Aquí se pudrirá el cuerpo,
en cambio tibio, mortal.
Gota del río que siempre fluye,
la sangre cumplirá el rito de las generaciones.
Pero el verbo fugitivo ha rebasado la noche,
es el único más fuerte que el tiempo,
quizá es el mismo que desencadenó a Prometeo
o el que ruge en la fragua de los bares
o llena las ventanas de aire
o los tejados de libros,
el mismo que oscilará en las colinas
y repercutirá en las tapias descompuestas,
que a veces se vuelve arena
o se columpia entre barrancos infinitos.
Aquí se pudrirá el cuerpo,
pero el verbo jamás,
jamás el verbo.
en cambio tibio, mortal.
Gota del río que siempre fluye,
la sangre cumplirá el rito de las generaciones.
Pero el verbo fugitivo ha rebasado la noche,
es el único más fuerte que el tiempo,
quizá es el mismo que desencadenó a Prometeo
o el que ruge en la fragua de los bares
o llena las ventanas de aire
o los tejados de libros,
el mismo que oscilará en las colinas
y repercutirá en las tapias descompuestas,
que a veces se vuelve arena
o se columpia entre barrancos infinitos.
Aquí se pudrirá el cuerpo,
pero el verbo jamás,
jamás el verbo.
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