tempereth so,
He levels thence at good Oberto's heart,
And to the head he draws it in his bow.

SIR JOHN HARRINGTON

BELLEZA

La tez le brillaba como cuando el sol atraviesa
una nube empapada en la primavera agradable;
y así como los ruiseñores se posan en las ramas y cantan
al llegar el verano, lo hizo el ciego dios de irresistible poder,
ahorcajado en sus ojos, lanzando desde allí sus flechas;
bañando sus alas en los radiantes arroyos cristalinos de ella,
y secándolas en sus hermosos cabellos centelleantes.
Sobre estos dirige su dardo de dorada cabeza,
sobre aquellos se entibia y templa,
elevando el tiro hacia el buen corazón de Oberto,
y hacia la cabeza que lo ciñe en su arco.

SIR JOHN HARRINGTON

jueves, 8 de septiembre de 2011

THE WIND THAT SHAKES THE BARLEY, DE ROBERT DWYER JOYCE


La escuché por primera vez hace mucho, mucho tiempo en la voz de Lisa Gerrard. Luego la reencontré en la película del mismo nombre que Ken Loach nos regaló en 2006 (The Wind That Shakes the Barley). Vino conmigo a Irlanda y se multiplicó en incontables registros y afinaciones distintas, pues tantas fueron y serán las versiones sonoras descubiertas a lo largo del tiempo para esta balada irlandesa escrita por Robert Dwyer Joyce (1836-1883), nº 2994 en el Roud Folk Song Index.
Me faltaba conocer una traducción al castellano de la misma, y así ha sido (en este enlace). Ahora es tiempo de compartir El viento que agita la cebada, en inglés y castellano. También os dejo la versión musical que más me gusta. Por cierto, la motivación y los orígenes de la balada (y de la película) están explicados a la perfección en Innisfree, un blog sobre Irlanda de Chesús Yuste.

THE WIND THAT SHAKES THE BARLEY

I sat within a valley green
I sat me with my true love
My sad heart strove to choose between
The old love and the new love
The old for her, the new that made
Me think on Ireland dearly
While soft the wind blew down the glade
And shook the golden barley

‘Twas hard the woeful words to frame
To break the ties that bound us
But harder still to bear the shame
Of foreign chains around us
And so I said, "The mountain glen
I'll seek at morning early
And join the bold United Men
While soft winds shake the barley"

While sad I kissed away her tears
My fond arms 'round her flinging
The foeman's shot burst on our ears
From out the wildwood ringing
A bullet pierced my true love's side
In life's young spring so early
And on my breast in blood she died
While soft winds shook the barley

I bore her to some mountain stream
And many's the summer blossom
I placed with branches soft and green
About her gore-stained bosom
I wept and kissed her clay-cold corpse
Then rushed o'er vale and valley
My vengeance on the foe to wreak
While soft winds shook the barley

But blood for blood without remorse
I've taken at Oulart Hollow
And laid my true love's clay-cold corpse
Where I full soon may follow
As 'round her grave I wander drear
Noon, night and morning early
With breaking heart when e'er I hear
The wind that shakes the barley

ROBERT DWYER JOYCE

EL VIENTO QUE AGITA LA CEBADA

Me senté en un verde valle con mi amor verdadero
y mi amante corazón luchaba por elegir entre el antiguo amor y el nuevo.
El antiguo era por ella, el nuevo me hizo pensar en mi amada Irlanda,
mientras, suave, el viento sopló a través del claro,
y estremeció la dorada cebada.

Fue difícil formular las tristes palabras
para romper los vínculos que nos unían.
Pero más difícil era soportar la vergüenza
de las cadenas extranjeras a nuestro alrededor.
Por eso dije: “Mañana temprano buscaré la hondonada de la montaña,
y me alistaré al grupo de valientes hombres,
mientras el viento sople suave valle abajo,
y agite la dorada cebada”.

Fue triste, cuando besé sus lágrimas,
sus brazos aferrándose me rodearon
cuando a mis oídos llegó zumbando el funesto disparo desde el bosque.
La bala atravesó el pecho de mi amada.
En la juventud de la vida truncada tan pronto,
y ahí abrazada sobre mi pecho murió,
mientras un viento suave remecía la cebada.

La llevé a un arroyo de la montaña
surcado de bellas flores de verano,
la dejé entre suaves y verdes ramas
alrededor de su pecho manchado de sangre.
Lloré y besé su cuerpo frío como el mármol
Luego corrí hacia el valle a descargar mi venganza contra el enemigo,
mientras, suave, el viento agitaba la cebada.

Fue sangre por sangre, sin remordimiento.
La llevé a Ourlat Hollow y deposité el cuerpo frío de mi verdadero amor,
donde mi cuerpo pronto la seguiría.
Alrededor de su tumba vuelvo abrumado y perdido,
al mediodía, en la noche y al amanecer
con el corazón roto siempre que escucho el viento que agita la cebada.

ROBERT DWYER JOYCE



En Youtube.

martes, 6 de septiembre de 2011

CONTRA-ORDEN (ESTO ES UN POEMA DE ÁNGEL GONZÁLEZ)

Y con eso lo digo todo, claro. Imprescindible e inabarcable.

CONTRA–ORDEN. (POÉTICA POR LA QUE ME PRONUNCIO CIERTOS DÍAS)

Esto es un poema.

Aquí está permitido
fijar carteles,
tirar escombros, hacer aguas
y escribir frases como:

Marica el que lo lea,
Amo a Irma,
Muera el… (silencio),
Arena gratis,
Asesinos,
etcétera.

Esto es un poema.
Mantén sucia la estrofa.
Escupe dentro.

Responsable la tarde que no acaba,
el tedio de este día,
la indeformable estolidez del tiempo.


GONZÁLEZ, ÁNGEL, Palabra sobre palabra