Poesía o prosa. Otra vez el dilema atávico. Prosa o poesía, como si realmente este detalle tuviera importancia, como si los versos rimados no pudieran desprenderse de la jaula o los anacolutos no constituyeran en sí una saludable hipérbole.
Salvador Espriu era tan eminente poeta como prosista. Lo mismo sembraba esa lengua catalana suya con una poesía repleta de referencias clásicas y bíblicas que con ensayos de frase meticulosa y definitiva. Así que cuando se trata de hablar de Las rocas y el mar, lo azul (1981), este libro tardío y rejuvenecedor, vuelven los problemas clasificatorios, los de la etiqueta, sobre un texto extraño conformado por unas cien narraciones breves que no aceptan ni siquiera el calificativo de poemas en prosa.
Lo que sí reflejan las páginas de Las rocas y el mar, lo azul, es la cosmovisión de un hombre obsesionado con la muerte y los símbolos, un ejercicio de lectura restringido, una suerte de nueva metamorfosis postovidiana, la transliteración de los mitos del Mediterráneo sobre el tapiz de lo contemporáneo, revistados Homero y Hesiodo, desorganizadas las figuras más y menos conocidas del tablero divino y heroico: Aquiles, Dafne, Equidna, Orestes, los centauros y Pan, Euforión y Prometeo, Zeus y Venus, entre otros muchos, se pasean como pensamientos o sombras a lo largo de los surcos de cada narración. Y sin embargo cada semblanza no sabe a bodrio mitológico, a entrada de enciclopedia desfasada, sino que plantea la relación mágica del hombre mediterráneo con su entorno, del hombre de hoy con su pasado.
La edición que yo manejo es una traducción al castellano de Mireia Mur, de Alianza Editorial. Para los que prefieran la lengua original, Enciclopèdia Catalana llevó a cabo una publicación gemela en catalán. Las rocas y el mar, lo azul nos deja pasajes como este fragmento de “UN SILENO”:
Si un autor antes mencionado por nosotros tenía razón, eres demasiado joven para ser un sileno. Pero otras tradiciones más antiguas, a las que nos acogemos, señalan que perteneces a buen seguro a una familia más noble y seria, en su origen, que la de los sátiros. Sostienes con la mano derecha una copa, es cierto, pero quizás en ella bebes una dura y desolada sabiduría. Guarda silencio. Quien quiera aprenderla para alardear de ella en conversaciones frívolas, puede buscarla en un prestigioso texto, que no vamos a citar. Quien quiera conocerla para meditarla, que se limite a ver, sin ilusiones ni temores, cómo su imagen y su camino se confunden reflejados en su propio espejo oculto, límpido, frío, severo, incambiable, que jamás engaña.
Y os aseguro que este libro encierra muchas sorpresas más.
Poema del día: "Las ropas ceñidas", de Leyla Mexso Berazî (Ataş)
(Kurdistán, 1977)
-
En esta oscuridad
tomo la luz de la luna,
me toman la mano
voy…
a lavar mis ojos en la ventana,
sola en algún lugar
me despojo
de las ropas que me pusieron...
Hace 11 horas
Oh! Aquí me has matado... Uno de los poetas en lengua catalana que más me gustan... Veraneaba en un pueblo de la costa, Arenys de Mar, justo al lado del mío, y durante su enfermedad le inventó el nombre de un reino imaginario, Sinera, arenys al revés.
ResponderEliminarSu Antígona me electrizó, y aún recuerdo versos de sus poemas,
Ningú no ha comprès
el que jo volia
que de mi es salvés.
Mai no ha entès ningú
per què sempre parlo
del meu món perdut.
Les paraules són
forques d'on a trossos
penjo la raó.
Nadie ha comprendido
lo que yo quería
que se salvara de mí.
Nunca ha entendido nadie
porque siempre hablo
de mi mundo perdido.
Las palabras son
horcas donde a trozos
cuelgo la razón.
Toma pedazo de comment... Sorry, me has emocionado.
Bs
Sí, recuerdo el reino de Sinera.
ResponderEliminarEspriu es uno de esos grandes casi siempre olvidados.
Fantástico poema, Marta.
Un besazo